FLASH FORWARD

«Me alegro de volverte a ver… por primera vez.»

 

Así se presenta una agente del MI6 británico a uno de los agentes del FBI encargados de la investigación del Flash Forward que mató a 20 millones de personas en todo el mundo y permitió al resto de la humanidad atisbar poco más de dos minutos de su futuro más inmediato.

 

Concretamente, 2,17 minutos del día 29 de abril de 2010.

 

El FF fue una especie de lipotimia generalizada que duró esos 2,17 minutos en que toda la humanidad pareció proyectarse seis meses adelante. Y, claro, el avión que estaba en vuelo durante el desvanecimiento cayó del cielo, los coches se estrellaron y los escaladores se despeñaron, al perder el conocimiento todas las personas. Sin embargo, a quiénes estaban durmiendo o paseando, el FF les permitió seguir con vida, al no estar sus actores en una situación de riesgo.

 

El resultado: veinte millones de personas muertas… y una psicosis brutal y generalizada. Tanta que las conversaciones entre desconocidos ya no versaban sobre el tiempo o el deporte, sino sobre lo que vieron en el Flash Forward.

 

¿Fue un accidente o algo provocado? ¿Están los chinos detrás del fenómeno? ¿Sería cosa de los extraterrestres? Y, sobre todo, ¿por qué?

 

El FBI comienza una investigación gracias al propio FF de uno de sus agentes, Mark Benford (un denostado y blandito Joseph Fiennes), quien visualizó un gran Tablón de Anuncios en su despacho, lleno de lo que a todas luces parecían ser las pistas de una investigación sobre el FF.

 

Y esa irresoluble paradoja temporal, que nos recuerda al Terminator de James Cameron, resulta lo más interesante de la serie. Porque, una vez conocido su futuro, todo el mundo parece hacer lo posible (y hasta lo imposible) por alcanzarlo. De hecho, condiciona cada decisión, cada paso adelante, cada movimiento, cada elección de las personas.

 

«Saberlo ya me está ayudando», dice un enfermo al que le diagnostican correctamente una extraña enfermedad que le aqueja al haber descubierto una pista esencial sobre la misma en su FF. Otro decide hacer unas oposiciones porque se ha visto como funcionario de prisiones.

 

Pero ¿qué pasa con los FF desagradables? ¿Y si ya no estás con tu pareja, sino con otro al que no conoces? ¿Y si estás embarazada, aún siendo lesbiana y carecer de todo instinto maternal? Y, lo que es peor, ¿qué pasa si no has visto nada? Esos fantasmas, esa Mano Azul, esos zombies…

 

«Flash Forward» es la serie de moda, la serie que todo el mundo ve y de la que todo el mundo habla. Una serie cuyo mayor acierto es permitir vislumbrar una parte ínfima de nuestro futuro… más cercano. Nada de vernos ancianitos dentro de treinta años. El futuro aquí y ahora. El futuro más cercano, el futuro que nos acecha. El destino inexorable que nos acosa.

 

Una serie de lo más atractivo que, con sus altibajos, nos tiene a todos pendientes del televisor, tomando el relevo de esa «Perdidos» que ya toca a su fin.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

PERDIDOS Y LA CRISIS

La columna de hoy de IDEAL, en clave televisivo-política. A ver si la hemos conseguido cuadrar…

 

En uno de los últimos episodios de la quinta temporada de «Perdidos», cuando se encuentran después de mucho tiempo, el eterno Richard le comenta al caótico Locke: «Hay algo diferente en ti». Y el calvo redivivo le responde, sin titubeos: «Sí. Ahora tengo un objetivo». Tiene tarea. A la vuelta de cinco temporadas, Locke tiene un objetivo. ¡Él, que nos las ha hecho pasar canutas con sus ideas místicas, sus súbitos cambios de opinión, su liderazgo errático y sus decisiones erróneas basadas en la inspiración del momento!

 

Sinceramente pienso que el gran mérito de «Perdidos», además de ser una serie compleja, adictiva y fascinante, es haber sido capaz de prever el actual caos internacional en que la tan traída crisis económica nos ha sumido. Y, puestos a malpensar, ¿a los gobiernos de qué país les recuerda el discurso de Locke, cuando escuchamos que se ha agotado un modelo productivo y, ahora, tenemos un nuevo objetivo en forma de I+D+i, la gran panacea del crecimiento sostenible, maná para el futuro y milagro de los panes y los peces?

 

Cuando veo a los protagonistas de la Isla desplazarse en el tiempo, intentando encontrar su destino y dar con la clave para conseguir abandonarla, me acuerdo de este neokeynesianismo en que vivimos actualmente, con ecos de Marx y con el neoliberalismo absolutamente denostado… pero con las derechas ganando en todas las citas electorales europeas. Increíble, pero radicalmente cierto. Absurdo, sinsentido y contradictorio.    

 

Y luego está, para resolución de cualquier conflicto que surge en la Isla, la permanente pugna entre Sawyer y Jack. Si uno dice blanco, el otro dirá negro. Si uno pide mar, el otro clamará por la montaña. Y ahí van los dos, con cara de permanente cabreo, trasuntos de ZP y Rajoy o de nuestro alcalde y la Junta, con los soterramientos del metro, el cierre del anillo o el Museo de la ciudad, sin ir más lejos. ¿Y qué me dicen de Ben, el antiguo líder de los Otros, caído en desgracia, vilipendiado y denostado, pero con pinta de creerse que aún tiene mucho que decir?

 

Pero hablemos de los Otros y de los Hostiles, los siempre sospechosos vecinos de los protagonistas de «Perdidos». En realidad, nadie sabe quiénes son los buenos o los malos, pero los personajes de la serie se guían por una máxima ¿infalible?: si no están con nosotros, están contra nosotros. Y, por eso, ante la más mínima dificultad, discusión o contratiempo, vuelan hondonadas de palos, tiros y puñaladas por la Isla. Como en un Parlamento cualquiera, vamos.

 

Sin olvidar la misteriosa Iniciativa Dharma de la que nada sabemos, pero ahí está, siempre presente. O el malo malísimo, Charles Widmore, que no duda en fabricar mentiras increíbles para engañar a la opinión pública y poner en marcha maquiavélicos planes que redundarán en su propio beneficio. ¿No les parece, «Perdidos», la vida misma?

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

PERDIDOS 5

A ver. Tengo cinco libros leídos junto a mí, pidiendo a gritos ser reseñados y comentados. Tengo no menos de ocho o diez películas sin ver, grabadas en el I Plus y un libro del que me restan por leer nada más que cincuenta páginas. Hace semanas y semanas que no voy al cine y hace una esplendorosa tarde que invita al paseo relajado. Pero aquí estoy, en casa, enganchado a «Perdidos», al comienzo de su quinta temporada, como si el tiempo no hubiera pasado.

 

¿Qué tiene esa insensata serie para provocarnos semejante adicción? Los dos primeros capítulos de la T5 son un auténtico despelote, con Ben convertido en bueno y Locke, en malo. Con la isla dando saltos espacio temporales y Sawyer luciendo pectorales. Con el proyecto Dharma que aparece y desaparece, con Desmond recibiendo mensajes del pasado a través de sus sueños, con Faraday adquiriendo protagonismo y con Hugo convertido en improbable héroe de acción.

 

Un puro caos, como lo viene siendo desde el principio. Tras haber convertido la Isla en un lugar misterioso, pero confortable; de repente, vuelve a ser terriblemente amenazante, con los protagonistas indefensos, intentando hacer fuego y sin un arma con que defenderse, con asesinas flechas incendiarias que rompen el silencio de la noche o desconocidos hombres armados que surgen de la oscuridad.

 

Dicen los productores que, en vez de tantas preguntas e interrogantes como la serie ha venido planteando hasta ahora, esta quinta temporada de «Perdidos» empezará a ofrecer respuestas.

 

¿Seguro? ¿Ustedes se lo creen? ¿Respuestas? ¿Las hay? ¿Alguien las conoce?

 

«La respuesta está ahí fuera», decían en «Expediente X».

 

Yo me quedo con una frase que la simpática madre de Hugo le espeta a su hijo cuando éste trata de explicarle, en un minuto, todo lo que les aconteció a los protagonistas desde que el avión de la Oceanic cayó en la isla: «Te creo. No te entiendo. Pero te creo.»

 

Pues eso. Que seguimos sin entender nada. Pero seguimos creyendo en JJ Abrams y en el adictivo poder de seducción de la Isla.

 

Jesús Lens, talmente Perdido.

 

PD.- Tenemos que hablar de ese otro personaje icónico de la televisión más reciente, Don Draper, gélido protagonista de la inquietante «Mad men». ¿La están siguiendo? ¿Qué les parece?