LIBLOGS, CUAVERSOS Y LETRAS ON LINE

Este artículo lo publicamos en IDEAL hace unos meses. Pero es buen momento de recordar qué es todo eso de los Liblogs, los Cuaversos, etc.

 

¿Cuántas veces hemos oído que la informática, los ordenadores e Internet nos alejan de los libros, la lectura y la literatura, que nos aíslan y nos convierten en individuos solitarios y asociales?

 

Un grupo de blogueros granadinos, dispuestos a llevar la contraria a tan catastrofistas vaticinios, hemos puesto en marcha diversas iniciativas que, tendiendo puentes entre  las páginas de los libros y los bytes de los ordenadores, demuestran que la difusión y la creación literarias no sólo no están reñidas con el fascinante mundo virtual propiciado por Internet sino que, muy al contrario, la Red es un inmejorable aliada… si sabemos cómo usarla.

 

A la primera de dichas iniciativas la bautizamos como Liblogs y es tan sencilla como atractiva: leer un libro determinado y, el último jueves de cada mes, subir a nuestras Bitácoras una reseña, unas reflexiones, notas, imágenes, vídeos, música, dibujo… o cualquier cosa que la lectura del libro nos haya sugerido.

 

Entre todos y de forma comunitaria, hemos confeccionado una lista de libros, expuesta en diferentes bitácoras. Así, todo el mundo puede saber cuál es el libro del mes y, tenga o no una bitácora, puede participar de esta iniciativa leyendo las distintas aportaciones que se hacen en los diferentes Blogs y, por supuesto, comentándolas on line, a través de esos Comentarios que se han erigido en auténtica tribuna libertaria de discusión literaria, una de las mejores y más útiles herramientas que las páginas personales de Internet ponen a disposición de los usuarios.

 

La iniciativa Liblogs comenzó con «El principito», siguió con «Bomarzo» y, para este mes, todos andamos leyendo «Entre limones», la biografía alpujarreña de Chris Stewart, publicada por la editorial andaluza Almuzara.

 

Si visitan ustedes Bitácoras como El Jardín de Bomarzo (www.eljardindebomarzo-bomarzo.blogspot.com) El Mayor Espectáculo del Mundo   (http://photophinis.blogcindario.com/) El Sueño es Vida (http://blogos.comze.com/)   Cuaderno Bueno (http://cuadernobueno.blogspot.com/) o El Silencio del Espacio (http://elsilenciodelespacio.blogspot.com/) podrán encontrar Entradas dedicadas a dichos libros y, en adelante, los últimos jueves de cada mes, Posts dedicados a libros como «Yerma», «La sombra del viento», «El amor en los tiempos del cólera» o «Gabriela, clavo y canela», entre otros.

 

Cuando le preguntamos a Rigoletto (http://blogs.ideal.es/rigolettobloguero/posts), uno de los fieles a los Liblogs, por sus opiniones sobre la iniciativa, nos dice lo siguiente: «Son un pequeño desafío. Se puede caer en la tentación de decir «Bah, es una tontería y no voy a participar», pero después te arrepientes de no estar con el resto de la peña de amigos de la Blogosfera. Y ahí te dejas llevar irremisiblemente de manos de la empatía, del sentimiento de pertenencia a un grupo, del colegueo. Merece la pena» 

 

Toni, de La Rosa del Desierto (http://blogs.ideal.es/la-rosa-del-desierto/posts) incide en ello: «Buena iniciativa, pero sobre todo es una gran proyección hacia la lectura conjunta. Todos leemos, todos versioneamos, todos aprendemos, cada uno con su forma de ver las cosas.»

 

Como la experiencia fue muy positiva y en la misma han participado un buen número de Bitácoras, a través de aportaciones tan distintas como imaginativas, ricas y complementarias, decidimos dar un paso más allá y dedicar un día a la semana al género literario más minoritario: la poesía.

 

Desde hace unas semanas, todos los miércoles, la Blogosfera granadina se ve tomada al asalto por un puñado de versos. Unas veces, propios y originales de los propios blogueros. En otras, cada cuál elige un poema que le resulta especialmente hermoso, sugerente o evocador y lo cuelga en su página. El objetivo es que, los miércoles, en nuestras bitácoras, se pueda respirar un poco de poesía.

 

Como dice José Antonio Flores, propietario de Opiniones intempestivas (http://opinionesintempestivas.blogspot.com/), los miércoles poéticos, titulados Cuaversos de Bitácora, suponen «una bocanada de aire fresco entre tanta estulticia que se puede encontrar en la Red». En estas semanas se han podido leer poesías muy distintas, desde clásicos de Cernuda, Ángel González o Machado a, por ejemplo, la letra del himno del Liverpool, el célebre «Nunca caminarás solo», entonado apasionadamente por cientos de miles de hinchas en Anfield Road, o unos poemas visuales muy sugestivos, de Pablo Reinoso en Pateando el mundo (https://www.granadablogs.com/pateandoelmundo/)

 

Además de hablar de libros y escribir poemas, estos días, muchos Blogs se han apuntado a otra singular iniciativa: la asociación cultural Novelpol de amigos de la novela negra y criminal, convocó un original concurso literario: escribir microrrelatos de género policíaco de exactamente doscientas palabras. Ni una más ni una menos. El título y doscientas palabras para contar un crimen, un secuestro, un atraco o una paliza. Lo que la imaginación dictara al autor… pero siempre teñido de negro.

 

Ficción súbita que podemos encontrar en Bitácoras como El sitio de mi recreo (http://elrecreodenefer.blogspot.com/) o La Piel de mi Almanaque (http://blogs.ideal.es/eltercero/posts), por ejemplo. Un desafío a la concreción y la brevedad que obliga a desarrollar una historia en un escueto puñado de doscientas palabras que, a decir de los expertos, son las apropiadas para leer, bien concentrados, en una pantalla de ordenador.

 

Con iniciativas como los Cuaversos, los Liblogs o los microrrelatos negros, un buen y creciente grupo de internautas granadinos nos hemos propuesto tender puentes entre dos de nuestras aficiones: la Red y las letras. Aprovechando los recursos y las posibilidades que brindan las Redes Sociales, estos proyectos nos demuestran que la literatura no tiene porqué estar reñida con los ordenadores y que, en vez de aislar y separar a las personas, Internet puede colaborar a tejer una auténtica comunidad de amigos que comparten aficiones e intereses comunes. En este caso… la lectura, difusión y creación de buena y sugerente literatura.

 

Anímense a visitar las páginas reseñadas y, por supuesto, únanse a estas iniciativas. No se arrepentirán, aprenderán algo y, sobre todo, se divertirán mucho, conociendo a un grupo de letraheridos que, en la Blogosfera, hemos encontrado un proceloso océano virtual en que echar a navegar nuestras aficiones librescas y literarias.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.             

RAMATA

Las primeras ciento cuatro páginas de la novela «Ramata», del escritor senegalés Abasse Ndione son, posiblemente, de lo mejor que he leído, en género negro y criminal, en mucho tiempo.

 

Toda la esencia del género está condensada en ese exquisito puñado de páginas que, aconteciendo en un país africano como es Senegal, lo mismo podrían haberse desarrollado en Los Ángeles, en Madrid o en Tokio. Porque la corrupción y las miserias humanas que cuentan, la cruda violencia, la traición, el engaño… son males y lacras universales que conocen no fronteras.

 

Lo que pasa es que «Ramata» tiene 346 páginas. Y, ojo, no quiero decir que las doscientas y pico restantes sean malas. Ni mucho menos. Pero no están a la altura de las primeras cien. Y, al final, eso acaba pesando en una novela que, por lo demás, es sensacional, con personajes desaforados, más grandes que la vida, encabezados por esa Ramata que da nombre a la novela.

 

¿Quién es Ramata? De ahí parte la trama de la novela. Una conversación en un bar. Charla de borrachos. ¿Seguro? Quizá. A fin de cuentas, ya sabemos que sólo los borrachos y los niños dicen las verdades del barquero. Esas verdades difíciles de admitir, duras e hirientes.

 

«Ramata» cuenta la historia de un país, Senegal, fracturado, que se desangra por culpa de unas desigualdades sociales abismales en que unos pocos, muy pocos, son apestosamente ricos mientras que una inmensa mayoría es escandalosamente pobre. Y el autor no evita criticar todos los estratos de una sociedad corrupta que permite que ello ocurra así, desde el papel de unas élites cuya responsabilidad y dejadez es manifiesta en el mantenimiento del statu quo, a los funcionarios corruptos, militares brutotes, periodistas timoratos y a una ciudadanía dejada y abandonada a la molicie, el sexo fácil y el alcoholismo.

 

Vamos que Ndione no deja títere con cabeza en una novela que sirve para conocer los entresijos del Senegal mejor y con mayor profundidad que si lees cualquier tratado de historia o texto sociológico al uso. Y ello utilizando las herramientas propias del género más negro y criminal, por supuesto.

 

Enhorabuena a Ndione por su valentía al escribir este texto incendiario y a Roca Editorial por ponerlo al alcance de los lectores en español.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

DE LIBROS

Hace unos días planteaba un acertijo que fue descubierto… a medias.

 

Por lo que anda transitado aquellas calles y frecuentando a aquellas personas tan especiales era porque estaba enfrascado en la lectura de «El mapa del tiempo», de Félix J. Palma, publicada por Algaida y Premio Ateneo de Sevilla, como podían ver en esa Margen Derecha casi olvidada, que no me participan en las encuestas… 😉

 

Pronto sabrán más de mi lectura de una historia… tremenda. Loquísima.

 

La pregunta es, ¿qué leo ahora?

 

Tres títulos me asaltan, peleando por hacerse con mis favores…

 

¿Qué les parece? (Info pinchando en cada imagen)

 

Jesús Lens, preguntón.

TOKIO BLUES

Fue en Navidad, en el aeropuerto de Estambul. ¿Se acuerdan? Así lo contaba: «Como la casualidad existe, después de que mi Alter Ego, José Antonio Flores, glosase las virtudes de Haruki Murakami, en la revista «Qué leer» leí una estupenda entrevista con el autor. Y, hablando esta mañana con una de esas amigas tan necesarias como ya añoradas, me decía: «Lens, tenías que haberte llevado el libro de relatos de Murakami a tu viaje.» Así que me hice con su novela Tokio Blues, ya que no encontré los cuentos. Pero Murakami será una de mis referencias para 2009. Así que me lo dejo pendiente hasta comerme las uvas.»

 

Y cumplí con mi promesa. De hecho, no abrí el libro hasta que, estando en Damasco, la mañana antes de volver a casa, decidí leer unas páginas antes de echarme a las calles de la capital siria, a dar un último gran paseo por una de las ciudades que más me han calado en mi vida. Y pasó lo impensable. Quedándome apenas seis o siete horas de la especialísima, única y deslumbradora luz de Damasco, allá estaba yo en mi habitación, imantado a las páginas de Murakami, como el náufrago que se aferra a un tablón de madera en mitad del océano.

 

«Por eso ahora estoy escribiendo. Soy de ese tipo de personas que no acaba de comprender las cosas hasta que las pone por escrito.»

 

Cuando alguien escribe una frase como ésa, que parece especialmente dedicada a uno, algo te sacude por dentro. Y el comienzo de «Tokio blues», que arranca con una canción de los Beatles y un alma hipersensible que se conmueve hasta la conmoción… te atrapa irremediablemente. Leí del tirón las primeras cincuenta páginas y, después, me obligué a separarme del libro, algo que me costó el mismo trabajo que pedir la cuenta, en un bar, estando en buena compañía.

 

Después, cuando la noche cayó y empecé mi peregrinar, de Damasco a Estambul, seguido a Madrid y después a Granada, con tránsitos y esperas incluidos; ya no me separé de Murakami. Hasta llegar al final: «¿Dónde estaba? No logré averiguarlo. No tenía la más remota idea de dónde me hallaba. ¿Qué sitio era aquél? Mis pupilas reflejaban las siluetas de la multitud dirigiéndose a ninguna parte. Y yo me encontraba en mitad de ninguna parte, llamando a…»

 

Una canción de los Beatles, como la magdalena de Proust, desencadena la cascada de recuerdos de Toru. Y, en una especie de ósmosis literario-vital, los recuerdos parecen traspasarse al lector, quién los hace suyos. Y empieza a vivir las historias de Toru, Naoko o Midori, no ya como si los conociera, sino como si fueran hermanos de sangre.

 

Un libro que posee una extraña capacidad de seducción, que se te incrusta bien adentro, y cuyos paisajes, situaciones y personajes, como el Raskolnikov de Dostoievski, ya nunca te abandonan. Más que verle, sientes a Toru, vagabundeando por ese Tokio sin principio ni final, atractivo, repulsivo, frío, caótico…

 

¿Son todos los libros de Murakami así? No lo sé. Y aunque me prometí que el japonés iba a ser uno de mis autores de referencia para el 220, ahora me da miedo coger otra de sus novelas. No porque piense que me pueda decepcionar. Sé que no. Pero hay que estar muy centrado, muy equilibrado, para que un libro como «Tokio blues» no provoque estragos en un lector medianamente sensible. A nada que te pille en un momento de bajón, te destroza.

 

¿Quién se arriesga?

 

Leer «Tokio blues» es asomarse a un abismo. Un abismo que te devuelve la mirada y te reta a lanzarte al vacío, sin red, a ciegas, sin saber lo que vas a encontrar en él. Pero con el convencimiento de que, cuando vuelvas -si vuelves- no serás el mismo.

 

Repito: ¿alguien se arriesga?

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LIBLOGS: ERROR HUMANO. CHUCK PALAHNIUK

Llevaba tiempo queriendo leer a Chuck Palahniuk, autor que se hizo famoso, mayormente, por haber escrito la novela «El club de la lucha» que, llevada al cine por David Fincher y protagonizada por Brad Pitt y Edward Norton, se convirtió en mucho más que una película.

 

Las tesis anarquistas de «El club de la lucha», sus personajes al límite, adictos, insomnes, solitarios, su estética, la fuerza de unas imágenes poderosísimas, el servicio de un mensaje incendiario convirtieron a Palahniuk en uno de los apóstoles literarios de la modernidad más radical.

 

Y, hasta ahora, nada había leído de él.

 

Clarence, el Niño de las Culturas, nos puso como tarea de Liblogs, para este mes de enero, leer un libro de este autor: «Nana». Pero no hubo forma de encontrarlo en ninguna de las librerías de la supuestamente llamada a ser Capital Cultural de Andalucía. Así que tiré de mi biblioteca y, para «cumplir», he leído otro Palahniuk: «Error humano», que no es una novela, sino una serie de artículos, reportajes y reflexiones varias de un tipo que, sinceramente, me cae la mar de bien.

 

Los que se reúnen bajo la divisa «Gente reunida» son proverbialmente extraordinarios. De gente que folla casi porque sí, como sin querer, en unas convenciones de sexo grupal a ese encuentro literario en que pagas para que un tipo de una editorial o una productora cinematográfica te escuche contar tu historia en, exactamente siete minutos, tiempo en que debes convencerles de que es tan buena que deben comprártela.

 

Y, por supuesto, «De donde viene la carne», precisa crónica de unas jornadas de lucha que ponen los pelos de punta por las cosas que cuenta y que, sin embargo, te «obliga» a identificarte con todo lo que cuenta.

 

Hay consejos literarios, hay locuras como el reportaje sobre la gente que vive en castillos en EE.UU. o sobre el tipo que fabricaba cohetes caseros para subir al espacio. Y, después, las semblanzas de personalidades del show bussiness tan peculiares como Juliette Lewis o el zumbao de Marilyn Manson.

 

Raros.

 

Todos los que aparecen en «Error humano» son raros. Muy raros. Peculiares. Extraños. Distintos. Diferentes. Y Palahniuk, quizá porque él mismo es raro, los trata no sólo con respeto o tolerancia (esas palabras tan políticamente correctas) sino con veneración, con comprensión, sintiéndose parte de ellos, identificándose con sus rarezas y peculiaridades, compartiendo una forma distinta de ver el mundo y vivir la vida. A contracorriente.

 

Y lo hace a través de una narración en que el punto de vista es tan importante como los detalles que sirven para contextualizar a los personajes, para definirlos, para explicarlos. Pequeños detalles que lo son todo. De las orejas de los luchadores al «se han acabado sus siete minutos» o al cuestionario que una vez preparó Juliette Lewis para un amigo y cuyas preguntas dicen más de ella que lo que las respuestas hubieran dicho del encuestado.

 

Palahniuk es literatura en estado puro. Una literatura al margen, que bebe de la vida. De una vida al límite. Literatura que pone su mirada en los rincones oscuros de los callejones, en lo que pasa en los arcenes de las carreteras, en lo que pasa cuando cierran las puertas de los bares, bien entrada la madrugada.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.