La Granada de ayer

Organizó Cervezas Alhambra un paseo por la Granada de ayer, la de mitad del siglo pasado, la Granada de todos los días por la que transitamos a toda velocidad, con la vista puesta en nuestros móviles o en el semáforo de enfrente, esperando con impaciencia a que cambie de color.

Un paseo tranquilo y relajado, conducidos por la mano sabia y experta de los guías de “Descubriendo Granada”, que nos permitió mirar, ver y observar mientras caminábamos, descubriendo detalles de nuestra Granada que suelen pasarnos inadvertidos. Como la enorme figura de Isabel la Católica que corona “su” Teatro. O las escamas de la cúpula que corona el Hotel Victoria. O el racionalismo trazado con tiralíneas del edificio de Correos.

Una visita que nos condujo, sin nostalgia, hasta los viejos raíles del tranvía que, en las cercanías de Derecho, quedan como símbolo de un pasado que se reinventa, en pleno siglo XXI, gracias al éxito y a la popularidad del Metro.

Parar en la calle Mesones, frente a la Farmacia Gálvez donde Falla daba rienda suelta a su hipocondria o junto a los locales que albergaron la imprenta que editó el primer libro de Lorca, “Impresiones y paisajes”, autopublicado por su familia tras un viaje por Castilla del joven poeta.

Seguir caminando y suspirar frente a las persianas echadas, tiempo ha y de forma irreversible, por la Librería Estudios. Persianas cubiertas por pintadas… y por decenas de pegatinas anunciando servicios de cerrajería, auténtica plaga estética de los paisajes urbanos del siglo XXI. Persianas que certifican el fracaso y la ruina de la especulación mal entendida. Persianas que demuestran, también, que preferimos llorar por los fantasmas del pasado que defender los negocios vivos del presente; tanto Amazon, e-commerce y tanta leche…

Pasar junto al Madrigal, un milagro de nuestro tiempo que, con los carteles de la imprescindible “Lucky” animándonos a traspasar sus puertas, es la prueba viviente de que todavía se puede ir al cine; una costumbre, un rito, una ceremonia que supone más, mucho más que solo ver una película.

Terminar en Las Titas, junto al puente de las Brujas, brindando con esa Alhambra Edición Limitada Granada que homenajea la célebre botella de 1964 y que nos permite hacer un viaje en el tiempo que, durante un par de horas, también lo fue en el espacio, físico y mental. ¡Salud!

Jesús Lens

 

Pronunciamiento poético

Lo de esta tarde-noche va a ser un pronunciamiento poético en toda regla. Un golpe encima de la mesa literaria de esta ciudad que, durante tres horas, impregnará de poesía cada rincón de Granada. Y de ello hablo hoy en IDEAL.

Enhorabuena a los responsables de “Granada. Ciudad de la Literatura UNESCO” que, en colaboración con la Asociación del Diente de Oro y para celebrar el Día de la Poesía, han organizado un tour de force literario, con 46 poetas e la tierra recitando su obra, en librerías, bibliotecas y otros espacios culturales de la ciudad.

 

Recitales de 20 minutos, concentrados entre las seis de la tarde y las nueve de la noche, lo que obligará a los amantes de la literatura a seleccionar y trazar su particular y personal Ruta de la Poesía, dado que es materialmente imposible asistir a todas las declamaciones.

Insisto en la capital importancia de una iniciativa tan poderosa como esta. Por un lado, demuestra la cantidad de creadores por metro cuadrado que es capaz de alumbrar nuestra provincia. Cantidad y calidad, que hoy tendremos nada menos que a tres Premios Nacionales de Poesía, recitando.

 

Y, el hecho de que buena parte de las librerías de Granada vayan a acoger esta celebración de la poesía sirve para vincular la creación y la expresión literaria con esos centros de resistencia cultural que siguen luchando, a brazo partido, por sobrevivir y hacerse hueco en el panorama comercial de las ciudades.

 

Poetas entre libros. El Día de la Poesía, en las librerías. Granada rezumando arte, talento y creatividad durante tres intensas horas. Una iniciativa muy potente, perfectamente dirigida y orquestada, para reforzar la imagen de Granada como capital de la poesía y como ciudad literaria de la UNESCO, un marchamo al que, entre todos, debemos dar mayor visibilidad para conseguir el mejor de los rendimientos.

 

Etiquetas como la de Ciudad Literaria de la UNESCO, cuando van acompañadas por iniciativas culturales tan potentes y llamativas como esta generosa y luminosa celebración del Día de la Poesía, le dan todo el sentido al esfuerzo institucional realizado para proyectar la dimensión creativa de Granada a todo el mundo.

Ahora solo falta que los ciudadanos llenemos las librerías, esta tarde. Y si, de paso, aprovechamos para comprar algún libro que otro, la jugada sería redonda. ¡Y no digamos si, después, lo cogemos en casa y lo leemos! Eso ya sería la leche…

 

Jesús Lens

Tiempo Perdido en una librería

Iba caminando más o menos sin rumbo, pateando tranquilamente las calles de nuestra Granada, con di con ella, de forma tan sorpresiva como impremeditada. Y, claro, tuve que entrar. Estoy seguro de que si la hubiera buscado a propósito, no la habría encontrado, dada mi proverbial tendencia al despiste y a la perdición.

 

La primera en hablarme de “El tiempo perdido” había sido, paradójicamente, otra librera: Marian, de Ubú Libros. Y es que, en este sector, más que competencia, hay alianzas. Y de ello hablo hoy en IDEAL.

 

¿Saben ustedes el gusto que da entrar en una librería nueva, recién abierta? En estos tiempos tan duros para el sector cultural, en estos años en que tantas míticas librerías han cerrado (la última, Continental, en plena Puerta Real), descubrir que alguien es tan osado como para abrir una nueva se merece toda una fiesta de celebración.

 

Me gusta “El tiempo perdido”, una librería que, además de buen gusto, tiene alma. Me gusta la música que pone su dueño, un tipo joven y, sobre todo, excelentemente preparado, atento y profesional. Muy profesional. Me gusta entrar en una librería y descubrir a un chaval, sentado, que dibuja silenciosamente en un cuaderno. Y charlar con una mujer que parece ser de la casa. De la familia, incluso. Escuchar sus historias y reír con su ácido sentido del humor.

 

No esperen encontrar una enorme cantidad de libros en “El tiempo perdido”. Eso sí, todos los que encontrarán son buenos. Excelentes. Y exquisitamente elegidos, con tino y oportunidad. Desde el imprescindible “La araña del olvido” de Enrique Bonet al “Blacksad” de Canales y Guarnido. La segunda parte de “El Club de la Lucha”, que no es novela ni película, sino un cómic; o ediciones ilustradas de los cuentos de Poe, del “Frankenstein” de Mary Shelley o de “Moby Dick”.

 

Además, “El tiempo perdido” tiene un montón cosas que harán perder la cabeza a los buenos aficionados. Cosas, sí. Desde tazas dedicadas a Poe o Whitman a encantadoras postales, facsímiles de libros antiguos, láminas y un largo etcétera de objetos y utensilios tan bellos como aparentemente inútiles e innecesarios.

 

Si a usted le gusta leer y el mundo del libro, ya tarda en descubrir “El tiempo perdido”. Si no es muy aficionado a la lectura, ni se le ocurra pasar por la calle Marqués de Falces: corre usted un severo riesgo de contagio bibliófilo.

 

Jesús Lens