Salobreña ¿piensa en verde?

Salobreña debería llevar la etiqueta de Ciudad Creativa. Me gusta bajar, cada poco tiempo. Porque además de pasarlo bien y reencontrarme con muchos y buenos amigos, siempre supone un chute de endorfinas creativas.

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Proyectos, ideas, planes y ocurrencias parecen fluir en Salobreña con más fuerza, libertad y descaro que en ningún otro sitio. Así, cada pocas semanas me invento alguna excusa para visitar uno de los pueblos más bonitos de Andalucía.

Sea provocada por una presentación literaria, una tertulia, un concierto, una película… la velada siempre terminará prolongándose hasta altas horas de la madrugada. En ocasiones, hasta el día siguiente. Y el siguiente. O el otro. Porque Salobreña tampoco se termina nunca.

En Salobreña se ha conformado un núcleo de resistencia cultural con puntales como la elegancia, osadía y sensibilidad de Colin Bertholet, el insobornable compromiso de Antonio Fuentes y su librería 1616 Books y la presencia arrolladora de Juan Madrid y su Muestra de Cine Negro y Social, desarrollados en un municipio que ha hecho bandera de la Cultura y cuyo ayuntamiento la defiende, la promueve y la financia. Para muestra, un botón: se cumple el 25 aniversario de un Festival pionero en Andalucía, como es el Nuevas Tendencias.

Estoy convencido de que el entorno privilegiado de Salobreña contribuye a todo esto. Un pueblo que está junto al mar, pero que no le ha dado la espalda al campo y a su feraz vega. Un pueblo que también mira hacia arriba. Hacia el castillo que lo corona y al que se llega serpenteando por sus empinadas cuestas y la bóveda medieval, proporcionando al caminante unas vistas prodigiosas.

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Salobreña es un pueblo para disfrutar despacio. Caminando. Con tiempo y sin prisas. Que también es un perfecto ejemplo de Slow Town, atractiva para viajeros de todo el mundo.

El anuncio de la construcción de un macrocomplejo hotelero en esta Salobreña, en primera línea de playa, al otro lado del Peñón y dándole un buen bocado a su vega, no me parece la mejor de las noticias. Que el Algarrobico también iba a proporcionar muchos puestos de trabajo, la zanahoria con la que siempre se venden estos depredadores proyectos urbanísticos.

A la izquierda del Peñón, iría el resort
A la izquierda del Peñón, iría el resort

Aunque suene a tópico manido, creo que un modelo de turismo sostenible, ecológico, creativo y cultural sería mucho mejor para Salobreña que la construcción de un resort de pulserita y todo incluido.

Jesús Lens

Twitter Lens

El anarquista que se llamaba como yo

De entre las cosas que más me gustan en esta vida está el husmear tranquilamente entre los anaqueles de una librería, coger libros, hojearlos, soltarlos, volver a uno en concreto, echarle otro vistazo, sentir que tienes ganas -necesidad casi- de llevártelo y… ¡que un buen librero coincida con tu criterio!

 Libros 1616 Books

Así que me ocurrió hace unos meses, en la Librería 1616 de Salobreña, con mi querido Antonio y “El anarquista que se llamaba como yo”, de Pablo Martín Sánchez, una lectura que me acompañó durante mi viaje por los países nórdicos y que ahora recuperamos para nuestra página hermana, Calibre 38.

Una reseña que, por ejemplo, incluye este párrafo: “Un vasto, prolijo y apasionante fresco sobre una parte de la historia de España que, aplastada por el peso de la salvaje Guerra Civil y la grisura de la posguerra; resulta ser vibrante y luminosa, gozosa. Y no porque la vida fuera fácil y los años veinte españoles fueran precisamente felices días de vino y rosas, sino porque existía una conciencia de clase, un anhelo de justicia social y una capacidad de compromiso que, hoy, parece ciencia ficción. Y, sobre todo, porque existía la esperanza del cambio. La mera posibilidad de conseguirlo”.

 El anarquista que se llamaba como yo

Y que tienes, completa, a través de este enlace.

¿Qué te parece? ¿Te animas a leerla? ¿Y a leerlo?

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

Inside

Una de las cosas que más me gusta de la mesa de novedades de la librería “1616 Books”, regentada, dirigida y celebrada por Antonio Fuentes, el Librero Loco de Salobreña; es que está repleta de libros que no son novedades.

Libros como los de Juan Madrid, por ejemplo. O libros como esta “Inside”, de Borja F. Caamaño, publicado por la modélica editorial Alhulia hace unos años y cuya portada, negra y blanca, se me incrustó en la retina desde el momento en que traspasé la puerta de una librería que también es un imprescindible centro de activismo cultural de primer orden.

 Inside

Aun así, no pensaba llevármelo. Había encargado a Antonio algunos títulos (el “Noir” de Garci; “En la orilla”, de Chirbes y uno histórico aventurero sobre los fiordos) y ya había gastado en libros más de lo previsto en estos tiempos de austeridad y ajustes. Pero, al ir a pagar, Antonio me hizo una oferta de esas que no puedes rechazar:

“Te va a gustar “Inside”. Es uno de esos libros que, como tú dices, te manchan las manos mientras lo lees”.

Además, es el libro elegido por el Club de Lectura de la librería para este mes de agosto, tras haber dedicado jornadas de lectura y reflexión a otras novelas negras y criminales, aunque de corte clásico.

Un libro, “Inside”, que empecé a leer la tarde del sábado y que rematé a primera hora del domingo. Y no porque tuviera pocas páginas, como algún jocoso amiguete me dejaba caer en el Twitter, sino porque sus 219 páginas se deslizan entre los dedos del lector a la misma velocidad que los billetes lo hacían entre los del célebre Tesorero.

 Inside portada

Al principio parece que “Inside” es un libro de relatos. De relatos negros y criminales. Duros. Muy duros. Y crueles. Porque ese padre de familia que rehace su vida para que, justo entonces… Pero no. No se trata de relatos independientes, sino de las piezas de un mosaico que, a través de los sucedidos a varios personajes, muestran la imagen de una juventud (y menos juventud) española que no queremos ver. Ni creer.

Una juventud que nada tiene que ver con los Nadal o Marc Márquez que los medios de comunicación nos venden hasta la saciedad como el modelo de la Marca España. ¿Marca España? No hijo, no. Para Marca… ¡la Marca Blanca! La Gran Dama Blanca que se vende por gramos y que se introduce por la napia (snif, snif, todo por la nariz; que cantaba Siniestro Total).

Porque hay otra España, pero está en ésta. Una España que, según nos cuenta Caamaño, puede estar en Alicante. Esa Alacant de noches de verano sin fin, repletas de clubes, playas, bares y sitios guapos para la beautiful people. Una Alicante en la que, sin querer, se dan cita una multitud de personajes que solo tienen una cosa en común: estar dentro de un túnel en el que la única luz que se ve al final es, efectivamente, la del tren que viene dispuesto a arramblar con todo.

 Borja Caamaño

Putas y putos, chalados y psicópatas, perdedores y perdidas, niñatos y niñaterías, gángsteres y mafias, corruptos y corruptelas… lo peor de cada casa. Solo que lo peor de cada casa está ahí al lado. A la vista. Cerca. Muy cerca. Mucho más cerca de lo que nos gusta creer.

Pieza a pieza, Caamaño va componiendo el mosaico de una sociedad rota y despedazada que solo funciona a base de alcohol, coca y violencia. Una sociedad que solo mira a través del turulo por el que se esnifa la farlopa. Una sociedad que, aparentemente, va a toda velocidad, pero que se encuentra en vía muerta.

 puticlub

No seré yo quien te recomiende la lectura de “Inside”. Solo te diré que, si Tarantino decidiera llevar al cine alguna novela española de lo que va de siglo, posiblemente se haría con los derechos del libro de Borja F. Caamaño.

A partir de ahí. Tú mismo. Y misma. Mente.

En Twitter: @Jesus_Lens

Salobreña: estado mental

Hubo un momento en que me puse las gafas, durante la presentación en la librería 1616 Books de mi querido Antonio Fuentes, un templo de la sabiduría y un monumento a la cultura del compromiso y la resistencia literaria. Las gafas de ver. Y vi a tantas personas, a tantos amigos; sentados y de pie, que rápidamente me las volví a quitar, para mantener aplacados los nervios.

 Librería 1616

O la tensión, más bien, como le decía a Panchy cuando me comentó que estaba más nervioso en Salobreña que en la presentación granadina. Y es que, una vez publicado “Cineasta Blanco, Corazón Negro”, tener el libro en las manos, hojearlo y releerlo, me hace revivir momentos muy intensos de estos últimos meses. Y muchas de las vivencias que, en los últimos años, he disfrutado en África.

“Vuelvo a Salobreña. Vuelvo al hogar”. Así titulaba una de las últimas entradas de este Blog. Y máxime porque, esta vez, me quedé en casa de Encarny, Colin y Dominique, que me tienen ya literalmente adoptado. Y allí, en el Casco Antiguo de Salobreña, compartiendo espacio con Tintín y rodeado de Garabatos Digitales, he pasado uno más de esos fines de semana memorables que empezaron el viernes a mediodía, con el atún del Trasmallo, una de esas delicias gastronómicas que nadie debería perderse, seguido que una visita al Sunem, para ver la Cruz decorada por Luis Villaescusa y disfrutar de los extraordinarios combinados que preparan en uno de los garitos con más encanto y más clase de la Costa granadina.

 Lens Tintín

Y después, al cine. A ver “Looper”, en ese Cineclub Mediterráneo tan vinculado a la Obra Social de mi CajaGRANADA, una película complicada, extraña y fantástica, sobre viajes en el tiempo, el azar, la necesidad, la casualidad, la causalidad, y el destino. Y la importancia de tomar las mejores decisiones, en cada momento, de acuerdo con la información de la que disponemos y pensando en las consecuencias de las mismas, de cara al futuro, inmediato y mediato. Una película con uno de esos finales sorprendentes, duros e imprevisibles. Un final que, sin embargo, no podía ser otro.

El viernes siguió entre cañas y tapas, por Motril, y una última visita al Studio JA de Salobreña, donde oficia Mariano, mi presentador oficial de libros en Salobreña, y cuyo saludo fue una maravillosa confesión: que este último es mi mejor libro, algo con lo que estoy absolutamente de acuerdo, sin desmerecer a mis trabajos anteriores. Lo repetiría en su maravillosa y sentida presentación del sábado. Y es que, como diría durante la misma, “Cineasta Blanco, Corazón Negro” lleva mucho de mí en sus páginas. Es una declaración de amor a un continente, África, que me da la vida. Un libro escrito con las tripas, las entrañas y el corazón.

 Cineasta Blanco Corazón Negro contraportada

Veía a mi Cuate y a Panchy en primera fila. A Antonio, en el lateral, con su mujer y sus dos preciosas hijas. Y allí estaba Conchi, la primera en llegar. Y camuflada, Reyes, con una compi, yo creo que un poco sorprendida por reencontrarse con un viejo amigo, tan cerca de aquella Chucha nuestra, pero a la vez, tan lejos de aquellos años en que éramos poco más que niños, con todo el futuro por descubrir. Y es que la vida, por fortuna, te da sorpresas…

Y a Concha y Paco, cuyo Pub Fusión es uno de los locales que deberían estar en la Enciclopedia de los Mejores Garitos de España; y que me hicieron un regalo que, a la vez, es una provocación, una invitación, un desafío: un buen puñado de películas africanas que me van a permitir (re)conocer ese maravilloso continente, desde dentro, por dentro. Y contado por los propios africanos. ¡Casi nada al aparato!

Y, también, en primera fila, Gonzalo Fernández Pulido, con su hijo, cariñoso, atento y participativo. Me gusta Gonzalo, y el compromiso que, como alcalde de la villa, mantiene por la cultura, el deporte y la educación en Salobreña. Y María Eugenia, la concejal de cultura. ¡Que estén un sábado, en plenas cruces, en la presentación de un libro sobre cine y África, dice mucho y bueno de ellos!

Como encontrar a Ángel Díaz Sol, el factótum de Puerto de Motril, cuyo crecimiento es fruto de una sensatez y discreción que alabamos en este artículo de IDEAL.

 
Firmando con Ángel Díaz Sol

Y estaban Clarissa. Y Marisa. Y Cristina. Y Encarny. Y Dominique. Y mi compi de CajaGRANADA, la directora de la sucursal de Salobreña, con su hijo. Y la gente de la Asociación Cultural 18600. Y estaban… me perdonáis que no nombre a todos, pero llegamos a coincidir casi 50 personas en la librería de Antonio.

¿Cómo no voy a adorar a Salobreña, donde no es que me sienta como en casa; si no que estoy en casa?

Después llegó la visita a La Vinatería. Y al Mesón de la Villa. Y a Carne a la Piedra, en la playa, donde brindamos con Antonio, el dueño, de una forma tan abrupta como sentida: “¡Salud! Y el que no nos quiera, que se muera”. Así, el whiskey sabe mejor.

Pero no quiero dejarme en el tintero, este pedazo de sorpresa que me deparó IDEAL por la mañana. El artículo de Federico García Fernández, íntegro y titulado «Lens el Africano», lo puedes leer aquí. Pero estas palabras me conmueven hasta las entrañas. ¿Qué puedo decir, sabiendo que no hay un “gracias” lo suficientemente grande como para recompensar un artículo escrito con tanto cariño, pasión y fuerza?

Reseña Federico

¡GRA-CIAS!

Por último, el sábado nos llevó a disfrutar de la melodiosa y envolvente voz de Ana Cisneros, en el Fusión. Un concierto íntimo, repleto de momentos tan hermosos como el “I remember you”. Ana toca la batería y canta, acompañada por un órgano Hammond. Y, solo con esos elementos, consiguen llenar un escenario con tanta personalidad como la que derrocha uno de esos locales que, como decía antes, exuda pasión, calor, color y que le dan sentido a nuestra vida musical.

The Godark Cuates
The Godark Cuates

Y casi sin dormir, me presenté en la línea de salida de la carrera de Salobreña, donde me reencontré con Flor y donde, contra todo pronóstico, me salió una gran carrera, corriendo a 4,28 minutos el kilómetro, aunque en el 7 me pegara un flato fuerte y tuviera que relajarme un tanto.

Ahora, en casa, viendo la NBA, tengo que deshacer la maleta y reordenar los libros, discos y películas que me he traído. Y los proyectos, las ideas y los planes de futuro que tenemos por delante. Muchos. Y variados. Desde los conciertos y las exposiciones a los viajes y los libros. Las fotografías, los discos, los textos…

Pero no nos adelantemos.

Disfrutemos del recuerdo de un fin de semana tan especial como todos los que transcurren en Salobreña. Y con un recuerdo muy especial para esas personas que quisieron estar, pero no pudieron, por razones y circunstancias distintas.

Dorsal, tras la carrera
Dorsal, tras la carrera

Porque Salobreña no es solo un pueblo precioso, sino un auténtico estado mental, una provocación intelectual, emocional y sensorial que invita a volver, una y otra vez.

¡Gracias, Frente Salobreñero!

En Twitter: @Jesus_Lens