TIERRA FIRME

Hoy es día de Liblogs, una iniciativa que se nos está desinflando. En ese enlace tienen más información sobre esa iniciativa literario-virtual. ¡Anímense a participar! Tenemos varias citas pendientes, con libros de Ruiz Zafón, Gabriel García Márquez o Jorge Amado, por ejemplo.

 

 

Una vez leí, sintiendo vergüenza ajena, las declaraciones de uno de esos escritores que se creen superimportantes. Decía que, cuando vio que un sujeto iba leyendo uno de sus libros en el metro, se deprimió y pensó en dejar de escribir. El buen hombre se mostraba convencido de que era indigno que su libro fuera deglutido en el metro por una persona que, a buen seguro, no se concentraba lo suficiente en esa magna obra en que él había trabajado con denuedo, esfuerzo y sacrificio.

 

No recuerdo (lo juro) ni el título de la novela ni la identidad del pretencioso autor, pero sí que me pareció un pamplinas, descalificando de esa manera a toda una literatura cuyo fin es hacer agradable algo tan incómodo y molesto como ir a trabajar.

 

Esos escritores que aspiran a cambiar el mundo con su obra, que se creen tan importantes como para sentirse humillados porque sus libros sean leídos en el metro por los currantes mañaneros, me provocan una mezcla de desprecio y miedo, la verdad. Porque los endiosamientos nunca son buenos. Para nada. En absoluto.

 

Y de todo ello me acordaba este fin de semana, cuando aproveché un viaje de ida y vuelta a Madrid para leer las apenas 250 páginas de «Tierra firme», de Matilde Asensi, una novela de aventuras, al modo clásico, que se devora en apenas un suspiro.

 

El viento en las velas de los barcos, los abordajes, naufragios, tesoros, piratas, los gobernadores corruptos y los comerciantes usureros conforman un fresco narrativo muy agradable de leer que, si bien no está llamado a revolucionar la historia de la literatura ni aspira a transformar la sociedad; resulta un estupendo entretenimiento para amenizar un viaje de cerca de 1.000 kilómetros.

 

Protagonizada por un puñado de personajes nobles y leales, esta novela de buenos y malos, que algunos no dudarían en tildar de maniquea, es un canto a las aventuras de antaño, a los culebrones de piratas y mujeres de mala vida que se reciclan en empresarias de éxito, con un sustrato inequívocamente histórico que sirve para descubrir cómo España, siendo ese Imperio en que no se ponía el sol, se las ingenió para naufragar en el contexto de un mundo mucho más globalizado de lo que podemos imaginar.

 

Una novela repleta de buenos sentimientos, que trasmite estupendas sensaciones y que, cuando viajas en autobús, te hace sentir que los llanos de la Mancha son el Océano Atlántico y que Puerto Lápice se asemeja a Cartagena de Indias.

 

A fin de cuentas, el Quijote enloqueció por leer novelas de caballerías ¿no?

 

¡Imaginación al poder!

 

Y con «Tierra firme», desde luego, el ambiente huele a salitre, el viento trae ecos de tormentas y tempestades y, mientras dura su lectura, te crees a punto de escuchar ese glorioso tipo de frase:

 

¡Izad el foque! ¡Arriad las jarcias! ¡Largad todo el trapo y…

Al abordaje!

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS

Para la última edición de los Liblogs se decidió que la lectura compartida fuera «Los renglones torcidos de Dios», una novela antigua de Torcuato Luca de Tena, clásico entre los clásicos, reeditado en bolsillo por Booket.

 

Como no llegué a la cita de los Liblogs, me limité a poner un par de citas sobre la locura, auténtica protagonista de la novela.

 

La primera no podía ser sino la clásica cita de Eurípides: «Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero le vuelven loco». Y puse esta cita porque estaba al principio (o al final) de un peliculón de ese maestro tan minusvalorado: Samuel Fuller. Efectivamente, «Corredor sin retorno» (Shock corridor. 1963) cuenta la historia de un periodista que, con el fin de hacerse con el Pulitzer, no duda en ingresar en un psiquiátrico en que se ha producido un asesinato y del que los únicos testigos son los propios pacientes del hospital. Una película terrible, durísima, con uno de esos finales que te dejan mudo, rascándote el cogote, absolutamente impactado.

 

Y claro, al saber que el autor de «Los renglones torcidos de Dios» estuvo visitando hospitales psiquiátricos para documentarse para su novela, no pude evitar la evocación, aunque una cosa es dejarse caer por los manicomios y otra muy distinta, hacer como el periodista de la película de Fuller o la propia protagonista de la novela, Alice Gould: ingresar como un paciente cualquiera en el infierno, voluntariamente, sin cinturón de seguridad alguno. Un salto al vacío, sin red.

 

Así, toda la primera parte de la novela de Luca de Tena me parece muy interesante. A través de la descripción de los enfermos que la protagonista se encuentra al ingresar en el manicomio, el autor hace un repaso por distintas patologías mentales de las que tanto hemos oído, pero de las que tan poco sabemos: fobias, esquizofrenias, paranoias, etcétera, tratando a los dementes con sumo cariño y respeto.

 

Pero después la novela se desliza por una pendiente, para mi gusto, mucho menos interesante: ¿está loca o no lo está la protagonista? ¿Es, efectivamente, víctima de una conspiración o padece realmente de una afección mental?

 

Y es que, como aficionado a la novela negra y criminal, ya he dicho en innumerables ocasiones que lo importante no es el famoso quién-lo-hizo, el who-do-it de la novela-enigma; sino el porqué, el trasfondo, las razones, el marco… el concepto, que diría Manquiña.

 

A mí, la locura, me da pánico. No es que piense que estoy muy bien de la azotea, pero más o menos, controlo. Y, sin embargo, cuando leo novelas como ésta, o como la célebre «Alguien voló sobre el nido del cuco», de Ken Kesey; o la propia «Tokio blues» de Haruki Murakami; me dejan muy tocados. Porque ¿quién nos puede asegurar que estamos libres del peligro de ese clic que se rompe dentro de la cabeza y desemboca en cualquier manifestación de locura, de la paranoia a la depresión?

 

Y por eso, el jueves pasado dejé otra cita, a modo de provocación, sin que nadie recogiera el guante: «La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.»

 

Y es que, curiosamente, la locura tiene buena prensa. La singularidad del loco, su radical independencia, su renuncia a los convencionalismos, su individualidad a ultranza; están muy bien considerados… desde la normalidad burguesa de una vida tranquila, sana y cómoda claro.

 

Si buscamos por la Red citas sobre la locura, encontramos un buen puñado de ellas que aluden a unos aspectos creativos, ingeniosos y positivos con los que me resulta muy difícil congeniar.

 

De Goethe: «La locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma»

A Nietzsche: «En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón»,

pasando por Ambrose Bierce: «Todos son locos, pero el que analiza su locura, es llamado filósofo» o

Samuel Beckett: «Todos nacemos locos. Algunos continúan así siempre».

 

A mí, sin embargo y a qué engañarnos, la locura me da miedo. Mucho miedo. Pavor. Terror, incluso.

 

Y vosotros, ¿cómo lo veis?

 

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Razonablemente cuerdo, creo.            

ANTICIPO LIBLOGS

Aquél a quien los dioses quieren destruir,
primero lo vuelven loco
.

Eurípides. (480 a.c. -406 a.c.) Filósofo griego.  

 

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.

 

 Heinrich Heine (1797-1856) Poeta alemán.

LIBLOGS, CUAVERSOS Y LETRAS ON LINE

Este artículo lo publicamos en IDEAL hace unos meses. Pero es buen momento de recordar qué es todo eso de los Liblogs, los Cuaversos, etc.

 

¿Cuántas veces hemos oído que la informática, los ordenadores e Internet nos alejan de los libros, la lectura y la literatura, que nos aíslan y nos convierten en individuos solitarios y asociales?

 

Un grupo de blogueros granadinos, dispuestos a llevar la contraria a tan catastrofistas vaticinios, hemos puesto en marcha diversas iniciativas que, tendiendo puentes entre  las páginas de los libros y los bytes de los ordenadores, demuestran que la difusión y la creación literarias no sólo no están reñidas con el fascinante mundo virtual propiciado por Internet sino que, muy al contrario, la Red es un inmejorable aliada… si sabemos cómo usarla.

 

A la primera de dichas iniciativas la bautizamos como Liblogs y es tan sencilla como atractiva: leer un libro determinado y, el último jueves de cada mes, subir a nuestras Bitácoras una reseña, unas reflexiones, notas, imágenes, vídeos, música, dibujo… o cualquier cosa que la lectura del libro nos haya sugerido.

 

Entre todos y de forma comunitaria, hemos confeccionado una lista de libros, expuesta en diferentes bitácoras. Así, todo el mundo puede saber cuál es el libro del mes y, tenga o no una bitácora, puede participar de esta iniciativa leyendo las distintas aportaciones que se hacen en los diferentes Blogs y, por supuesto, comentándolas on line, a través de esos Comentarios que se han erigido en auténtica tribuna libertaria de discusión literaria, una de las mejores y más útiles herramientas que las páginas personales de Internet ponen a disposición de los usuarios.

 

La iniciativa Liblogs comenzó con «El principito», siguió con «Bomarzo» y, para este mes, todos andamos leyendo «Entre limones», la biografía alpujarreña de Chris Stewart, publicada por la editorial andaluza Almuzara.

 

Si visitan ustedes Bitácoras como El Jardín de Bomarzo (www.eljardindebomarzo-bomarzo.blogspot.com) El Mayor Espectáculo del Mundo   (http://photophinis.blogcindario.com/) El Sueño es Vida (http://blogos.comze.com/)   Cuaderno Bueno (http://cuadernobueno.blogspot.com/) o El Silencio del Espacio (http://elsilenciodelespacio.blogspot.com/) podrán encontrar Entradas dedicadas a dichos libros y, en adelante, los últimos jueves de cada mes, Posts dedicados a libros como «Yerma», «La sombra del viento», «El amor en los tiempos del cólera» o «Gabriela, clavo y canela», entre otros.

 

Cuando le preguntamos a Rigoletto (http://blogs.ideal.es/rigolettobloguero/posts), uno de los fieles a los Liblogs, por sus opiniones sobre la iniciativa, nos dice lo siguiente: «Son un pequeño desafío. Se puede caer en la tentación de decir «Bah, es una tontería y no voy a participar», pero después te arrepientes de no estar con el resto de la peña de amigos de la Blogosfera. Y ahí te dejas llevar irremisiblemente de manos de la empatía, del sentimiento de pertenencia a un grupo, del colegueo. Merece la pena» 

 

Toni, de La Rosa del Desierto (http://blogs.ideal.es/la-rosa-del-desierto/posts) incide en ello: «Buena iniciativa, pero sobre todo es una gran proyección hacia la lectura conjunta. Todos leemos, todos versioneamos, todos aprendemos, cada uno con su forma de ver las cosas.»

 

Como la experiencia fue muy positiva y en la misma han participado un buen número de Bitácoras, a través de aportaciones tan distintas como imaginativas, ricas y complementarias, decidimos dar un paso más allá y dedicar un día a la semana al género literario más minoritario: la poesía.

 

Desde hace unas semanas, todos los miércoles, la Blogosfera granadina se ve tomada al asalto por un puñado de versos. Unas veces, propios y originales de los propios blogueros. En otras, cada cuál elige un poema que le resulta especialmente hermoso, sugerente o evocador y lo cuelga en su página. El objetivo es que, los miércoles, en nuestras bitácoras, se pueda respirar un poco de poesía.

 

Como dice José Antonio Flores, propietario de Opiniones intempestivas (http://opinionesintempestivas.blogspot.com/), los miércoles poéticos, titulados Cuaversos de Bitácora, suponen «una bocanada de aire fresco entre tanta estulticia que se puede encontrar en la Red». En estas semanas se han podido leer poesías muy distintas, desde clásicos de Cernuda, Ángel González o Machado a, por ejemplo, la letra del himno del Liverpool, el célebre «Nunca caminarás solo», entonado apasionadamente por cientos de miles de hinchas en Anfield Road, o unos poemas visuales muy sugestivos, de Pablo Reinoso en Pateando el mundo (https://www.granadablogs.com/pateandoelmundo/)

 

Además de hablar de libros y escribir poemas, estos días, muchos Blogs se han apuntado a otra singular iniciativa: la asociación cultural Novelpol de amigos de la novela negra y criminal, convocó un original concurso literario: escribir microrrelatos de género policíaco de exactamente doscientas palabras. Ni una más ni una menos. El título y doscientas palabras para contar un crimen, un secuestro, un atraco o una paliza. Lo que la imaginación dictara al autor… pero siempre teñido de negro.

 

Ficción súbita que podemos encontrar en Bitácoras como El sitio de mi recreo (http://elrecreodenefer.blogspot.com/) o La Piel de mi Almanaque (http://blogs.ideal.es/eltercero/posts), por ejemplo. Un desafío a la concreción y la brevedad que obliga a desarrollar una historia en un escueto puñado de doscientas palabras que, a decir de los expertos, son las apropiadas para leer, bien concentrados, en una pantalla de ordenador.

 

Con iniciativas como los Cuaversos, los Liblogs o los microrrelatos negros, un buen y creciente grupo de internautas granadinos nos hemos propuesto tender puentes entre dos de nuestras aficiones: la Red y las letras. Aprovechando los recursos y las posibilidades que brindan las Redes Sociales, estos proyectos nos demuestran que la literatura no tiene porqué estar reñida con los ordenadores y que, en vez de aislar y separar a las personas, Internet puede colaborar a tejer una auténtica comunidad de amigos que comparten aficiones e intereses comunes. En este caso… la lectura, difusión y creación de buena y sugerente literatura.

 

Anímense a visitar las páginas reseñadas y, por supuesto, únanse a estas iniciativas. No se arrepentirán, aprenderán algo y, sobre todo, se divertirán mucho, conociendo a un grupo de letraheridos que, en la Blogosfera, hemos encontrado un proceloso océano virtual en que echar a navegar nuestras aficiones librescas y literarias.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.             

LIBLOGS: ERROR HUMANO. CHUCK PALAHNIUK

Llevaba tiempo queriendo leer a Chuck Palahniuk, autor que se hizo famoso, mayormente, por haber escrito la novela «El club de la lucha» que, llevada al cine por David Fincher y protagonizada por Brad Pitt y Edward Norton, se convirtió en mucho más que una película.

 

Las tesis anarquistas de «El club de la lucha», sus personajes al límite, adictos, insomnes, solitarios, su estética, la fuerza de unas imágenes poderosísimas, el servicio de un mensaje incendiario convirtieron a Palahniuk en uno de los apóstoles literarios de la modernidad más radical.

 

Y, hasta ahora, nada había leído de él.

 

Clarence, el Niño de las Culturas, nos puso como tarea de Liblogs, para este mes de enero, leer un libro de este autor: «Nana». Pero no hubo forma de encontrarlo en ninguna de las librerías de la supuestamente llamada a ser Capital Cultural de Andalucía. Así que tiré de mi biblioteca y, para «cumplir», he leído otro Palahniuk: «Error humano», que no es una novela, sino una serie de artículos, reportajes y reflexiones varias de un tipo que, sinceramente, me cae la mar de bien.

 

Los que se reúnen bajo la divisa «Gente reunida» son proverbialmente extraordinarios. De gente que folla casi porque sí, como sin querer, en unas convenciones de sexo grupal a ese encuentro literario en que pagas para que un tipo de una editorial o una productora cinematográfica te escuche contar tu historia en, exactamente siete minutos, tiempo en que debes convencerles de que es tan buena que deben comprártela.

 

Y, por supuesto, «De donde viene la carne», precisa crónica de unas jornadas de lucha que ponen los pelos de punta por las cosas que cuenta y que, sin embargo, te «obliga» a identificarte con todo lo que cuenta.

 

Hay consejos literarios, hay locuras como el reportaje sobre la gente que vive en castillos en EE.UU. o sobre el tipo que fabricaba cohetes caseros para subir al espacio. Y, después, las semblanzas de personalidades del show bussiness tan peculiares como Juliette Lewis o el zumbao de Marilyn Manson.

 

Raros.

 

Todos los que aparecen en «Error humano» son raros. Muy raros. Peculiares. Extraños. Distintos. Diferentes. Y Palahniuk, quizá porque él mismo es raro, los trata no sólo con respeto o tolerancia (esas palabras tan políticamente correctas) sino con veneración, con comprensión, sintiéndose parte de ellos, identificándose con sus rarezas y peculiaridades, compartiendo una forma distinta de ver el mundo y vivir la vida. A contracorriente.

 

Y lo hace a través de una narración en que el punto de vista es tan importante como los detalles que sirven para contextualizar a los personajes, para definirlos, para explicarlos. Pequeños detalles que lo son todo. De las orejas de los luchadores al «se han acabado sus siete minutos» o al cuestionario que una vez preparó Juliette Lewis para un amigo y cuyas preguntas dicen más de ella que lo que las respuestas hubieran dicho del encuestado.

 

Palahniuk es literatura en estado puro. Una literatura al margen, que bebe de la vida. De una vida al límite. Literatura que pone su mirada en los rincones oscuros de los callejones, en lo que pasa en los arcenes de las carreteras, en lo que pasa cuando cierran las puertas de los bares, bien entrada la madrugada.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.