Las Colas

Columna que publico hoy en IDEAL. Y es que entre las ratas del río Monachil y esto, da la sensación de que vamos, a pasos agigantados… ¡hacia atrás!

Pocas imágenes más representativas del tercermundismo que las colas. Hacer cola, básicamente, es perder el tiempo. Y hacérselo perder a los demás. Por lo tanto, cuantas más colas y más largas, peor. Así, en general. Y en bruto.

 cola

Asistimos estos días a las lamentables imágenes de las colas que se montan desde antes del amanecer, en las gélidas madrugadas de invierno, a las puertas del Registro Civil de Granada, una de esas dependencias que aún requiere de la presencia física de los usuarios para una adecuada prestación de servicios: inscripciones y partidas de nacimiento, defunción y otros documentos oficiales por el estilo.

Fotografías de colas enormes y desmesuradas, más propias de fans adolescentes que aguardan para conseguir las mejores entradas para un concierto que de ciudadanos de a pie que acuden a un edificio público en un país desarrollado. Aberrantes colas que hacen sonreír cuando están integradas por frikis gafapastas que tratan de hacerse en primicia con el último gadget tecnológico del momento; pero que dan pena cuando son el reflejo de la ineficacia y la ineficiencia de la administración pública.

 Colas

Ojo. De la administración, no de los pobres funcionarios a los que les toca sufrir las iras de los ciudadanos, indignados, maltratados y aplastados por el peso de la burocracia. Según hemos podido leer, la culpa de haber llegado a esta situación la tienen los recortes, excusa que, dicho sea de paso, sirve para un roto y para un descosido: la falta de presupuesto “obliga” a no cubrir bajas, a no pagar horas de refuerzo y a no abrir por la tarde. Y ello condena a centenares de personas a perder horas y horas de su vida personal, laboral y profesional en la absurda, ingrata, inane e imbécil tarea de hacer cola.

Una de las imágenes que tenemos grabada en nuestro imaginario colectivo y que mejor reflejaba el fracaso colectivo del supuesto régimen socialista soviético es la de las colas. Colas para poder adquirir cualquier bien o servicio, por básico que fuera. Una foto con decenas de personas en fila, ateridas de frío y esperando pacientemente; nos retrotrae a tiempos pretéritos y que creíamos extintos. Da igual que ahora vistamos con ropas de colores y calcemos botas aislantes: hacer cola en mitad de la calle huele a naftalina, pinta en sepia, recuerda a las cartillas de racionamiento y es sinónimo de derrota y de inacción, de pérdida de tiempo, de improductividad y de vacío.

 Colas registro civil

No sé lo que costará, en cifras, reponer a los funcionarios que, hasta hace poco, atendían en tiempo y forma el Registro Civil, pero en imagen, estética, dignidad y confianza; la vuelta a una cierta normalidad en la atención a los ciudadanos no tendría precio.

Jesús Lens

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El letrista del celuloide

Mucho, mucho cachondeo os traéis. No me extraña. Aquí está el enlace con el Perfil de un servidor que Ángeles Peñalver publicó el pasado sábado y que está provocando tantas bromas como muestras de cariño: El letrista del celuloide.

¡Si es que hay que quereros!

Todo esto nos obliga, nada más, que a ser más uno mismo. ¡Y nada menos! Aprovecho para dejar unas fotos de la presentación de «Café-Bar Cinema», cortesía de Cristian Gálvez. El lugar, por supuesto, el inimitable Restaurante Álvaro Arriaga, del Centro Cultural CajaGRANADA.

En dos palabras: ¡GRA-CIAS!

Jesús rojísimo Lens

Y en años anteriores… 2008, 2009 y 2010.