Un mundo convulso

Cuando tengo tiempo, como ayer, a mí también me gusta leer el periódico de atrás hacia delante. Es toda una declaración de intenciones, comenzar por las secciones más tranquilas del IDEAL, de la información sobre la televisión a la cultura, sociedad, investigación y deportes.

Estaba tan relajado, entre el Festival de Música y Danza y el perfil dedicado a Josep Pérez, el fantástico base del CB Granada-Covirán, que al llegar a las páginas dedicadas a la información internacional me pegué un susto morrocotudo.

Cuando voy con prisa, comienzo por las páginas dedicadas a Granada, Andalucía, Opinión e información nacional. Como llevamos tantos meses de tensión y sobresaltos, al acabar estas secciones me invade la ansiedad, por lo que volteo el periódico y trato de recuperar la calma con las secciones antes detalladas. Así, termino por prestarle poca atención al resto del mundo.

En parte, este desapego a lo internacional tiene que ver con el empacho de Brexit y la sobreexposición de Trump, el presidente omnipresente. Llevamos soportándole tres años y el mundo todavía sigue incólume. Algo zarandeado, pero entero. Podríamos pensar que tampoco está siendo para tanto lo de la presidencia de Trump. Que perro ladrador, poco mordedor. Que se le va toda la fuerza por el twitter, con sus amenazas vanas y sus baladronadas infantiloides. Sin embargo, la creciente tensión entre Estados Unidos e Irán resulta de lo más preocupante.

Los problemas en el ayuntamiento de Granada, el cambio de gobierno en Andalucía y la multirrepetición de las elecciones generales hacen que estemos muy pendientes de las cosas de casa. ¿Demasiado, quizá? No sé ustedes, pero nunca he estado tan desconectado de lo que pasa en el resto del mundo, Europa incluida.

Propósito de enmienda: prestar más atención a lo que ocurre ahí fuera. Nos enfrentamos a importantes retos globales en el futuro inmediato que nos afectan directamente, del cambio climático, la desigualdad rampante y la pobreza al auge de los nacionalismos y del fascismo, la precariedad laboral o los incesantes flujos migratorios. ¡Y nada de lo humano debería sernos ajeno!

Jesús Lens