Los niños de la Ciudad

Es sintomático cómo cambia la película. Cuando se internaba a los inmigrantes en hoteles de las Canarias cerrados por la pandemia, las fuerzas reaccionarias de este país se echaban las manos a la cabeza, criticando que el Gobierno les regalara unas vacaciones pagadas. Que vinieran a España a tratar de ganarse la vida daba igual. El discurso xenófobo y racista no admitía medias tintas o matiz alguno.

Ahora que los internados son chavales españoles desplazados a las Baleares a correrse una juerga pandémica; esas mismas voces reaccionan como si los hubieran encerrado en un campo de concentración.

Quiso la casualidad –o no – que en mitad de la polémica sobre los jóvenes juerguistas, Laura Ubago publicara ayer un excepcional reportaje sobre catorce chaveas extranjeros y mayores de 18 años que, al amparo de la Ciudad de los Niños, hacen por labrarse un futuro profesional en nuestro país. Hicham es ayudante de cocina en un restaurante y quiere ser peluquero. Mohamed sueña con ser recepcionista de hotel. (Leer AQUÍ)

Captura del vídeo de Alfredo Aguilar.

Sangokoura quiere ser ingeniero, Cherno es peón de fábrica en un tostadero y Ousama e Ilyas están en la órbita de la hostelería. En su mayoría, llegaron a España sin conocer el idioma ni las costumbres de nuestro país. Sin red de apoyo familiar o social que les amparase, enmarañados en la burocracia. Y ahí están, peleando a brazo partido por formarse y acceder a un puesto de trabajo, al margen de tópicos y lecturas tremendistas y malintencionadas.

Jóvenes como ellos serán quienes paguen nuestras pensiones en un futuro no muy lejano. Además, tratarán de ayudar a los familiares que quedaron lejos. Acogerlos e integrarlos en nuestra sociedad, además de ser éticamente justo y necesario, nos interesa. Nos beneficia. No es buenismo bienintencionado ni rollo multicultural, aunque también. Es interés, puro y duro. Pasta. Dinero.

Captura del vídeo de Alfredo Aguilar

Enhorabuena a la Ciudad de los Niños y a los empresarios que colaboran con la organización para conseguir trabajo a quienes tanto lo necesitan y más difícil lo tienen.

Jesús Lens

Tesoros y vertederos submarinos

Hagamos como cuando éramos chicos: tengo dos noticias, una buena y una mala. ¿Cuál prefieren leer ustedes primero?

Yo, siempre la mala. Por ejemplo: ‘Vertedero marítimo. En los fondos marinos de la Costa granadina se acumula la basura que se arroja desde la superficie, la mayoría plásticos de invernaderos”.

¿Leyeron y vieron las demoledoras fotos del espectacular reportaje de Rebeca Alcántara, en el IDEAL del pasado domingo? AQUÍ lo tienen. Fue un shock. Venía de Lyon, donde todo está tan cuidado, donde miman a sus ríos con tanto cariño, que me entró un súbito bajonazo.

“Es imposible limpiar el fondo del mar, pero sí se puede trabajar para averiguar cuál es el origen de esos residuos y poner en marcha acciones que ayuden a que estos desperdicios dejen de llegar a nuestros océanos”. Son palabras de Enrique Montero, impulsor de un proyecto medioambiental llamado Ecopuertos, y me parecen de imprescindible aplicación.

Lo están viendo ustedes, una y otra vez, en mil y una informaciones: nuestros mares se ahogan en plástico. Y, con él, las criaturas que habitan en los fondos marinos. Ese pescado que ustedes y yo nos comemos, sin ir más lejos, hasta el punto de que un 70% de la sal y el marisco que se venden en España contiene microplásticos, según la OCU.

Puede parecer una exageración, pero la guerra contra el plástico es una de las más importantes que debemos librar, por muchos frentes abiertos que tengamos a nuestro alrededor.

Lo malo de haber empezado por la noticia mala es que me he comido casi todo el espacio de esta columna. ¡No es justo! Aun así, y a pique de ampliarla en próximos días, terminemos hablando de algo positivo, dándole la palabra a Laura Ubago y recordando el IDEAL de hace una semana: ‘Almuñécar plantea montar un museo submarino con esculturas y barcos hundidos’. (Leer AQUÍ)

Ejemplo de Museo Submarino, en México

Mucho se está hablando de posibles museos y otras infraestructuras culturales en la precampaña electoral y, sin embargo, demasiado poco se ha comentado esta extraordinaria idea. Esto sí es algo nuevo, diferente, interesante, atractivo y rompedor; nicho de mercado para un turismo cultural distinto al habitual.

El haz y el envés de de nuestros fondos marinos, que no podemos permitir que sigan siendo un vertedero.

Jesús Lens