Juego de Truenos

El cine y las series de televisión pueden moldear, cambiar y transformar la sociedad. Es algo que sostengo desde hace tiempo y, de hecho, hasta he dado charlas para demostrarlo fehacientemente.

Entre otros, me gustaba poner como ejemplo a Pablo Iglesias regalándole las cuatro primeras temporadas de “Juego de Tronos” al rey, para que conociera “las claves sobre la crisis política de España”.

Tiempo después, en la pasada campaña electoral andaluza, Teresa Rodríguez volvió al ataque catódico e identificó a Adelante Andalucía como la Guardia de la Noche que, para acabar con los Caminantes Blancos, se compraba tres dragones. En un vídeo que no tardó en hacerse viral -y que caminaba sobre la delgada línea que separa lo moderno y actual del ridículo más espantoso- la líder de Podemos en Andalucía terminaba caracterizada como la Khaleesi andaluza.

¿Con qué personaje de la saga de R.R. Martin se identificaría Pablo Iglesias en sus sueños más íntimos? Por imagen, con alguno de los Stark, posiblemente, que para algo son los buenos de la función. Pero en su fuero interno y tan amante como es del tactismo y de las estrategias, fijo que fantaseaba con ser ese Meñique que, con su preclara inteligencia y prodigiosa visión de futuro, terminaría por dirigir los destinos de España.

La realidad, sin embargo, es tozuda y personajes tan poderosos como los de “Juego de Tronos” no se han avenido a desempeñar el papel impuesto por los dirigentes de Podemos: la tormentosa actualidad política española les ha dado uno de esos letales golpes de efecto tan característicos de la saga.

La maniobra de Errejón en Madrid y la renuncia de la granadina Carmen Lizárraga en Sevilla acaban de dejar reducidos a Iglesias y Rodríguez a la categoría de pérfidos Lannister escorados hacia la extrema izquierda más inmovilista.

Si por algo se caracterizan los Lannister es por no temblarles el pulso a la hora de laminar a sus rivales internos. Como sucede en la fértil y cruel imaginación de J.J. Martin, en Podemos no hay personaje que esté a salvo ni seguro de llegar con vida al siguiente episodio.

Y como ocurre con las sagas-río, resulta complicadísimo seguir la trama de Podemos, sus familias, marcas, confluencias, escisiones, purgas y traiciones sin el imprescindible resumen de todo lo acontecido previamente en la serie, al comienzo de cada capítulo.

Jesús Lens