Privacidad volatilizada

“Si es privado, no lo pongas on line”. Perdónenme que vuelva a mis batallitas docentes a cuenta de la Comunicación (lean esta otra AQUÍ, igualmente en IDEAL), pero es una de las discusiones que suelo tener con los estudiantes: los límites de la privacidad. Sobre todo, porque siempre he defendido que, en Internet, no existen.

Da lo mismo la red social que utilices, los filtros y restricciones que pongas, los grupos privados de los que formes parte… todo lo que subas a la Red, sea a la Nube, sea al nublo; es susceptible de ser de dominio público y, por tanto, difundido, compartido, usado, pirateado o robado.

Si no quieres que la gente lo vea, no lo compartas en la Red. Y, ni mucho menos, en las redes. Sociales o sin socializar. No lo compartas en grupos privados, ni en chats personales, ni en ningún formato on line.

Por desgracia, las filtraciones de Facebook y su uso político, me dan la razón. Paradójicamente, he necesitado dos días y ver la información impresa en las portadas de los periódicos tradicionales para ser consciente de la magnitud de la tragedia: cuando leí la noticia en internet, no le presté excesiva atención, despachando el tema con displicencia, como si de otra fuga de datos cualquiera se tratara.

Pero no. Lo ocurrido con los datos de Facebook y Cambrigde Analytica es tan sumamente grave que me huele a manipulación electoral y a golpe de estado. Habrá que estar muy atentos a todo lo que vaya surgiendo de las investigaciones iniciadas, pero me temo que estamos ante una gravísima amenaza hacia los sistemas democráticos de todo el mundo.

No tengo pensado irme de Facebook, pero sí que me voy a tomar más en serio lo de publicar enlaces con noticias contradictorias para tratar de despistar a los robots perfiladores y al algoritmo. Jugar con irónicos mensajes de apoyo a Cifuentes por su manera de completar el currículum y loas a Luis Salvador por su coherencia política. Hablaré más de barcos y menos de trenes. Y mucho del tiempo, celebrities y fútbol. Para todo lo demás… ¡compren el periódico!

Jesús Lens

Comunicación: cambio de paradigma

Esta tarde estaré, en Sevilla, con un grupo de estudiantes que cursan un Master de Gestión Estratégica en la Facultad de Comunicación de la Universidad Hispalense. No hará ni diez meses que estuve con el grupo del año pasado, en ese mismo Master. Y, repasando y actualizando las cinco horas de sesión, estoy alucinando con cómo y de qué manera han cambiado las cosas. Y no necesariamente para mejor.

Porque el año pasado por estas fechas, el Brexit era algo hipotético y lejano, Trump era un mal chiste y no había comenzado la (con)fusión hospitalaria en Granada. Por ejemplo. La palabra Posverdad no existía en nuestro lenguaje cotidiano, Theresa May ni siquiera pensaba en los términos de la petición de divorcio de la UE y Pablo Iglesias y Errejón todavía quedaban para ver “Juego de tronos”.

 

Y la comunicación tiene mucho que ver en todo lo que ha ocurrido en unos meses vertiginosos. Por ejemplo, yo me he enganchado a los programas de Bill Maher y John Oliver en HBO, semanarios de humor que repasan la actualidad política norteamericana y la diseccionan mucho mejor que los más sesudos análisis de los Think Tank internacionales.

 

¿Podemos hablar de Comunicación, hoy, sin dedicar tiempo y espacio a la revolución del doctor Jesús Candel y a su capacidad de movilización ciudadana a través de las redes sociales, bastándole un móvil y un palo selfie transmitiendo a través de Facebook para poner en jaque a la Consejería de Salud de la Junta, provocar dimisiones y comprometer a la mismísima Susana Díaz?

¿Y qué me dicen de la compulsión tuitera de Trump y de la importancia de los fakes, las noticias falsas, en la salida de Gran Bretaña de la UE y en la derrota de Hillary en Estados Unidos?

 

En un puñado de meses, todos los paradigmas han cambiado. Y lo han hecho a velocidad de vértigo. Pistas, había. Y datos que lo hacían presagiar, también. Pero la constatación factual de que nada es como solía ser en el mundo de la comunicación, resulta abrumadora.

Por eso, es más importante que nunca atender a los hechos y ser lo más rigurosos posible a la hora de emitir y compartir información. Ya no es una responsabilidad, únicamente, de los medios de comunicación. Ahora es una responsabilidad ciudadana sobre la que resulta necesaria una profunda reflexión.

 

Jesús Lens