¡Viva el basket!

Fin de semana dedicado al baloncesto, dándose la circunstancia de que coinciden la Copa del Rey de la ACB con el All Star de la NBA. Y, a la vez, el Fundación CB Granada-Covirán defendía el liderato de la LEB Plata en casa. ¡Cuántas emociones! ¡Cuántas imágenes y estampas para el solaz y el recuerdo! Y de ello hablo hoy lunes en IDEAL.

Han coincidido estos días esos eventos especiales y singulares que parten en dos las mal llamadas temporadas regulares -temporada programada sería más exacto, para no desmerecerla- tanto en la ACB como en la NBA.

Con la Copa, la ACB supera a la NBA en interés y excitación competitiva: mientras que el All Star se ha convertido en un circo intrascendente y bastante aburrido, la Copa es, junto a la Final Four de la Euroleague, una competición eléctrica que no admite despiste, fallo o relajación: el que pierde, se vuelve a casa. ¡Esto sí es un auténtico All Star, con los mejores jugadores de los mejores equipos peleando durante cuatro días por uno de los títulos más codiciados del año! De hecho, la NBA baraja hacer algo semejante.

Es posible que le tenga tanto cariño a la Copa porque pudimos disfrutar de dos de ellas en Granada: la que ganó el Estudiantes de Azofra y Herreros y la del Baskonia de Marcelo Nicola. ¡Qué tiempos! ¡Qué vibraciones! ¡Qué nervios, tensión y excitación!

Me acordaba de todo ello disfrutando, el sábado, del partido de nuestro equipo, con un redivivo Iván Martínez desplegando su clase sobre el parqué, con pases de fantasía y triples imprescindibles. ¡Qué gusto y qué orgullo, ver al Fundación CB Granada Covirán en lo alto de la clasificación! Que habrá quien no valore la LEB Plata… y no sabe lo que se está perdiendo.

Como amante del baloncesto, disfruto tanto de ver a Curry y a los Warriors de madrugada como a Jesús Fernández, los sábados por la tarde. Y, por supuesto, ¡qué lujazo, la Copa del Rey! Sensacional ver a Doncic, el Don, carne de número 1 del draft de la NBA en 2018; a ese MVP que es Llull o a ese jugador tan veterano como intenso, Chapu Nocioni. ¿Se nota que soy merengue?

Luka Doncic
El Don

¡La de saltos que di en Málaga, en 2014! Ahí comenzó una arrolladora racha ganadora que anoche sumó otro inenarrable trofeo, con la cuarta Copa consecutiva. ¡Ahí es nada!

Jesús Lens

Grande, el Pequebasket

Iván Martínez, uno de los cracks del Fundación CB Granada-Covirán, ha tenido muchos partidos importantes este año. Algunos de ellos, se jugaron ayer domingo, en la Ciudad Deportiva de Armilla. Porque Iván, como el Gran Capitán Jesús Fernández o nuestro base dinamita, Didi García; además de ser jugadores de la primera plantilla del equipo nazarí, también entrenan a sus categorías inferiores.

Exterior de la Ciudad Deportiva de Armilla
Exterior de la Ciudad Deportiva de Armilla

Iván, en concreto, entrena a los Pitufos Genil, que son tan pequeños que ni siquiera alcanzan la categoría de benjamines. Niñas y niños de entre cinco y ocho años de edad a los que da gusto ver jugar sobre una cancha de baloncesto, todo entrega, pasión, compañerismo y diversión.

La estampa de Iván, rodilla en tierra y rodeado de sus Pitufos, que lo abrazan como al mejor de los amigos, resulta emocionante. Y eso que es un entrenador exigente: les pide defensa, que utilicen ambas manos en las entradas a canasta o que practiquen pase sin bote para llevar el balón de una cesta a otra. ¡Pero cómo anima, felicita y encorajina a sus Pitufos, durante cada minuto de cada partido!

Iván & Los Pitufos
Iván & Los Pitufos

Y eso que ayer jugaron cinco. Porque el domingo, la Ciudad Deportiva de Armilla hervía de baloncesto gracias al monumental Pequebasket que, por cuarto año, organiza el Fundación CB Granada-Covirán. Más de setenta equipos provenientes de Granada capital y provincia, de Málaga y de Almería. Más de 700 niñas y niños conviviendo en un extraordinario ambiente lúdico-deportivo en el que, por encima de todo, se veían sonrisas.

Hacía calor. Y el estruendo de los silbatos de los árbitros, los gritos de ánimo de los familiares y las instrucciones de los entrenadores hacían que, por momentos, el ambiente del Pabellón estuviera muy cargado. Daba igual. En el Pequebasket se aplaude y se celebra cada canasta con alegría y alborozo. Y no porque haya pocas, precisamente. Que resulta sorprendente la fluidez con la que anotan esos Pitufos, Benjamines y Alevines.

Foto: Fermín Rodríguez
Foto: Fermín Rodríguez

Se celebra cada canasta. Y cada defensa. Cada buen pase y cada robo de balón. Se celebra que los equipos sean mixtos y que jueguen el mismo tiempo los mejores que los menos duchos, los más habilidosos que los más torpones, los más altos que los más bajitos.

El Pequebasket, una gozada que permite a centenares de niños y a sus familias disfrutar de la más pura esencia del deporte.

Jesús Lens

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