Aislados & Enfrentados

Durísimo y terriblemente injusto el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, cuando acusa al alcalde de Granada de estar ejerciendo presión para abrir la circulación del AVE y del resto de trenes sin tener las autorizaciones de seguridad pertinentes.

Si haber participado en las últimas manifestaciones que clamaban contra el indignante y bochornoso aislamiento ferroviario de Granada es prueba de dicha presión, yo me autoinculpo como insensato presionador.

Y, sin embargo, no me siento culpable, que no veo contradictorio clamar por la vuelta del tren a Granada y, a la vez, exigir todas las garantías de seguridad imprescindibles para ello.

Estos días, en Cuenca, hablando con escritores y lectores aficionados al género negro, me daban la enhorabuena porque, por fin, los invitados a Granada Noir podrían venir en tren, el próximo octubre. ¡No vean qué cara se les quedaba a mis interlocutores cuando les decía que, aunque las obras del AVE terminaron oficialmente a finales del 2017, todavía no hay siquiera previsión de cuándo llegará un maldito tren a Granada! Excepto el lujoso y prohibitivo Al Ándalus, que ese tiene patente de corso. (De ello escribí AQUÍ hace un año)

¿Queremos seguridad? Por supuesto. Toda la del mundo. ¿Significa eso que tengamos que resignarnos a seguir indefinidamente sin AVE, ferroviariamente aislados, sin tener noción de qué plazos manejan el ministerio de Fomento y las agencias de seguridad pertinentes? ¡Ni muchísimo menos!

Íñigo de la Serna le ha cogido ojeriza al alcalde, que me lo imagino como al Capitán Garfio, cuando decía aquello de “¡Odio, odioooo, ODIOOOOOO a Peter Pan!”, cada vez que oye la palabra “Granada”.

Pero sus odios y antipatías, a los ciudadanos nos dan igual. Queremos información. Queremos plazos. Queremos garantías. Exigimos compromisos.  Estamos hartos, en Granada, de ser el hazmerreír de España. Queremos saber qué previsiones maneja el Ministerio para saber cuando volverán a circular los trenes por nuestra tierra.

En Granada Noir ya damos por supuesto que, en octubre, diez meses después de terminadas las obras del AVE, seguiremos sin tren. Resulta triste y lamentable, pero es así. ¿Y las estrellas internacionales que vengan al festival de Jazz, en noviembre? ¿Lo podrán hacer en ferrocarril? ¿Y los viajeros que quieran visitarnos en el Puente de la Inmaculada Constitución? O lo mismo, el ministro, se reserva el 28 de diciembre para el viaje inaugural del AVE, como humillación final y definitiva a Granada…

Jesús Lens

Epístolas ardientes

“No solo soy incapaz de entender lo que está sucediendo, sino que se me está obligando a situarme en una posición que pone a prueba la paciencia más férrea. Son muchos meses de incumplimientos, de parálisis, de silencios…”.

Así se expresa nuestro alcalde, Francisco Cuenca, en una tensa y vibrante misiva remitida al ministro de Fomento. Se aprecia pasión y tensión en su escritura. Angustia y desazón. Soledad, abandono e incomprensión. Hay, también, mucho de reproche, de crítica velada… y sin velar.

Dado lo prosaico y, a la vez, lo poético de su nombre compuesto; Íñigo de la Serna no se arruga y contribuye a la necesaria revitalización del género epistolar a través de una carta en la que, después de mostrar su pasmo y sorpresa, renueva sus votos y su “compromiso con la alta velocidad a Granada, (que) ha sido firme”.

Porque el intercambio epistolar entre ambos mandatarios tiene como objeto de disputa la cuestión de la desconexión ferroviaria, no vayan a pensar ustedes otra cosa. Y al ministro, ahí, le sale el genio, preguntándole -imaginamos que de forma retórica- al alcalde “si ha abandonado la prudencia y responsabilidad o está haciendo un uso político, o las dos cosas”.

Reconozco que estoy impresionado por el derroche de pasión literaria y este eléctrico cruce de cartas. En Correos deberían pensarse la emisión de un sello conmemorativo de este duelo epistolar: desde que Trump amenaza con desatar el Apocalipsis nuclear a través de Twitter -ahí hay tema para el #TAT Granada de este año-, las cartas ya no son lo que eran.

No consta si Paco le ha respondido a Íñigo… pero debería. Y, por supuesto, queremos leer la carta. Completa. Y la respuesta del ministro. Y así sucesivamente. Además, no sé a ustedes, pero a mí me encantaría que las misivas fueran manuscritas, dada la fuerza que exudan.

Termino recordando que Julio Llamazares, uno de mis autores de cabecera, tiene un magistral libro de relatos cuyo título es ya un cuento en sí mismo: “Tanta pasión para nada”. Queridos Íñigo y Paco, haced todo lo posible por mantener la llama prendida. No permitáis que la cruda y tozuda realidad interfiera en vuestra relación. Seguid alimentándola. Continuad escribiéndoos  con regularidad y concertad nuevas citas furtivas a mitad de camino entre Granada y Madrid; en Antequera o dónde quiera que sea. ¡Os seguimos de cerca!

Jesús Lens

Cúmulo de disparates

Feo. Muy feo. Feísimo, lo de Íñigo de la Serna con el alcalde de Granada. Y, por extensión, con los técnicos del Ayuntamiento que trabajaron en una propuesta de soterramiento del AVE calificada por el ministro de Fomento como “cúmulo de disparates técnicos y económicos que han sonrojado a la plantilla -del ministerio-”. (Lean AQUí la entrevista de marras) .

¡Love is in the air, clarísimamente! Que Francisco Cuenca no ha tardado en responder airadamente al ministro, como no podía ser de otra manera. (Leer AQUí)

Más allá de las palabras referidas al sonrojo provocado por una propuesta claramente mal medida por parte de Francisco Cuenca y de la que se descolgó la propia rectora de la Universidad, Pilar Aranda, nada más tener conocimiento de ella; la entrevista de IDEAL a Íñigo de la Serna es un interesante ejemplo de una forma de comunicación que podríamos definir como “pasivo-agresiva”.

 

El ministro, como si fuera un Géminis en el que convivieran el poli bueno y el poli malo de las mejores tramas noir, lo mismo apela a la lealtad institucional y a la colaboración que critica los “numeritos políticos” del alcalde granadino. De la Serna, por un lado entiende la reivindicación de los vecinos de Granada, sin tren desde hace 900 días… a la vez que recuerda que todavía quedan muchas capitales españolas sin Alta Velocidad.

Con el tema de los plazos, igual. Por una parte, confirma que las obras terminarán en 2017, a la vez que no asegura para cuándo volverán los trenes a Granada, apelando a seguridad: “No va a ser el ministro el que le diga a la Agencia de Seguridad Ferroviaria cuándo tiene que dar por buenas las pruebas”. Eso, claro, nos recuerda al Metro Fantasma, que ya ha dado la vuelta al mundo varias veces, pero en pruebas y sin transportar a un solo pasajero.

 

Y luego está lo de la memoria selectiva, que el ministro no habla de por qué se contrataron las obras del tramo de Loja sobre una oferta claramente insuficiente, lo que ha motivado problemas, retrasos y encarecimientos sin fin. Una oferta tan baja y ridícula que, suponemos, sonrojaría a los técnicos del Ministerio que habían cuantificado esas obras… ¡en el doble de por lo que se contrataron!

Yo no sé ustedes, pero yo ya no me creo nada ni confío en los plazos ni en las promesas del señor ministro de Fomento.

 

Jesús Lens