GRANADA: HISTORIA, CULTURA Y VIDA COTIDIANA

Ahora que llega el verano y Granada se llenará de turistas y visitantes, unas notas que me hizo llegar Gregorio, el Blogrredor, sobre la idiosincrasia de nuestra querida ciudad.

El que avisa…

GRANADA: También conocida la capital mundial del botellón, ciudad en la que el 80% de las viviendas están en alquiler y la mayor parte de sus habitantes son universitarios.

 
 

 

HISTORIA: Se dice que hubo una vez en España una ciudad de musulmanes llamada Granada. La llamaban así por los inmensos campos de esta fruta que existían alrededor de esta.

La ciudad está en obras desde el año 1204 A.C. y se dice que no acabarán hasta que sea una ciudad flotante y capaz de dominar el mundo. La Fase de rotondización masiva se acabará justito antes de las elecciones de cualquier mayo.

ESPECIE AUTÓCTONA: Granaíno o ‘malafollás’, denominados así por su innegable buen carácter (especialmente aquellos individuos de cierta edad) y la abundancia de

Yonis y Yolis.
ECONOMÍA: El eje económico granadino se apoya en siete pilares fundamentales:
* Un castillo rojo del que cada vez pueden visitarse menos zonas.
* Una sierra que nunca tiene nieve natural.
* Una universidad plagada de estudiantes extranjeros.
* Guiris que se dejan el dinero en las teterías de la ciudad, que guiris coño!
* Las obras, con el objetivo de convertir graná en una rotonda gigante, dan trabajo a los que no tiene un piso que alquilar a estudiantes guiris.
* La huerta del rasillo/resillo (existen verdaderas dudas acerca de su nombre).
* Geográficamente ninguno de sus extremos toca con Sevilla.
* La forma de la provincia recuerda vagamente a un jamón de Trevélez.

BEBIDA OFICIAL: La litrona de Alhambra, o en su defecto un botellín de 1925

PLANEAMIENTO URBANO: El planeamiento urbano granadino está concebido como un puzzle sin solución diseñado por los árabes con el fin de hacer enloquecer a los invasores. Sólo los granadinos autóctonos son capaces de caminar por sus calles sin perderse y sin pegar gritos de desesperación, siempre que esas calles no se encuentren en el Albayzín, zona en la que los conceptos ‘espacio’, ‘tiempo’ e ‘higiene’ carecen de sentido. Según sus habitantes, cualquier punto de la ciudad está a cinco minutos a pie, aunque sólo lo haya conseguido Chuck Norris.

Granada se divide en seis barrios principales:
1. La Chana: Barrio que se interpone entre el granadino y las provincias de Málaga, Córdoba y el Imperio de Maracena. Los granadinos acuden a esa zona para viajar a las mencionadas ciudades o por error. Está plagado de Bares de tapas, para comer ya que estás ahí.

2. El Zaidín: También llamado ‘Saidín’ o incluso ‘Sáidin’. Lugar de origen y madriguera de los Canis granadinos, en el que la media de edad se sitúa en los 16 años. Aquí no existen los DNI ni las leyes. Se trata de una sociedad independiente, perfectamente jerarquizada en función del miedo que inspiren los motes de sus habitantes (‘Er Chino’, ‘Er Negro’, ‘Er Yéremi’, ‘Er Canijo’) y del ruido que hagan sus motos y de lo tuneadas que se hallen.

 

 

En un intento genocida por parte del alcalde, se intentó dejar sin suministro de alimentos y provisiones a los zaidineros haciendo pasar por mitad de su territorio un ‘carril bici’ que partía el barrio por la mitad, provocando que el instinto agresivo de los zaidineros se acentuase, lo que derivó en una insurrección sin precedentes. El Centro Comercial Neptuno fue sitiado por mangurrinos armados hasta los dientes de tubos de escape Yasuni, se abrieron peluquerías, tiendas de ropa surfera, de suplementos para culturistas y pusieron en el cine Blade Trinity.

La situación se hizo insostenible. El incidente se saldó con centenares de heridos, veinte motos robadas y tres partos. El Tratado de Paz establecía la retirada inmediata de los zaidineros del Centro Comercial Neptuno, la abdicación del alcalde y la retirada del carril bici hasta la zona de los Alminares.

3. El Centro: En esta zona se pueden encontrar albañiles, farmacias, el tío del 20 minutos y tiendas de ropa. Con un sistema de vigilancia sólo igualado por la prisión de Alcatraz, está completamente trufado con cámaras de seguridad cuya única función estriba en no invadir el carril bus, bajo sanción de una pasta gansa y cuarenta latigazos en la plaza del Ayuntamiento. Las carreteras que por él transitan fueron robadas al aeropuerto por los zaidineros durante la insurrección del carril bici y por eso es tan pequeño el aeropuerto y las carreteras tienen tantas luces.

4. El Albayzín: Rompecabezas urbanístico imposible de resolver incluso con los más potentes superordenadores. Construido por los árabes antes de su expulsión, sólo Chuck Norris es capaz de entrar y salir de él y entender cómo.
Sus habitantes sólo se alimentan de hachís, cerveza y de los cadáveres de los guiris que no consiguen salir

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5. El Almanjáyar: También llamado Polígono/Polígamo/Polégamo/ElMáh allá. Se trata del equivalente a Mordor en Granada.

Se encuentra situado en la zona Norte de Granada, pasando La Chana, y sólo se puede llegar hasta allí montando en un F-16 y tirándose en paracaídas, ya que cualquier vehículo a motor con ruedas que traspase sus fronteras será confiscado inmediatamente, desguazado y reciclado para construir columpios para la feria o quemado para hacer de calefacción o servir de barricada.
Además está delimitado por barricadas de neumáticos en llamas obtenidos por el rescate de los coches de los incautos que se atreven a entrar. La odisea a pie tampoco es halagüeña ya que un ristre de burros y caballos en descomposición ahuyentan a los transeúntes incautos amén de la policía, que solamente puede entrar con antidisturbios y a las 8 de la mañana cuando todos la están durmiendo.
El 95% del terreno de este barrio está formado por el cine Kinépolis, un 4% por el recinto ferial, que es ferial durante 10 días, y el resto del año, las yonquis prestan sus servicios, comandadas por susto, sida y muerte. El 1% restante por viviendas de protección oficial. Mención especial merece Isengard, unas torres blancas camufladas como VPO, que tienen su color debido a la materia prima que se vende en su interior. Sus habitantes viven en la calle, a cualquier hora del día, estación del año, llueva o nieve, por que el mono puede aparecer a cualquier hora. Nunca duermen y son inspiración y la evolución de los zaidineros en un escalafón superior hacia el lado oscuro de la fuerza.
El deporte ha sido una constante allí, por lo que se le llama también La Villa Olímpica: Se ven muchos chándales y medallas de oro por la zona.

6. Cenes (de la vega, de maría, de la coca (¿cola?), de los audi´s TT´s…): A los pies de la sierra y porque no había un sitio más alejado nace Cenes. Aquí puedes conseguir todo lo denominado pirata, desde el digital plus hasta las zapatillas de Fernando Alonso, recordaros que emule (software) fue creado por informáticos de Cenes y que el dvd virgen y el chip de la PS 1, 2, 3 e incluso el de la 4 (hardware) ha sido desarrollado por ciudadanos de amoto de Cenes. La industria comercial consiste básicamente en la recogida otoñal de las hierbas del año y su posterior empaquetamiento y exportación de la flor de la risa, también vendida en riquísimas barritas energéticas muy parecidas al turrón, en textura, me refiero. Los ‘saidineros’ también lo llaman ‘senes’, pues estos individuos son primos hermanos de los ceneros, pero no son tan malos.
 

 

El turismo genera muchísimos beneficios para el pueblo, pues en cenes existe un lema ‘ todo lo tuyo es nuestro’ y gracias a los olvidos de los no-ceneros de sus pertenencias (que puede que a punta de navaja, pero olvidados al fin y al cabo) sobrevive el denominado cenero mayor en cuya camiseta pone ‘si has perdido algo aquí, búscalo en el ebay’. Para desgracia del ayuntamiento de granada el pueblo se expande hacía la capital y ya van 10.000 habitantes y es que pronto, Cenes será un lugar donde nunca se pondrá el sol y donde el almanjáyar y el zaidín no tienen sitio. Chuck Norris reside aquí durante la temporada de ski y hace snowboard sin tabla y ha aprendido a decir: ‘esta patá giratoria pa ti, mi polla’

AEROPUERTO: La flota aérea granadina consta de dos aeronaves:
* Una pajarita que hizo el jefe del aeropuerto en un esfuerzo presupuestario.
* Una avioneta para fumigar campos donada por UNICEF.


IDIOMA:
El granaíno. Con opción del zaidinero según la zona en que se encuentre.

EXPRESIONES: En toda buena oración debe aparecer la palabra estrella del granaíno: ‘polla’, un número infinitesimal de veces con sus distintas acepciones:

* No se quiere decir lo que se hace: ‘¿que haces?’ – ‘nada, el pollas’.
* Adjetivo despreciativo: ‘oye carapolla’.
* Interjección que denota molestia o hastío: ‘y la polla er tío’, ‘¿que pollas haces?’ ‘¿que pollas dices?’
* Como sustituto o complemento de pronombres: ‘y este cubata pa mi polla’.
* Expresión muy difícil de clasificar por los lingüistas pero muy usada es la de ‘ni pollas’: ‘yo me via comé un bocaíllo, ni pollas’.
* Expresión de enfado: ‘Cuidao con la polla’.
Otra expresión estrella es aquella construida a partir de la contracción máxima de las palabras:
* La vin pae!: La virgen compadre! – Utilizada sobre todo por el poligonero que va con su ‘amotos’ a tomarse una pizza por 1 euro a media mañana en los seis duros.
 

 

VOLVER

Dejamos la columna de hoy de IDEAL, impregnada por la vuelta de nuestro reciente y complicado viaje a Tailandia.

 

Hay veces en que lo mejor de haberse ido es volver. Por lo general, para quienes nos consideramos viajeros vocacionales, vitaliciamente infectados por ese virus del movimiento perpetuo que nos convierte en auténticos Patas de Perro, como nos llaman en México; regresar a casa es un mero trámite que sirve para empezar a preparar la siguiente escapada, soñando con nuevos horizontes, buscando futuros paisajes.

 

Sin embargo, hay que veces en que volver a casa es lo mejor de un viaje. Puede ser porque éste haya sido más o menos duro, comprometido o insatisfactorio. Pero, sobre todo, porque no es lo mismo volver a Granada que hacerlo a cualquier otra ciudad del mundo. Ni me gustan los provincianismos ni los localismos. No siento muy adentro eso de la patria chica o la bandera vecinal. Pero Granada, convendrán conmigo, es otra cosa.

 

Por sus monumentos, por su emplazamiento bajo las nieves de la Sierra, por la sempiterna vigilancia de ese centinela rojo que es la Alhambra… pero, sobre todo, volver a Granada en primavera es sumergirse en un torrente volcánico de actividad intelectual y cultural que no da tregua.

 

Abro las páginas de IDEAL y, cuando todavía no se han apagado los ecos del Hay Festival, resonando las palabras y declaraciones de Nobeles como Orhan Pamuk o de estrellas como Martin Amis, me encuentro con la eléctrica cabellera encanecida y alborotada de un Wole Soyinka al que le duele África.

 

En los próximos días podremos disfrutar de un impagable Festival de Blues o deleitarnos con la melancolía de Suzane Vega, además de visitar diferentes exposiciones de pintura en diversos rincones de la ciudad. Todo ello hablando de una oferta cultural institucional que se complementa con la impagable actividad privada de salas de exposiciones y concierto, bares y otros activos locales que convierten a Granada, como no se cansa de repetir la entusiasta Mar Villafranca, la directora del Patronato de la Alhambra, en una ciudad mágica, rica y mucho más afortunada de lo que los granadinos llegamos siquiera a intuir.

 

No hay como alejarse unos días de esta ciudad para, comparándola con cualquier otra del mundo, envidiarla y añorarla en la lejanía. Y después, a la vuelta, invita a lanzarse furibundamente a su yugular, para sacarle todo el jugo y saciarse con la rica y nutritiva sangre que recorre sus venas. Granada, una de esas ciudades creativas que, por desgracia, pierde su impulso en querellas gratuitas, personalismos ridículos y celos injustificables.

 

Qué pena que tantas veces falte una coordinada agenda única que sirva para trazar la definitiva Hoja de Ruta que convierta a Granada en la gran capital cultural de España, tanto por su historia milenaria, por su prestigiosa Universidad y por su privilegiada situación geográfica, vértice de un triángulo mágico que uniría a Europa con el norte de África y la América de allende los mares; como por la vibrante pulsión creativa sus residentes, nativos o de adopción.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

PD.- También actúa hoy Albert Pla, y en Multicines han puesto esa peli de vampiros tan atractiva que nos recomendara Alex, y el Premio de Poesía y yo que sé cuantas cosas más.

¡Que estrés!         

EL DETECTIVE DEL ZAIDÍN

La columna de hoy viernes en IDEAL

 

No recuerdo si fue al ir o al volver de viaje, pero el caso es que, para comprar el periódico, entré en un Relay del aeropuerto de Barajas, una de esas tiendas que venden prensa, revistas de crucigramas y sudokus, best sellers internacionales y demás publicaciones destinadas a amenizar el periplo. Cuando salía, mis ojos no pudieron evitar fijarse, de pasada, en un libro con un título tan sugestivo como «El detective del Zaidín».

 

Pensé que ya era casualidad que hubiera otro Zaidín en el mundo, dando por supuesto que el título de la novela haría referencia a alguna vecindad de Colombia, Venezuela o México. Tenía prisa, así que, enfilando hacia la salida, ni me paré a hojear el libro. Pero la curiosidad me corroía, como zaidinero de adopción. Y me di la vuelta.

 

«Una novela negra llena de humor», rezaba el subtítulo. Y el nombre del autor, Alfonso Salazar, me resultaba conocido. Di la vuelta al libro y leí lo siguiente: «Por un barrio de obreros de la ciudad de Granada pasea su barriga el detective Matías Verdón, un entrañable cincuentón que no sobresale precisamente por su instinto. Su inseparable Desastres es un cartero escuchimizado más pendiente de los chatos de vino que del reparto de certificados.»

¿Lo adivinan? Efectivamente, me lo llevé y me lo leí de una sentada. Dos a lo sumo. Porque «El detective del Zaidín» es una deliciosa novela que se lee en un santiamén, más cómica que negra, aunque el protagonismo recaiga en una investigación, en un detective y en su estrafalario ayudante. Con vocación netamente esperpéntica, el autor nos traslada a la Sevilla que, en plena Semana Santa, se apresta a inaugurar la Expo 92. ¡Qué tiempos aquellos! ¡Qué Andalucía, la del 92, con su autovía recién estrenada, las Carabelas hundidas y el salto a la modernidad, a punto de caramelo!

 

Menos mal que personajes como Verdón o el Desastres mantienen un espíritu indómito, puro, a la antigua usanza. Tipos auténticos, originales, únicos: renegando de esa existencia entre el clasismo de siempre y el pijerío que estaba por llegar, los protagonistas van desentrañando un misterio presidido por locos, fantasmas del pasado y espíritus del presente que sirve, como pasa siempre con las buenas novelas policíacas, para hablarnos de la sociedad del momento, las personas que pululan por ella, sus sueños y esperanzas, pero también sus más sórdidas miserias y manejos.

 

«El detective del Zaidín» es una novela sencilla y de agradable lectura, con un estilo limpio y transparente, que anticipa otras atractivas historias por venir, apegadas a la realidad de nuestras calles más cercanas, y que nos hace añorar la reedición de la anterior aventura de Verdón y Desastres, dos de esos personajes a los que te gustaría invitar a un chato de vino en cualquiera de los bares de la Avenida de Dílar.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LAS CIUDADES CREATIVAS

La columna de hoy de IDEAL.

 

El mundo es plano. Las nuevas tecnologías y la sociedad de la información han terminado con las distancias. El fin de la historia que proclamó Fukuyama sería, más bien, el final de unas barreras geográficas que, gracias a Internet y la telefonía de última generación, ya no existen. ¿O sí?

 

De ser ciertas las tesis sostenidas en el primer párrafo, ¿por qué los científicos de la cosa tecnológica siguen considerando al Silicon Valley como la tierra prometida? ¿Por qué, si quieres ser alguien en el mundo de la moda, tienes que irte a Milán y, por mucho que se diga, Broadway sólo hay uno?

 

De todo ello nos habla Richard Florida en un libro espléndido, clarividente y anticipatorio, recién publicado por la editorial Paidós: «Las ciudades creativas», subtitulado de una forma tan elocuente como ésta: «Por qué donde vives puede ser la decisión más importante de tu vida».

 

Elegimos a la persona con la queremos compartir nuestra vida. Procuramos elegir nuestro trabajo. Pero ¿qué pasa con la ciudad en que vivimos? La mayor parte de las personas que conozco, o buscan un trabajo en su ciudad natal y/o de residencia familiar, o bien se instalan donde encuentran trabajo. Pero ¿conocen ustedes a muchas personas que hayan decidido instalarse en una ciudad determinada por alguna razón que no sea personal o familiar y, después, buscar trabajo en la misma?

 

Antonio Banderas, con una mano delante y otra detrás, dejó su Málaga natal para buscarse la vida como actor en el creativo y mítico Madrid de la movida. Pero, cuando quiso dar el salto de calidad en su profesión, se marchó a Los Ángeles. Porque si quieres ser alguien importante en el mundo del cine sólo hay un nombre posible: Hollywood.

 

¿Y qué pasa con Granada? ¿No piensan ustedes que nuestra ciudad lo tiene todo para ser una de esas ciudades creativas? Historia, cultura, localización geográfica, variedad paisajística… bueno. Todo no. Le faltan infraestructuras, claro. Y las famosas comunicaciones. Pero, sobre todo, le falta creérnoslo. Nos falta creérnoslo.  

 

Escribía Luis García Montero que Granada no es una tierra de verdugos ni de genios. Que el ser granadino no es sinónimo de caínismo, pero tampoco de excelencia estética o magnificencia intelectual. Que Granada, por desgracia, es una tierra de cagalitrosos, de personas a las que se les descompone el vientre cuando las cosas van mal y hace falta alinearse, comprometerse y defender una postura crítica con el poder. Los granadinos, perennemente acomodaticios y veletas tuercecuellos con una innata capacidad para mirar hacia otro lado. Y que así nos va.

 

¿Nos falta espíritu a los granadinos? ¿Somos conscientes de lo mucho y bueno que nos ofrece nuestra tierra y, sobre todo, de las inmensas posibilidades que atesora para convertirse en una de esas ciudades creativas, universalmente reconocidas, imán para personas talentosas del mundo entero? Para pensárnoslo.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros

NI UNA COSA, NI LA OTRA

Columna de LUIS GARCÍA MONTERO, hoy, en El País. ¿Qué les parece?

 

Como en Granada suelen ocurrir tantas cosas inauditas y la ciudad pone un raro empeño en despreciar lo mejor de su patrimonio intelectual, resultan frecuentes las opiniones sobre la maldición cainita. Cada vez que salta a la prensa un disparate, recibo numerosas cartas y correos electrónicos de solidaridad, comentando la hiriente capacidad de los granadinos para disparar contra sus hermanos. Pues no, no creo que esto sea verdad. Antonio Machado sentenció con razón que el crimen de García Lorca fue en Granada, en su Granada. Pero nadie puede afirmar que lo cometieran granadinos. Muchos de los responsables militares de la muerte del poeta habían nacido fuera. Por ejemplo, en Málaga. Es injusto cargar con el instinto de criminalidad al habitante medio granadino. El comandante Valdés no representa el estado anímico de la ciudad.

Otras veces ocurre exactamente lo contrario. Te presentan como poeta granadino en Buenos Aires o en Budapest, y en seguida aparece la voz agradable que alaba la vena artística de la ciudad, la fuente inagotable de su genio representado por autores como García Lorca o Luis Rosales. Y la verdad es que tampoco, ni una cosa, ni la otra. García Lorca y Rosales no representan el carácter de la ciudad, son casos extraños de poetas excepcionales. Granada no es una tierra de verdugos, pero tampoco de genios. Los artistas de primera calidad no brotan aquí como setas.

Lo que más abunda en la ciudad, lo que mejor define su condición, es la medianía asustadiza que mira hacia otro lado cuando surgen problemas. Estoy convencido de que el periodista e historiador Melchor Fernández Almagro, Melchorito en la intimidad de la familia García Lorca, no hubiera nunca disparado contra Federico. Debió sentir mucho su muerte. Ocurre que un día empezaron las ejecuciones, y él prefirió mirar hacia otro lado para no comprometerse. Ya puesto en situación, deseando congraciarse con el dictador, tuvo la necesidad de escribir sobre los crímenes que los rojos habían cometido en Granada. Isabel García Lorca contó en sus memorias que, acabada la guerra, Melchorito visitó el domicilio de los Lorca. Conchita, hermana de Federico y viuda del alcalde socialista Manuel Fernández Montesinos, le afeó su poca vergüenza al pisar la casa después de lo que había escrito. Fernández Almagro se desmayó, hubo que reanimarlo. Doña Vicenta Lorca se quejaba en medio de la situación: «¡cómo se ha portado de mal, y encima tenemos nosotros que consolarlo!».

El novelista Francisco Ayala vino al mundo en el mismo edificio que ocupaba la familia de Fernández Almagro. Melchorito habla en sus memorias de la elegancia de la madre de Ayala y de la generosidad con la que le prestaba algunos libros. En la suyas, cuenta Francisco Ayala la actitud de tibieza y miedo que mantuvo el amigo cuando lo recibió a la vuelta de su largo exilio. Melchorito no era mala persona, lo había ayudado en sus primeros pasos como escritor. Pero después se cruzó la guerra, el miedo, y dejó claro, ya en los años 60, que no estaba cómodo junto a un exiliado, porque se sentía comprometido. Ayala lo define con un término muy expresivo. Era un cagón.

Melchorito representa bien el estado actual de la conciencia granadina. Más que en los verdugos o en los genio, hay que pensar en los cagones, en los que prefieren mirar a otro lado cuando una rata pretende convertir a la ciudad y a sus instituciones en una alcantarilla. No conviene exagerar, los granadinos no somos cainitas, ni recibimos al nacer un certificado de divinidad estética o intelectual. Ni una cosa, ni la otra. Más bien abunda la descomposición de vientre, el mirar a otro lado. Y eso es lo que deteriora el tejido de la ciudad, el ánimo de su ciudadanía. Nadie se compromete, y así nos va. Todos contentos en tercera división.

PD.- Ayer hablábamos del Centro José Guerrero en IDEAL. Hoy lo hace Muñoz Molina en El País, en este artículo. Repito… ¿qué les parece?