La palabrería cultural

La política cultural de Paco Cuenca durante sus años como alcalde de Granada se puede resumir en un par de líneas: decirle que sí a todo y a todos, sonreír mucho… y terminar arropando sólo a lo suyos. Y por arropar me refiero, única y exclusivamente, a la parte económica de la cuestión. Que el cariño, las promesas y las buenas palabras están muy bien, pero no pagan facturas.

Con el cambio de gobierno en la Junta de Andalucía, hubo quien se las prometió muy felices, pensando que se iban a abrir los famosos cajones y se iban a airear las trastiendas de los chiringuitos culturales de nuestra tierra. Han pasado meses y meses y aquí todo sigue igual: los (pocos) de siempre siguen facturando la parte del león y los (muchos) de nunca continúan llorando por las esquinas. ¿En qué se ha traducido para Granada la gestión del equipo de Patricia del Pozo, consejera de Cultura? En la nada más absoluta. Promesas, promesas y más promesas…

Luis Salvador llegó a la alcaldía quedándose con Cultura bajo su ala y enarbolando la bandera de la Capitalidad Cultural del 2031, mantra que no se le cae de la boca. Cien días de gobierno después, sigue hablando y hablando del tema, pero no hay ningún acto que apuntale sus buenas intenciones.

Cs y PP quieren construir una Ciudad de la Música en Granada. Erigir un fastuoso edificio donde albergar óperas, conciertos sinfónicos, conservatorios, etc. Anuncian una partida presupuestaria para ello en los próximos presupuestos de la Junta. Ladrillo, o sea. Mientras, el recién dimitido gerente de la OCG denuncia que no tienen dinero ni para pagar los tiquets del ropero y que se han dado pasos atrás en la resolución de su embrollo económico. ¡Qué bien, oigan!

Mientras se plantean invertir cantidades millonarias en cemento e infraestructuras, nuestros políticos están asfixiando a buena parte del tejido creativo de Granada, incapaz de sobrevivir y de llegar a fin de mes. Para variar, a nuestros políticos se les va la vida entre vanas declaraciones grandilocuentes, palabrería hueca y promesas incumplidas.

Jesús Lens