23-F: barro y lodo

Ayer fue 23-F, un día presidido por una pertinaz lluvia de barro, física, metafórica y hasta metafísica. El día amaneció oscuro, con las calles cubiertas por una sucia capa de barro que, esta vez, caía del cielo.

Travis, el conductor interpretado por Robert de Niro en “Taxi driver”, esperaba una lluvia redentora que limpiara de basura las acercas de una Nueva York violenta y corrupta. Ayer, en Granada, la lluvia lo ensuciaba todo y, como tuvieras la desdicha de siquiera tocar un pasamanos que te ayudara a subir unas escaleras, acababas pringado hasta los ojos.

A la vez, ayer fue un día complicado para todo lo relacionado con la administración de justicia, sucediéndose, pisándose y atropellándose un montón de noticias judiciales que despertaron las iras de cientos de miles de personas.

A primera hora ya se dieron a conocer los cambios en la cúpula varias Fiscalías, incluyendo la de Murcia, que tanto había hecho por la imputación del presidente regional por fraude, cohecho y revelación de información. El fiscal cesado aprovechó para denunciar amenazas, robos e intimidaciones. Un poco tarde, sin duda, pero son muy graves esas palabras y enormemente preocupantes sus declaraciones de que “la mayoría de los fiscales anticorrupción del país sienten cierta desprotección”.

Y luego les tocó el turno a Urdangarín, Torres, Griñán, Blesa, Rato… Uno, como buen lector de novela negra, no cree en las casualidades. E iba asistiendo, entre atónito y estupefacto, al incesante torrente de polémicas decisiones judiciales… y a su paralelo análisis en las redes sociales, que hervían de indignación, con Miguel Ángel Revilla, el presidente de Cantabria, como portavoz: “alguien dijo que la justicia que no entiende el pueblo, no es justicia. Yo esta justicia, no la entiendo”. Y terminaba su alocución con un admonitorio: “se está jugando con fuego”.

Tenemos que creer en la presunción de inocencia y no podemos convertir los platós de televisión ni las redes sociales en Tribunales de la Inquisición. En el caso Noos, el día de la sentencia, cada español parecía tener la suya. Que, por supuesto, no coincidía con la de las tres magistradas que dictaron la única válida. No soy nadie para valorar dicha sentencia, pero sí tengo la sensación de que no se está poniendo el suficiente énfasis en la cacareada lucha contra la corrupción ni contra los delitos de cuello blanco.

Jesús Lens