Un café con Fernando Egea

El pasado viernes quedamos para echar ese café que llevaba algunos meses pendiente. Lo de café en sentido figurado, que Fernando Egea se tomó una lujuriosa agua con gas y yo una provocativa tónica. Lo que sea menester con tal de soltar las lenguas.

TFGP.

Cuando le nombraron, por fin, delegado de Cultura de la Junta quedamos para tomar un café y charlar sobre nuestras percepciones del sector. Ideas, voluntos, impresiones… nada previamente pactado. Sin guion. Por fin echamos ese ratico, largo y bien despachado. 

Les cuento algunas de las ideas que maneja Fernando, muy interesantes. Tiene como tres años y medio para sacarlas adelante, solo o con la necesaria concurrencia de otros. Verbigracia, bajar a la ciudad el Museo de Bellas Artes, tema recurrente en el runrún del mundillo cultural, pero que nunca termina de materializarse. 

“Sería una de las tres o cuatro grandes pinacotecas de España”, dice Fernando con convencimiento. Y es que lo expuesto en las salas del Palacio de Carlos V apenas es un 10% de las obras de arte almacenadas en sus depósitos, esas que de vez en cuando salen a la luz en sorprendentes exposiciones temporales y que no tardan en volver a los sótanos a criar telarañas. En lenguaje figurado lo de las telarañas, que están perfectamente almacenadas. 

Sería un recurso cultural y turístico de primer orden que, en el centro de la ciudad, serviría como reclamo para atraer a más gente e incrementar las famosas y ansiadas pernoctaciones. Además, liberaría espacio para agrandar el museo de la Alhambra y su sensacional muestra de arte Hispano Musulmán y permitiría organizar exposiciones temporales de mayor enjundia. 

La pregunta obligada, a continuación, comienza por dónde. O por qué. “¿Qué espacio barajáis como sede de ese museo de Bellas Artes? ¿Dónde lo ves?” Ahí, Fernando calló. No cayó en la tentación de tirarse el pegote e irse de la lengua. Pensé que si llenábamos, lo mismo… pero no creo que otro agua con gas hubiera significado diferencia alguna. 

De los espacios que uno ha oído que se barajan, la mayoría requieren de la participación de otras instancias, administraciones y jurisdicciones. No es fácil, pero vi a Fernando muy decidido, un hombre en una misión. Y la cosa podría, debería salir bien. 

Otro de sus objetivos: la ampliación del museo Arqueológico, un inmueble infrautilizado y al que es necesario sacarle más partido. ¿Y la Biblioteca de Andalucía? Va bien. Con los fondos de la Unión Europea se mudará a un espacio de referencia que le permita seguir creciendo en volúmenes, recursos y actividades. También hablamos del Plan Alhambra, de su presente y su futuro, y de la programación cultural de Granada. Y del Centro Lorca. Pero como se me acaba el espacio, volveré sobre ello más adelante. 

Jesús Lens

Un buen delegado de Cultura

Qué alegría ayer por la mañana, cuando entré en la web de IDEAL y, para variar, me llevé una agradable sorpresa. No sé ustedes, pero cada vez que me asomo a la actualidad informativa, contengo el aliento, como si cada día fuera un nuevo capítulo de una serie distópica en la que sus guionistas siempre encuentran una nueva amenaza con la que acongojar al espectador.

De ahí que la noticia del posible nombramiento de Fernando Egea como delegado de Cultura de la Junta de Andalucía en Granada me hiciera saltar de júbilo y gozo.

Conocí a Fernando mucho antes de su paso por la política municipal. Siempre me pareció un tipo sensato, conciliador, tranquilo y, lo más importante, con la cabeza muy bien amueblada. Un profesional con una sólida carrera a sus espaldas que, por tanto, no necesita de nombramiento político alguno para (sobre)vivir. Fíjense si es discreto que, autor de una extraordinaria novela juvenil con los linces como protagonistas, nunca se ha animado a publicarla. Y debería, como le digo siempre que nos encontramos.

Me alegro mucho de que la Junta de Andalucía haya decidido nombrar nuevos delegados y desdoblar competencias. Que Cultura y Fomento estuvieran bajo el mismo paraguas no era sino un despropósito producto de una medida tan absurda como populista: reducir artificialmente el número de delegados para dar la impresión de haber adelgazado el gobierno autonómico. Los resultados, a la vista están.

La fusión de Fomento y Cultura la vendían con la cantinela de las sinergias: como en Fomento hay mucha pasta y músculo financiero, Cultura se podría beneficiar vía patrocinios y/o mecenazgo. En teoría, la música sonaba bien. En la práctica, nunca ha tenido la delegación de Cultura de la Junta tan poco peso en Granada.

Antonio Granados, por lo demás un tipo estupendo, ha pasado sin pena ni gloria por uno de los puestos de gobierno con más visibilidad. A la chita callando, la Junta ha desaparecido de infinidad de propuestas culturales de la provincia. Centralizada la gestión en Sevilla, su política cultural se ha circunscrito a la Alhambra, la OCG, el Festival de Música y Danza… y a dar largas cambiadas a la mayoría de propuestas que se le presentaban.

Ojalá se confirme el nombramiento de Fernando Egea. Sería una inmejorable noticia… siempre que le den un mínimo margen de maniobra. Si no, tanto dará él que cualquier otra persona.

Jesús Lens