NYC

Desde que tengo uso de razón, yo siempre quise ir a Nueva York.

Pero aún no he ido.

¿Las razones? Pueden ser muchas. Una, y no la menos importante, nos sirve para parafrasear otra célebre respuesta: “porque está ahí”.

Hay lugares que siempre están ahí. Otros, no.

Pero la más importante, creo, es porque me faltaba preparación. Documentación. Información.

De Nueva York, todo lo que sé es gracias al cine. Así que todo (o casi) será mentira. O, al menos, no del todo cierto.

Y me quería documentar. Y estudiar. Para llegar sabiendo.

Hace unos días, los Sospechosos Habituales nos juntamos para ver qué hacíamos la próxima Semana Santa. Y no hubo quórum. De hecho, la Banda quedó disuelta y cada uno de los miembros tiramos por nuestro lado.

Y seguimos pensando. Estaba Benín, un país africano fascinante, cuna del vudú y en el que nacieron algunas de las culturas más antiguas de la historia de la humanidad.

E Irán. ¡Quiero conocer Persia! Ifashan, Persépolis…

Pero entonces, ¡surgió la idea! Que ya nos había rondado otras veces, pero que terminó pasando.

¡New York City!

Ya que el miembro más díscolo de la Banda había estado, años ha, en la ciudad de los rascacielos (toma topicazo, Moreno), ¿y si íbamos a pisar su asfalto y a impregnarnos de su aroma?

Parece que sí.

Que NYC nos espera.

A final de mes.

Así que hemos decidido dedicar este 3-11 a Nueva York. Libros, películas, discos, reportajes, curiosidades, anécdotas…

Este mes, mentalmente y desde la distancia, seremos neoyorquinos.

Ea.

Jesús amanzanado Lens

A ver, los anteriores 1 de marzo: 2008, 2009, 2010 y 2011

BROOKLYN BABILONIA

Amor y odio. Nueva York, la ciudad más europea de los Estados Unidos de Norteamérica tiene la virtud de provocar una relación de atracción / repulsión en personas de sensibilidades muy distintas.

Nueva York, la capital de lo nuevo, de lo distinto, de lo desconocido, de lo diferente. Nueva York, la ciudad donde todo es posible, a la que escaparse para romper con el pasado y comenzar una nueva vida. Nueva York, paraíso para creadores, para científicos, para investigadores.

Nueva York, ¿metáfora, también, del horror vacui?

Babilonia. Compendio del saber, de la tradición histórica y cultural. Babilonia, donde todo comenzó. Babilonia, cuna de la civilización, meca del refinamiento y origen del conocimiento que ha llegado hasta nuestros días.

Babilonia milenaria, sabia y hedonista, luminosa, soleada. Babilonia, cuya herencia se expandió por toda Europa, hasta cristalizar en lugares como Granada, Tarifa, Tánger o el Cabo de Gata. Babilonia, naturaleza sabia y feraz, cultura eterna.

Nueva York y Babilonia son las protagonistas de una novela muy especial que José Luis Serrano ha publicado en Alcalá Grupo Editorial y en la que se confrontan dos formas distintas, casi antagónicas, ¿quizá complementarias?, de entender la vida.

Y, siempre, con el escenario de fondo del 11-S, el comienzo de una nueva era y que, para las personas de nuestra generación, supusieron el final de la inocencia, como Vietnam en los 60, o el nazismo en los 30.

En una narración no lineal y en absoluto convencional, José Luis Serrano nos cuenta la historia de Gabriel y Sara, que son las historias cruzadas de dos familias en su más amplia acepción, y de las personas que las rodean. La historia de una pasión tan desaforada como imposible y de los atajos que las personas tomamos para poder seguir avanzando por un camino que, por desgracia, termina serpenteando hacia destinos imprevistos, perdiéndose por vericuetos tan inesperados como improbables.

Una historia de supervivientes y de renuncias. Una metáfora de la vida en ruinas que queda cuando se desploman los pilares en que habíamos sustentado nuestras ilusiones, nuestros planes, nuestros proyectos.

“Brooklyn Babilonia”, en cada una de sus páginas, cargadas de electricidad, bebe del impacto que la ciudad del cristal y el acero sigue provocando en todos nosotros, igual que en el Poeta en Nueva York que la descubrió en los años 20. Una novela que, más allá de su trama o argumento, te hace relacionar vivencias, acontecimientos, imágenes, momentos televisivos, titulares de periódicos, aromas, paisajes y sonidos que son, a la vez, cercanos y lejanos, cálidos y gélidos, ilusionantes y desesperanzadores.

Una de esas novelas que te sacuden como lector, que a veces tienes ganas de dejar porque no parece conducir a ningún sitio, pero que resulta adictiva y cuya apasionante lectura es de las que no se olvidan.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.