Alucinados y ensombrecidos

Mientras que el centro de Granada se apresta a estrenar una orgía de luces navideñas, la zona norte de la ciudad agoniza en penumbra y en silencio, sucediéndose unos cortes de luz que deberían hacer que se nos cayera, a todos, la cara de vergüenza.

Granada se suma a la enloquecida carrera nacional del alumbrado navideño, incrementando el gasto por esta partida en cerca del 100%, que se dice pronto. Lo sé, lo sé. Las luces navideñas son un clásico que, además de levantar el ánimo de los ciudadanos, animan las compras y, de un tiempo a esta parte, se han convertido en un importante reclamo turístico. Tan importante que ya no queda ciudad que se precie de moderna, guay y molona sin su cascada de lucecitas de colores.

En la zona norte de nuestra misma ciudad, sin embargo, la luz que no llega es la mucho menos glamurosa corriente que hace funcionar electrodomésticos tan sencillos como las neveras, las hornillas, las televisiones y los braseros.

En Almanjáyar y La Paz no habrá noria gigante esta Navidad. Ni esfera gorda con espectáculo de luz y sonido todos los días. Mientras una parte de la ciudad de Granada está liberando memoria de los móviles para hartarse de grabar vídeos con el show lumínico-navideño y subirlo a las redes sociales, la otra, la más desfavorecida, trata de no agotar la batería de sus teléfonos dado que los usan como linterna.

Pocos ejemplos mejor acabados de la desigualdad rampante que nos acogota que el de las luces de Navidad confrontadas a los cortes de luz. Una situación surrealista que muestra las costuras de una sociedad rota y partida, en la que hay ciudadanos de primera, de segunda y de tercera categoría.

La única solución para los cortes de luz en la zona norte, en el corto plazo, pasaría porque todo el entorno de Kinepolis y el Parque Granaita empiece a sufrir los mismos cortes de luz que sus vecinos. No le deseo ningún mal a nadie, pero íbamos a ver lo rápido que Endesa se ponía las pilas con tres o cuatro apagones que le complicaran la cuenta de resultados a las franquicias allí instaladas.

Jesús Lens

¡Hágase la luz!

Qué aspecto tan diferente presenta desde hoy el Centro de Exposiciones de CajaGranada en Puerta Real. La exposición ‘El siglo de la luz’, comisariada por el imprescindible Miguel Giménez Yanguas y por Javier Píñar, con la colaboración de Endesa, nos permite hacer un viaje en el tiempo que arranca en 1892, con llegada de las primeras empresas eléctricas a Granada, una de las cuáles se llamó, curiosamente, ‘La General’.

Resultan evocadores, en estos tiempos de virtualidad absoluta y digitalización radical, los documentos constitutivos de aquellas empresas pioneras, las actas, planos, facturas y, sobre todo, las acciones. ¡Tener acciones, antaño, además de ser una inversión económica, podía considerarse una inversión artística! Y las fotografías añejas, en blanco y negro, testimonio de una época que no volverá.

Para mí, que soy de letras puras, pulsar un interruptor y que se encienda la luz sigue siendo un pequeño milagro cotidiano. Aprender cómo funcionan las centrales hidráulicas o descubrir el aprovechamiento de nuestros ríos para la generación de electricidad, es un lujo. Máxime, al saber que fue una de las claves del desarrollo de Granada que, a comienzos del siglo XX, contaba ya con una población de 75.000 habitantes. Y está la parte dedicada a los paisajes y al patrimonio de la electricidad, con especial énfasis en el alumbrado público y el transporte electrificado. El metro, o sea.

A la vez que disfruto de todo este caudal eléctrico, me acuerdo del podcast ‘El gran apagón’, a cuyo brillante autor y guionista, José Antonio Pérez Ledo, tendremos dentro de unos días en Granada Noir. ¿Qué pasaría si, un mal día, la electricidad dejara de fluir a través de los cables de alta tensión? ¿Se lo han planteado? Tras disfrutar de la exposición ‘El siglo de la luz’, busquen en Podium Podcast el historión inventado por uno de los grandes creadores multimedia y todoterreno de este país. (AQUÍ se puede descargar)

Por cierto: el Centro de Exposiciones de Puerta Real se apresta a recibir la visita de alguien muy especial, en su otra sala. Se trata de Blacksad y, paradójicamente, se esconderá entre las sombras…

Jesús Lens

La Granada trifásica

La gran paradoja, el brutal contrasentido, es que Granada viaja a tres velocidades diferentes por carriles muy distintos, sin que parezca probable que vayan a conectar en un futuro más o menos cercano.

Foto: Pepe Marín para IDEAL

Por un lado está la Granada del siglo XXI, la de la mayoría de nosotros. Una Granada en la que, al llegar a casa, por la noche, puedes encender la luz y disfrutar de un rato de lectura o de una película, bien calentito, gracias a la calefacción.

Hay otra Granada que apunta al siglo XXII. Es la Granada del acelerador de partículas, la de los adelantos técnicos y científicos de la UGR, la del desarrollo biosanitario del PTS. Una Granada que trabaja por erradicar el hambre en el mundo desde la Estación Experimental del Zaidín y que escruta universo desde el Instituto de Astrofísica. Una Granada para hacernos soñar.

Sin embargo y por desgracia, hay otra Granada anclada en el pasado. Una Granada que no avanza. Una Granada condenada a iluminarse con velas y calentarse con hogueras. Una Granada del siglo XIX que parece salida de una novela de Dickens. Una Granada que, a veces, no se resigna a seguir callada y se echa a las calles a protestar y exigir los derechos que le corresponden.

Visto desde fuera, parece increíble lo de las mafias de la marihuana, los enganches ilegales y la incapacidad de Endesa y de la policía para resolver o tan siquiera paliar tan esperpéntica situación. Una situación insostenible que, sin embargo, se sostiene en el tiempo.

Las eléctricas se han convertido en uno de los grandes enemigos de la sociedad. Lo mismo dejan a oscuras y helándose de frío a miles de vecinos, de forma recurrente, que cabrean a todo el Valle de Lecrín con un futuro atentado ecológico y paisajístico, como escribía AQUÍ. Y está lo del recibo de la luz, ese arcano indescifrable del que solo sabemos que sube sin parar y de forma exponencial.

Ha llegado un momento en que las eléctricas parecen un supervillano de la Márvel, acumulando expresidentes y exministros en unos consejos de administración cuyas decisiones no dejan de irritar a los ciudadanos de a pie.

Lo de ayer en la Plaza del Carmen, no dejando al Alcalde de la ciudad entrar a las oficinas de Endesa, roza lo surrealista. ¡Y luego se sorprenden por lo que llaman populismo antisistema!

Jesús Lens