Maldita verdad

La verdad os hará libres.

Maldita verdad

Una de esas frases teóricamente incuestionables que, a nada que rasquemos en su superficie, se nos cae a pedazos.

La verdad jode, pero curte.

Otra perla del acervo histórico-cultural español. ¿Seguro que curte? ¡Ay, la sabiduría popular, qué osadamente ignorante puede ser! Y si no me creen, lean “Maldita verdad”, de Empar Fernández, publicada por la editorial Off Versátil.

Maldita verdad Empar

Conocer la vida de su hijo adolescente debería ser algo lógico para una madre, ¿verdad? Sobre todo, porque los adolescentes suelen ser como extraterrestres, aislados, irritables y cansados de (casi) todo.

Pero saber lo que hace, con quién va y a quién ve se torna especialmente importante si al muchacho en cuestión le ocurre algo grave. Entonces, puede convertirse en una obsesión.

Que le pregunten a Olga Bernabé, la madre protagonista de “Maldita verdad”. Que, como no tiene dinero suficiente para pagar a un detective privado que rastree en la vida de Daniel, su hijo de diecisiete años, decide contratar a un joven estudiante de criminología que está a punto de terminar la carrera.

Empar Fernández

Que no es la solución ideal, pero que algo es.

¿Son ustedes seguidores de series como “The Leftovers”? Por lo del dolor, me refiero. O como “Happy Valley”. Series que no hacen aflorar las lágrimas, sino que las dejan congeladas en los conductos lagrimales para que se te claven en los ojos y te provoquen un escozor casi insoportable. Pero irresistible.

(Sigue leyendo esta reseña en la maravillosa revista Moon Magazine)

Jesús Lens

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La mujer que no bajó del avión

Pensé en escribirle un privado al Facebook, para ver por dónde respiraba, dado que el comienzo de La mujer que no bajó del avión me estaba generando pesar, amargura y desasosiego. Y tampoco era mi intención alarmar a los amigos de Empar Fernández, preguntándole en público si estaba bien, que qué le pasaba y demás comentarios habituales en la red social.

La mujer que no bajó del avión

Después tuve la lucidez de pararme un poco y caer en la cuenta de que su última novela, publicada por la editorial Versátil, es eso: una novela. Ficción. Como los estados del Facebook, por otra parte.

Pero no divaguemos.

Volvamos a esa Barcelona del extrarradio a la que regresa Álex, tras haber pasado una mala racha en Roma. Otra mala racha, como no tardaremos en saber cuando se aloje en casa de su hermano, donde es recibido de mala gana por su cuñada, al verlo llegar cargado con dos petates.

Y es que, en el aeropuerto, su equipaje tardaba en salir. Y mientras lo esperaba, se fijó en una maleta dando vueltas, sola, en la cinta transportadora. Viéndola abandonada y sin nadie alrededor, sucumbió a la tentación, la recogió y se la llevó como si fuera suya, esperando encontrar algo de valor en su interior. Algo que le permitiera tirar adelante. Unos días, aunque fuera.

empar fernandez negra y criminal

Sin embargo, lo que se encontró dentro de la maleta fue una historia. La historia de una mujer. La historia de Sara. Una historia tan atractiva como terrible. Una historia que vincula el pasado con el presente. Y que afecta a muchas personas. Una historia que terminará por afectar a Álex, lógicamente.

Para saber cómo y por qué le afectó, date un salto a nuestra página hermana de Calibre 38, ¿vale?

Jesús Lens

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UN MAL DÍA PARA MORIR

Hasta para morirse hay que tener tino. ¿Recuerdan aquella famosa canción del grupo «Def Con Dos», titulada «Pánico a una muerte ridícula»? Pues, salvando las muchas y hondas distancias que separan a los hip-hoperos de la última y estupenda novela de Empar Fernández y Pablo Bonell Goytisolo; cuando leía ésta no podía evitar acordarme del trasfondo de una canción que estaba filosóficamente cargada de razón.

 

Hasta para morirse hay que tener vista
Hasta para morirse hay que tener vista

Porque, por ejemplo, ¿no es una cabronada del destino que Alberto Boisgontier, uno de aquellos jóvenes soñadores luchadores antifranquistas, falleciera en trágicas circunstancias, precisamente, la tarde del 19 de noviembre de 1975?

 

Cuando, apenas unas horas después, Arias Navarro compareció en antena para proclamar el famoso «Españoles, Franco ha muerto», la investigación por el óbito accidental del chaval, que cayó desvanecido en las vías del tren de la estación de Gracia, en hora punta, quedó relegada al olvido. Y eso que no hacía ni tres días que el muchacho había salido de los calabozos de la policía, donde la pasma le había pegado una buena tunda.

 

Empar, Negra y Criminal
Empar, Negra y Criminal

Más de treinta años después, el subinspector Escalona, recién asimilado a los Mossos d’escuadra, recibe un encargo aparentemente imposible por parte de un moribundo compañero de trabajo: investigar la muerte de Alberto. Él había participado en la detención del chaval y siempre pensó que hubo algo raro en aquel accidente. Y, la verdad, si  Boisgontier tuvo mala suerte por cuanto a la fecha en que falleció, su apellido no era uno de esos que resulta fácil olvidar.

 

Periquito y ciclista, también.
Periquito y ciclista, también.

Pero, ¿cómo investigar un caso como éste? Ahí radica el punto fuerte de «Un mal día para morir». No hay pruebas genéticas o de ADN que valgan. Ni grabaciones o vídeo -vigilancia a las que acudir. Escalona tendrá que visitar a los allegados y testigos de los hechos supervivientes, comprobar sus declaraciones, rastrear las posibles contradicciones y dejarse llevar por la mucha experiencia acumulada en sus años de trabajo para atar los cabos que, de haberlos, hubieran quedado sueltos.

 

Como si de un viaje al pasado se tratara, las contradicciones de la España del final de la Dictadura y las de la España contemporánea florecen a través de las biografías de los actores de una especie de película que contó con un guión escabroso y absolutamente inesperado, lleno de giros y quiebros que, al final, no terminó de convencer (ni satisfacer) a casi ninguno de los protagonistas

 

Grande, Empar
Grande, Empar

A través de una escritura tan pulcra como amena, la exquisita narración de Empar y Pablo hace que el lector viva dentro de la cabeza de Escalona, mirando la realidad circundante a través de sus ojos e imaginando el pasado a través de la idea que, testimonio a testimonio e informe a informe, se va reconstruyendo enfrente de nosotros.

 

Tiempos convulsos, tiempos excitantes, tiempos comprometidos. Pero también tiempos miserables, mezquinos, traidores e hipócritas. Ésa fue la España de entonces. La de ahora, la verdad, no está claro que sea mucho mejor. Ni mucho peor.

 

Publicada por Ediciones Pámies, que recoge el testigo dejado por la querida y añorada Tropismos, «Un mal día para morir» es la tercera novela de la saga de Escalona, pero se puede disfrutar perfectamente como una novela independiente y con entidad propia. Leída en su momento «Mala sangre», la primera entrega del ciclo, tengo que rescatar de la estantería de las pendientes «Las cosas de la muerte», que Escalona ya es uno de esos personajes de ficción que nos gusta incorporar a nuestra vida cotidiana como buenos lectores de literatura de género negro y criminal.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.