¿CINE O TEATRO?

Hace unos meses, cuando Antonio Banderas visitó el Centro Cultural de CajaGRANADA, habló de sus proyectos de futuro. Y, además de producir a la gente de Kandor, de producir y dirigir su Boabdil y, por supuesto, de seguir actuando en películas, puso todo el énfasis en el teatro, al que defendió como el auténtico cine en tres dimensiones, con miles de años a sus espaldas.

No solía gustarme el teatro. Me parecía falso y forzado, acostumbrado al “realismo” del atrezzo cinematográfico, sus exteriores, sus decorados…

Después empecé a disfrutar con el hecho de que unos actores se encerraran contigo y sólo para tus ojos, oídos y demás sentidos, durante un par de horas. El Brujo, Juan Luis Galiardo o Federico Luppi se suben a un escenario y, allí, comparten contigo cien exclusivos minutos de su arte y talento, en una actuación que ocurre una sola vez y que, una vez terminada, nunca se volverá a repetir. Al menos, nunca será la misma que tú presenciaste.

Así las cosas y volviendo a hacer incómodas preguntas (como ÉSTAS) de respuesta tan complicada como hiriente… ¿qué prefieres? ¿El cine o el teatro?

Jesús “maleante” Lens.

POLIHARTAZGO

Dejamos la columna de opinión de hoy de IDEAL, en que digo cosas que jamás pensé que podría llegar a decir. 🙁

 

 

Lo peor de la lamentable campaña electoral que hemos soportado estas semanas es que, cuando llegue el próximo enero y España asuma la Presidencia de la Unión, tanto el PSOE como el PP se revestirán de todo el boato y la prosopopeya para reivindicar la enorme trascendencia de dicha Presidencia y el inequívoco compromiso institucional con Europa.

 

Algo que, como estos días hemos podido comprobar hasta el hartazgo, no es sino una más de las falacias con que nuestros dirigentes nos pretenden intoxicar. Porque Europa, excepto para conseguir los fondos que les permitan ponerse la medalla de las inauguraciones de turno, les importa una higa.

 

No hace falta que insistamos en ello ¿verdad? Todos hemos sido testigos de cómo la campaña electoral para las elecciones europeas se ha deslizado por un pestilente sumidero de acusaciones e imprecaciones mutuas que sólo intentaban desacreditar al contrario, de los cigotos y los pederastas al Gurtell, el Falcon, la hija de Chaves, el Tytadine y hasta el GAL. Y la crisis, claro.  

 

Por eso, y salvo que cambien mucho las cosas, es más que probable que, este domingo, un servidor no pase por unas urnas. Porque no quiero que mi voto se entienda como de refrendo o censura hacia la actuación gubernamental de estos meses. Reconozco que me cae bien Juan Fernando López Aguilar y que su designación como número 1 de la listas del PSOE parece mirar hacia delante y no hacia atrás, como el nombramiento de Mayor Oreja parece denotar, con ese aspecto de Denny Crane barbado.

 

Pero no me gusta que me tomen el pelo. Y, a lo largo de la campaña, no he oído una sola palabra sobre la construcción europea. Ni tampoco sobre su futuro, sobre las posibles ampliaciones, la Tarjeta Azul y las políticas de inmigración, la defensa común europea y los avances en una diplomacia comunitaria que permita a Europa tener una sola voz en la ONU. Y, por encima de todo, me hubiera encantado saber qué políticas continentales se barajan para cambiar de modelo productivo y avanzar hacia esa economía innovadora y sostenible que preconizan nuestros dirigentes.

 

Me parece detestable que se use a Europa como excusa para la permanente y cansina rebatiña interna que secuestra los debates realmente importantes que se tendrían que suscitar en momentos como éstos. Por todo ello, sólo pido una cosa: cuando el domingo se haga el recuento de los votos y la abstención gane por mayoría absoluta, por favor, que los analistas no hablen de la abulia o el desinterés de los ciudadanos. Que no digan que la gente prefiere irse a la playa en vez de votar.

 

Personalmente, me considero un entusiasta euroconvencido y, unas elecciones en las que la circunscripción electoral es el país completo, siempre me han parecido de lo más sugestivas. O sea que, el domingo, si no voto, no será por dejadez, sino por hartazgo del ambiente político reinante.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros

REAL MADRID ESPERPENTOS CLUB Y OTRAS COSAS DE FÚTBOL

Hoy va de deportes. Esta mañana hablábamos de baloncesto y de la Magia del 23 y ahora pasamos al fútbol. Y es que, desde hace unos años, lo del Real Madrid es de traca. Pero todo eso ya lo saben ustedes. Si siguen el mundo del deporte, es ocioso repetirlo. Y no lo siguen, el tema les importa una higa.

 

Así que, concédanme un par de minutos para hablar de los sinsentidos blancos de las últimas fechas, yendo más allá de lo puramente deportivo.

 

Por un lado, la candidatura fantasma del tal Onieva. Resulta que organiza un acto de presentación, sale un sujeto al que nadie conocía, cuenta un cuento sobre el precio del tiempo, habla de Kennedy y Obama (al que prometen hacer socio de honor del Club) comunica que el club ayudará a pagar las hipotecas a los socios en paro… y todo el embolao se convierte en un chiste, replicado hasta el infinito por los medios de comunicación.

 

¿Se acuerdan de la famosa y repipi Niña de Rajoy?

 

Pues el pobre niño que le quiere comprar una hora de su tiempo a su atareado papá se ha convertido en la tumba de Onieva. Pobre. Para una vez que sale alguien con imaginación en el mundo del fútbol, se le lapida sin conmiseración alguna, se hace mofa de él, se le convierte en objeto de burla.

 

Por lo visto, el hombre sudaba, se le enredaba la lengua, asumió un protagonismo que no le correspondía, se convirtió en la vedette de la presentación… No sé. Yo escuché su cuento en la radio y me gustó esa forma distinta de plantear un proyecto deportivo. Y eso que el gran cuentista por excelencia del mundo del fútbol, el Jorge Valdano del miedo escénico, está con los Otros, con el siempre serio, regio y meticuloso Florentino Pérez.

 

Y es que lo de Florentino, aunque venga disfrazado de los tres Reyes Magos en uno solo, con Villas, Silvas y Kakas en las alforjas de su engolada caravana de camellos, me desconcierta.

 

¿Cómo es posible estar trabajando en la contratación de dos entrenadores tan rigurosamente diferentes entre sí como Mourinho y Wenger? Diferencias que, más allá de lo personal, tienen que ver con una forma de entender el fútbol, la cantera y la filosofía de trabajo de un Club.

 

Me ha gustado mucho el comienzo de este artículo de Pedro Santos, asesor de la Diputación de Orense, que hoy podíamos leer en ABC: «Es fundamental ante cualquier reto o compromiso social tener claro hacia dónde se quiere uno dirigir, y que metas se quieren alcanzar. Debido a la dimensión humanizadora de la cultura en el amplio ámbito de la palabra, debemos de formular un proemio que nos sirva de guía y candil para no desorientarnos en ese maremagnum de propuestas y compromisos que se van perfilando en el comienzo de una acción de gobierno.»

 

Así las cosas ¿cuál es el proemio (signifique ello lo que signifique) que guía el proyecto futbolístico de Florentino? El proyecto empresarial ya lo conocemos: cambiar ladrillos por las botas y los caretos más ilustres y conocidos del concierto internacional. Pero ¿y el proyecto deportivo? Porque un proyecto deportivo, más allá de los jugadores, lo hace triunfar la cabeza pensante que los dirige, como Guardiola ha demostrado en apenas un año; o lo hunde irremediablemente una cara bonita con traje de Armani, como Queiroz acreditó en su momento.

 

Sin entrar en que, de momento, ni una palabra se ha escuchado sobre el baloncesto, el hermano tonto del club blanco.

 

Fíjense en las portadas de hoy de los diarios deportivos madrileños. ¿Caben dos proyectos más antagónicos entre sí, ambos ligados al mismo Florentino?

 

La otra noche, en el debate de El Larguero, se planteaba la posibilidad de que Valdano se dejara de cuentos y ocupara el banquillo de la Casa Blanca. A mí, personalmente, siempre me gustó Valdano, desde que leí sus «Cuentos de fútbol» y el Tenerife nos quitara dos ligas. Con un par.

 

¿Se habrán agotado las ideas de Jorge? Como comentarista de La Sexta, su sapiencia palidece ante las excentricidades de Montes y la bullanguera nadería de Salinas. ¿Le quedan neuronas y capacidad para gestionar el nuevo sueño de la Sábana Blanca, que no Santa?

 

Porque, y esto lo escribo de cara al miércoles, esta semana seré blaugrana. Sí. Por amor a la estética y a la justicia poética. Jamás pensé que podría querer que el Barça ganara un partido, una competición, una Liga de Campeones. Pero sí. Este miércoles, cuando el Barcelona y el Manchester United diriman la finalísima de la Champions, gritaré alborozado los goles de los Etoo, Messi, Henry o, sobre todo, los de Iniesta o Xavi.

 

Envía Pere Sureda a La Parida de Andreu Martín, las siguientes palabras:

 

«DOS HOJAS DEL TREBOL

 

      «La victoria queda en los libros,

 

      pero la forma

 

      de conseguirla queda

 

      en la cabeza

 

      y en el corazón de la gente»

 

(ARRIGO SACCHI.)

 

Y ahora a conseguir el trébol en Roma el día 27, con nuestro estilo. No sabemos hacerlo de otra forma.»

 

Las suscribo como propias y, estupefacto ante las elecciones para la Casa Blanca, echando de menos a un Obama que nos conquiste con su proyecto sereno y la esperanza de su discurso, cierro este texto con un grito que, como madridista convicto y confeso, reconozco que me rechina… pero que no me puedo dejar dentro, aún a riesgo de que me caigan mojicones a diestra y siniestra:

 

¡Visca el Barça!

 

Jesús Lens, increíble y semanalmente blaugrana.