Halloween electoral

Que la campaña electoral del 10N arrancara oficialmente en la noche de Halloween es algo significativo. Muy significativo. Y que su primer día caiga en la festividad de Todos los Santos, comienzo de un micropuente, también.

Nadie cree en la campañita electoral recién arrancada. Hay que agradecer, eso sí, que haya quedado reducida a su mínima expresión, por la salud mental del electorado, pero da algo así como penilla. Lastimica.

Lo más interesante y llamativo es el lío de los carteles fantasma que apelan a la abstención de la izquierda, atribuidos al empleado de un gurú fichado por Pablo Casado y que ya se dejó sentir en las elecciones andaluzas. Y lo de las noticias falsas, por mucho que nos hayamos acostumbrado a ellas.

Arrancó la campañita electoral con buena parte de la ciudadanía disfrazada de Joker, zombi, vampiro o novia cadáver; que daba gusto —y susto— pasear anoche por las calles de Granada. Mientras unos pegaban carteles, en su caso, otros pegaban alaridos en los túneles del terror y demás atracciones populares destinadas a entretener —y asustar— a la gente.

Es más fácil movilizar al personal para que vaya a la Fiesta de la Castaña de La Alpujarra que a un mitin cualquiera. Excepto los de Vox. Esperemos que su proverbial capacidad de convocatoria no se traduzca en un proporcional número de sufragios en las urnas. ¡Eso sí que daría miedo!

El lunes por la noche hay debate electoral en televisión, con Sánchez, Casado, Rivera, Iglesias y Abascal como protagonistas. Lo sé porque lo acabo de buscar en google, no porque lo tuviera en la cabeza ni me hubiera reservado la fecha en la agenda. Miren que me gusta la política, pero esta campañita me pilla cansado, desmotivado y desganado. Como a la mayor parte de la gente con la que hablo estos días, por otra parte, que tampoco me las quiero dar de original.

Lo mejor que nos ha podido pasar es que la campañita arranque en Halloween, con las pastelerías rebosantes de huesos de santo y las plataformas de televisión atiborradas de historias de terror.

Jesús Lens

 

El CIS Campeador

¡Qué bien me ha venido lo del CIS para escribir esta columna, que me debatía entre el Ayuntamiento y la nada! Les confieso que estaba tentado de escribir sobre lo de la cena privada en el claustro de nuestro consistorio, disfrutada por los invitados de la cofradía del Huerto de los Olivos con motivo de la clausura del XV Congreso Nacional de Hermandades con la Advocación de la Oración en el Huerto. Sin embargo, sólo con leer todo eso, así seguido, me he agotado. De ahí que el CIS venga a espabilarme cuando estaba a pique de quedarme muerto.

Empecemos por los tópicos, por los lugares comunes: recuerden que la auténtica encuesta, la única con un grado de fiabilidad del 100%, es la del próximo 10-N. Esto es como lo de ‘esta noche, a las 3 serán las 2’ del pasado sábado.

¿Hacemos chistes sobre el Masterchef Tezanos o, por contra, recordamos que el CIS acertó con los resultados de las pasadas elecciones? ¡Qué pereza! ¡Qué sensación de deja vu! ¡Y yo que pensaba que el CIS me iba a salvar la columna! Porque, no sé ustedes, pero la horquilla que le da al PSOE entre 133 y 150 escaños me parece entre demasiado amplia… ¿y generosa? No tardaremos en salir de dudas.

Entro en el desglose por provincias y un nuevo chasco desde el punto de vista de la excitación informativa: en Granada, todo sigue igual. Ni el efecto VOX llenando el Palacio de los Deportes, ni el desembarco de Errejón ni el previsible batacazo de las huestes de Rivera se dejan sentir en nuestra tierra, donde parece que se repetirán los resultados de las pasadas elecciones. Al menos, según el CIS.

Una duda: ¿saben ustedes si estarán en casa el 10-N? ¿Han comprobado si les coincide con algún evento familiar o social que les impediría ir a votar? Y, en este caso, ¿han solicitado ya el voto por correo? En las pasadas elecciones había mucho meneo con ese tema. Mucha movilización. En esta ocasión, sin embargo, percibo una cierta abulia al respecto.

Jesús Lens