Los últimos

Me entró por los ojos. Fue ver la portada y me dije: “esa imagen, a mí, me suena”. Y, efectivamente. La imagen elegida por la editorial Salto de Página para ilustrar la novela de Juan Carlos Márquez, “Los últimos”, es de uno de los grandes cracks de la pintura española contemporánea, del que hemos hablado en más de una ocasión: el granadino Paco Pomet.

 Los últimos

No tiene excesivo mérito reconocer la obra de Pomet: es tan personal, tan especial, tan única e imprescindible que, en cuanto la ves; te asalta los ojos. Pocos pintores, ahora mismo, con su capacidad para contar historias a través de sus cuadros. Historias irónicas, surrealistas, tragicómicas, salvajes, divertidas y sorprendentes.

La pregunta, inmediatamente después, fue: ¿Qué novela habrá escrito Márquez, para venir ilustrada por una imagen con tanta personalidad como “La tierra prometida”, de Pomet?

Otro de los trabajos de Paco Pomet
Otro de los trabajos de Paco Pomet

 

No tardé en descubrirlo. Como no deberías tardar tú en hacerlo. Comenzando por el preámbulo. Abrasador. Literalmente. “La destrucción duró exactamente lo mismo que el origen: siete días, seis descontado el que el creador descansó”. A partir de ahí, el fin del mundo. De nuestro mundo. En apenas dos páginas.

¡Toma ya! ¡Así comienza una historia! Sobre todo, para los que somos milenaristas, distópicos y creemos, firmemente, en que el final está cerca. Podréis pensar que exagero si os digo que el preámbulo me provocó palpitaciones. Pero no. No exagero ni un ápice. Y, a partir de ahí, dividida en capítulos cortos, muy cortos y, algunos, hasta mínimos; Márquez narra en forma de bitácora los últimos días en la tierra de los últimos supervivientes del apocalipsis. Y su traslado, forzoso, a Marte.

 Los últimos Juan Carlos Márquez

Pero no. No es una novela de ciencia ficción. En el sentido clásico de la expresión. Aunque… ¡menos mal que Salto de Página la publicó antes del estreno de “Interestelar”! Si no, algunos hubieran pensado que había plagio. O inspiración, al menos.

Pero no, Insisto. Porque la clave de “Los últimos” está en el factor humano. Dentro de lo inhumano que es tener que dejar tu planeta para establecerte en Marte. Por obligación, no por afán de aventuras. El factor humano. La convivencia. El grupo. Los celos. El amor. El desamor. La confianza. La traición. La maternidad. La paternidad. La perpetuación de la especie. La extinción.

Y todo ello trufado de referencias muy cercanas. Que en un contexto apocalíptico, adquieren otras resonancias y dimensiones. Referencias a Al Pacino o a Robert de Niro. A los Magic, al heavy metal o a Conan el Bárbaro. Referencias que, en la novela de Márquez, actúan a modo de iceberg: lo que muestran es una octava parte de lo que queda bajo la superficie. Pero que está. Y que cuenta.

 Los últimos portada

“Los últimos” es una novela cuyos capítulos están condensados,  exprimidos y licuados hasta dejarlos reducidos a su quintaesencia. Una de esas novelas en las que cada palabra cuenta. Otra vez. En todos los sentidos de la expresión. Una novela de lectura hipnótica, extraña, subyugante. Una de esas novelas que, al terminarla, no la colocas en la estantería de “Libros leídos”, sino en la de “Libros pendientes de (re)lectura”.

¡Avisados quedáis!

Jesús Lens

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Un minuto antes de la oscuridad

Ustedes saben que el final está cerca. Y lo más probable es que ese final desemboque en una gran, abisal, inmensa y absoluta oscuridad. La pregunta es: ¿qué ocurrirá un minuto antes? ¿Cómo será el minuto previo a la oscuridad?

Hay libros cuyo título ya contiene, en sí mismo, un pedazo de historia. “Un minuto antes de la oscuridad” es de esos. Lo que es un riesgo. ¿Y si luego no está el contenido a la altura del continente? No voy a decir que, cuando empecé a leer la novela de Ismael Martínez Biurrun, sentía ese temor. En absoluto. Lo que ya había leído suyo me había parecido tan excelente que estaba bastante seguro de que ésta me iba a gustar. Mucho. Muchísimo.

 un minuto antes de la oscuridad

¿Se acuerdan ustedes de “El escondite de Grisha”, que reseñamos hace un par de años?

Pues “Un minuto antes de la oscuridad”, una de las primeras novelas publicadas por Mondadori en su nuevo sello Fanctasy, aunque cambia de tercio, abunda en ese fascinante género de ciencia ficción distópico que tantas alegrías literarias nos está dando… y tantos miedos nos está provocando.

Situémonos.

 un minuto antes de la oscuridad Biurrun

Madrid. Caos. Revueltas. Y la luz eléctrica, que deja de fluir hasta los barrios de la periferia. Con lo que ello conlleva. O contrae. La policía, en esas zonas, no es más que un recuerdo. Pero hay que seguir viviendo. Y eso es lo que tratan de hacer Ciro, su mujer Sole y su hijo; que siguen habitando en su casa unifamiliar y pareada, en una zona residencial de la capital que no está demasiado lejos del centro. Pero que, aun así…

Lo malo de las zonas residenciales en tiempos revueltos es que, cuando cae la noche, grupos de personas, masas anónimas de gente, se enseñorean de las calles. Y, a veces, entran en alguna casa y arrasan con todo lo que hay dentro. Y con quiénes se encuentran en su interior, por supuesto. ¿Qué criterio siguen? ¿Por qué unas casas sí y otras no?

 un minuto antes de la oscuridad detalle

Ciro, todas las mañanas, va a la Universidad, en la que sigue dando clases. Prácticamente no tiene alumnos, pero está empeñado en mantener una apariencia de normalidad. Hasta que el rector de la misma es brutalmente asesinado.

Y, otra vez, las preguntas: ¿Qué? ¿Por qué? ¿Cómo? Y, sobre todo, ¿para qué? ¿Para qué seguir yendo a clase? ¿Para qué seguir saliendo de casa? ¿Para qué levantarse de la cama, cada día? ¿Para qué empeñarse en permanecer en esa ciudad?

Ciro, cuando ve que las cosas se ponen realmente feas, juega la última baza que tiene a su disposición. Una baza de la que ha renegado, una y mil veces. Una baza relacionada con la ingeniería genética…

Es más que probable que no entiendas nada de lo que trato de decir en esta reseña, pero es muy complicado hablar de este libro sin arruinar las múltiples sorpresas que Ismael le va incorporando. Poderosos giros en la trama y en la forma de pensar y actuar de los personajes; hasta llegar a un impresionante final que pone los pelos de punta.

 Un minuto biurrun

Lo sé. No soy objetivo. Me gustan las distopías, creo en el inminente fin del mundo y le tengo gran aprecio personal y literario a Ismael, un tipo trabajador y discreto que escribe cojonudamente.

Aun así, yo que tú la leería.

Y comentamos. ¡Claro que sí!

Jesús Lens

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Cenital se acerca

Ya sabéis que ha sido una de mis lecturas capitales de estos meses. Cenital. Si no la has leído, la cosa (aún) tiene arreglo. Pregúntame y hablamos. Pero el caso es que la realidad y la ficción empiezan a darse la mano. Y si no, mira la portada del Expansión de hace tres o cuatro días.

Subida agua

¿Es o no es para estar acongojados? Sino acojonados, directamente…

 

¡El final está cerca! Ten miedo. Mucho miedo.

 

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Evolución

Muchos periódicos abren hoy con las imágenes captadas por Mohammed Salem en la franja de Gaza. Seguro que las habéis visto. Personalmente, me resultan una inmejorable muestra y la prueba más palpable de la evolución del ser humano, desde los tiempos del Far West demonónico a los albores del siglo XXI. ¡Cuántos y cuán importantes cambios, haber pasado de montar a caballo a conducir motocicletas!

Por lo demás, la vida (y la muerte) siguen igual…

Jesús Lens, el Horrorizado. 

Llega «Cenital»

«¿Y entonces qué?


Entonces las tiendas se quedarán sin comida. El agua dejará de salir de los grifos.


Los apagones nos parecerán un pequeño inconveniente comparados con el hambre y la sed. El despliegue de la oscuridad marcará el fin de nuestra civilización».

Guy McPherson.

Parafraseado por Emilio Bueso en su novela «Cenital». La novela que no quieres leer. La novela que tienes que leer.

Ten miedo. Mucho miedo.

Llega… CENITAL

Jesús abuesado Lens

¿Tiene sentido saber lo que publicamos los anteriores 29 de julio? Por si acaso: 2008, 2009, 2010 y 2011.