Sevilla faraónica

A comienzos de este año anduve por Sevilla, vagabundeando, viendo y mirando. Volvemos a la capital hispalense estos días desapacibles con un propósito igualmente vago e impreciso: caminar sin rumbo fijo, dejándonos llevar. Adoro Sevilla. Me parece una ciudad espectacular. Caminar por sus calles rebosantes de vida es un lujazo, un disfrute interminable. Y cambiar de aires nos permite tomar distancia y tener visión de conjunto de nuestro día a día.

El sábado, frío pero despejado, paseamos por Triana y por el barrio de la Santa Cruz, haciendo una larga parada en el Hospital de los Venerables, edificio barroco dedicado a Velázquez cuya iglesia, repleta de frescos y lienzos, sin un centímetro libre de decoración, pone a prueba el temple de los amantes del minimalismo. Sus patios son una delicia y la sala expositiva, con cuadros de Velázquez y Murillo, entre otros grandes pintores, de visita obligatoria.

Nos asomamos a la fastuosa Catedral, pasamos por el mercado de Triana y el de artesanía y pusimos rumbo al restaurante Tribeca, donde disfrutamos de una de las mejores cenas de este año, tema del que hablaremos en nuestra gastrobitácora del suplemento Gourmet. (Leer AQUÍ la crónica gastronómada de Sevilla)

El domingo amaneció entre lluvias y niebla, por lo que decidimos conocer el Caixa Fórum de una vez. Aunque el entorno comercial de la Torre Pelli estaba vacío y mortecino, la cola para disfrutar de la exposición dedicada a los faraones egipcios era inmensa. El buen hacer cultural de La Caixa es bien conocido y, en este caso, su alianza con el British Museum le permite organizar exposiciones tan sugestivas como ésta, que atraen a miles y miles de personas.

La muestra es fascinante, de esas que, además de disfrutarse por la cantidad de piezas originales que atesora, te invita a profundizar, estudiar y volver al enigmático y atractivo universo de Ramsés II, Nefertiti, Akenatón y Cleopatra, la última de los ptolomeos. Y máxima atención a Thot, el dios de la sabiduría, la escritura, la música y el tiempo; casi tan atractivo como Osiris, el señor del inframundo. Si pasan por Sevilla, no se la pierdan.

NEFERTITI: INOLVIDABLE AMOR

Frente a la Puerta de Ishtar me quedé pasmado. Pero fue frente al busto de Nefertiti donde, creo, me enamoré por primera vez de una obra de arte. Pasé ni recuerdo cuánto tiempo frente a ella, hipnotizado, imantado, embrujado. Me alejaba cada vez que un grupo de visitantes se acercaba a ella, pero volvía inmediatamente a su vera apenas se quedaba sola.

 

De hecho, cuando ya me iba del Museo, sentí la perentoria necesidad de regresar nuevamente a ella y echarle un último vistazo, a modo de despedida. Un hasta luego, por supuesto. Jamás un adiós.  

 

Nefertiti, belleza atemporal, inmortal, divina y sobrehumana.

 

Desde ayer luce con todo su esplendor en el Neues Museum de la capital alemana.

 

Ni lo dudéis. Sólo por verla de cerca, merece la pena viajar a Berlín. Cuando vayáis, dadle recuerdos de mi parte y decidle que pronto, muy pronto, volveremos a vernos. Que nunca la pude olvidar y que la llevo incrustada en el centro del pecho. Hondo. Muy hondo. Aunque sus eternas y hieráticas frialdad e indiferencia pongan distancia de por medio, en la vida hay amores que nunca pueden olvidarse, imborrables momentos que siempre guarda el corazón…    

 

Jesús Lens, inolvidablemente enamorado.