Día de Europa

¡Qué bien ha caído, este año, el Día de Europa! Nos sorprende el 9 mayo en plena euforia por el triunfo de Macron, en Francia, tras derrotar a la fascista Le Pen en la segunda vuelta de sus elecciones. Una victoria que nos alegra a todos… menos a cierta parte de una izquierda que parece haber perdido el norte.

Es llamativo que, tras la victoria del Brexit, se haya instalado en el Viejo Continente un orgullo europeo que no se dejaba sentir desde hace mucho, mucho tiempo. Y eso, para un europeísta convencido como yo, es motivo de alegría. Pero no de satisfacción.

 

Porque la Europa en la yo creo, la Europa que estudié y que tanto me ilusionó en la Cátedra Jean Monnet, se parece muy poco a la Europa reaccionaria, gris y burócrata que tiene en la Austeridad a su piedra angular y en el abstruso Reglamento a su principal instrumento de trabajo.

Hoy es un gran día para recordar cómo y por qué nació la CECA, la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, con Alemania y Francia como socios fundadores. El germen de la actual UE inició su andadura en 1950, poco después de la derrota nazi, con el fin primordial de evitar futuras guerras entre países europeos: al unificar la producción de dos materiales indispensables para los ejércitos y al convertir en aliados comerciales a los dos países implicados en el origen de la I y la II Guerra Mundial, se ponían las bases para complicar, y mucho, la mera posibilidad de otro posible conflicto.

 

El camino recorrido por Europa en la segunda mitad del siglo XX fue algo increíble, mágico y espectacular. Hasta que llegó la cuestión de la Unión Monetaria y se primó lo económico por encima de cualquier otra consideración.

 

Desde entonces, y no digamos ya desde el estallido de la Crisis, Europa es sinónimo de dinero y, por desgracia, la sensación es que Bruselas se ha convertido en enemiga de la mayoría de los ciudadanos de la Unión, legislando en favor de las élites económicas y financieras y en perjuicio de unas mayorías cada vez más desprotegidas, desamparadas y precarizadas.

Hoy, Día de Europa, deberíamos reflexionar sobre cómo es posible que en uno de los países fundadores de la Unión, la extrema derecha haya conseguido un 34% de los votos, nada menos.

 

Jesús Lens

El Día de Europa Zombi

No sé si serán ustedes seguidores de las historias de zombis que nos revuelven las tripas a quienes nos tomamos la Vida en Serie, pero yo acabo de ver el tercer episodio de Fear the Walking Dead 2, titulado Ouroboros. Se lo recomiendo.

Fear the walking dead

Ignoro si Robert Kirkman, el creador de la serie, está al tanto de la situación de los inmigrantes y refugiados que vagan por el Mediterráneo. Pero lo ha clavado. Como si quisiera celebrar con nosotros el Día de Europa, en clave zombi.

Ouroboros comienza con una chica asiática que, tras un accidente de avión, consigue subirse a una balsa neumática que flota en el mar. Con ella, un hombre herido. Tras varios avatares, consiguen llegar al barco en que navegan los protagonistas de la serie. El Abigail es una nave extraordinaria. Un pedazo de yate. Y solo está ocupado por los siete personajes principales de la historia.

Fear the walking dead abigail

Como en todas las series contemporáneas, el grupo de protagonistas es heterogéneo, multirracial y tan diferente como complementario. Los hay más solidarios y más individualistas. Más avispados y más inocentones. Más decididos y más apocados. Pero, por encima de todos, está el líder. En este caso, Strand, un tipo frío y calculador, muy bueno con la estrategia. Y letal en la ejecución. Que, además, es el dueño del barco.

Strand no quiere que los náufragos suban a bordo. Considera que siete viajeros ya son suficientes. Da igual que los demás insistan en que dos personas más caben perfectamente. Que tienen comida, agua y recursos suficientes para todos. Strand solo consiente en darles unas provisiones y arrastrar la balsa con un cabo, hasta que lleguen a algún punto habitado de la costa en que pueda soltarlos.

Fear the walking dead ouroboros

Sin embargo, durante la travesía y en mitad del océano, Strand coge un machete, se acerca a la popa del Abigail y corta el cabo que une a la balsa con el yate, dejando abandonados y a su suerte a los náufragos.

¿Les resulta familiar, en esta Europa que rechaza y expulsa a inmigrantes y refugiados? Recordemos que el Ouroboros es un símbolo mitológico representado por una serpiente que se come su propia cola. Y que, además de simbolizar el eterno retorno y lo que no tiene ni principio ni fin, también es sinónimo del esfuerzo inútil y condenado al fracaso.

Jesús Lens

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