POLIHARTAZGO

Dejamos la columna de opinión de hoy de IDEAL, en que digo cosas que jamás pensé que podría llegar a decir. 🙁

 

 

Lo peor de la lamentable campaña electoral que hemos soportado estas semanas es que, cuando llegue el próximo enero y España asuma la Presidencia de la Unión, tanto el PSOE como el PP se revestirán de todo el boato y la prosopopeya para reivindicar la enorme trascendencia de dicha Presidencia y el inequívoco compromiso institucional con Europa.

 

Algo que, como estos días hemos podido comprobar hasta el hartazgo, no es sino una más de las falacias con que nuestros dirigentes nos pretenden intoxicar. Porque Europa, excepto para conseguir los fondos que les permitan ponerse la medalla de las inauguraciones de turno, les importa una higa.

 

No hace falta que insistamos en ello ¿verdad? Todos hemos sido testigos de cómo la campaña electoral para las elecciones europeas se ha deslizado por un pestilente sumidero de acusaciones e imprecaciones mutuas que sólo intentaban desacreditar al contrario, de los cigotos y los pederastas al Gurtell, el Falcon, la hija de Chaves, el Tytadine y hasta el GAL. Y la crisis, claro.  

 

Por eso, y salvo que cambien mucho las cosas, es más que probable que, este domingo, un servidor no pase por unas urnas. Porque no quiero que mi voto se entienda como de refrendo o censura hacia la actuación gubernamental de estos meses. Reconozco que me cae bien Juan Fernando López Aguilar y que su designación como número 1 de la listas del PSOE parece mirar hacia delante y no hacia atrás, como el nombramiento de Mayor Oreja parece denotar, con ese aspecto de Denny Crane barbado.

 

Pero no me gusta que me tomen el pelo. Y, a lo largo de la campaña, no he oído una sola palabra sobre la construcción europea. Ni tampoco sobre su futuro, sobre las posibles ampliaciones, la Tarjeta Azul y las políticas de inmigración, la defensa común europea y los avances en una diplomacia comunitaria que permita a Europa tener una sola voz en la ONU. Y, por encima de todo, me hubiera encantado saber qué políticas continentales se barajan para cambiar de modelo productivo y avanzar hacia esa economía innovadora y sostenible que preconizan nuestros dirigentes.

 

Me parece detestable que se use a Europa como excusa para la permanente y cansina rebatiña interna que secuestra los debates realmente importantes que se tendrían que suscitar en momentos como éstos. Por todo ello, sólo pido una cosa: cuando el domingo se haga el recuento de los votos y la abstención gane por mayoría absoluta, por favor, que los analistas no hablen de la abulia o el desinterés de los ciudadanos. Que no digan que la gente prefiere irse a la playa en vez de votar.

 

Personalmente, me considero un entusiasta euroconvencido y, unas elecciones en las que la circunscripción electoral es el país completo, siempre me han parecido de lo más sugestivas. O sea que, el domingo, si no voto, no será por dejadez, sino por hartazgo del ambiente político reinante.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros

BOSTON LEGAL: RAROS & FREAKS

Hoy me han llamado raro. Otra vez.

Con todo cariño, para todos los raros del mundo,

Una nueva perla de sabiduría proveniente de Boston Legal.

A ver si os gusta más que la de la risa

 

El caso que había llevado Alan Shore atañía a una niña brillante, gran estudiante y mejor dibujante, que, por un accidente, no podía sonreír, en el sentido físico de la expresión.

 

Por ese defecto orgánico, no la querían aceptar en un colegio muy exclusivo, dado que la consideraban «anormal».

 

Cuando termina el caso, Alan Shore habla con ella:

 

  • ¿Has oído hablar de un filósofo griego llamado Epícteto?
  • No.
  • Era un hombre gracioso. Tenía una cierta alegría en el vivir. Epícteto comparaba a la gente normal con los hilos blancos de una toga: indistinguibles. Él quería ser el hilo púrpura de la toga, esa parte brillante que hace que todo lo demás parezca elegante y hermoso.

¿Por qué – se preguntaba Epícteto- me pedís que sea como la mayoría? Si lo hago, ¿cómo puedo seguir siendo púrpura?

 

La niña responde:

 

  • A veces, ser púrpura duele un poco.

 

Alan sólo se lleva las manos a su regazo y, cruzando una pierna sobre otra, concluye, mirando al vacío:

 

  • Sí.

 

Y la cámara se aleja.

 

FIN

PILDORAZOS DE BOSTON LEGAL: CRANE & SHORE

Hace unos días hablábamos, deslumbrados, de «Boston legal». Sé que debería dedicarle una entrada más sesuda, pero de momento, vamos a meter de vez en cuando algunos pildorazos de sabiduría made in Crane & Shore, con el ánimo de provocar comentarios, debate y discusión.

 

 

Empezamos por ésta:

Terraza. Denny Crane está fumando un puro. Llega Alan Shore, muy serio, después de llevarse un restregón en el juzgado y, después, encontrar a Tara, su novia, riendo.

Denny le dice, hablando sobre el caso de la Viuda Negra que llevan entre manos:

  • ¿Acabó la función? Pareces vencido.
  • Acabo de pillar a Tara riéndose con otro hombre.
  • ¿Seguro que no estaban sólo… besándose?- dice Denny.
  • No. Se estaban riendo.

 

Denny mira hacia abajo, cariacontecido. Mientras Alan continúa hablando:

  • Voy a perder a la chica y el caso en la misma semana.
  • Todavía no has perdido el caso- le intenta consolar Denny.

BOSTON LEGAL

Fue en el Encuentro BIL (Birras & Libros) del mes de julio pasado, en Granada. Estábamos tomando cervezas, repartidos en grupos, cuando coincidimos cuatro personas en un extremo de la barra: Lorenzo Lunar, escritor cubano de novela negra; el Gran Rash, cinéfilo peculiar donde los haya, muy aficionado a la Ciencia Ficción y a los tebeos; Ratatouille Hoces, gastrónomo, as de los fogones y seguidor impenitente de Los Soprano; y un servidor, cuyas filias y fobias son bien conocidas por todos.

 

No sé cómo ni porqué, un nombre salió a relucir en la conversación: Denny Crane. Álvaro y yo nos miramos desconcertados mientras que Lorenzo y David empezaban poco menos que a levitar, alzando la voz, exclamando maravillas de un abogado de Boston del que yo, hasta el momento, ni había oído hablar, por mucho que la tele ocupe mis últimos desvelos como espectador, de John Adams a Ladrón.

 

Desde entonces, Rash se impuso como tarea y desafío personal el que viera la serie «Boston legal» y en nuestros correos y conversaciones, cada vez que salían a relucir temas como la amistad, la lealtad y la profesionalidad, sólo deslizaba dos misteriosas palabras: «Denny Crane».

 

Terminaba 2008. Me iba de viaje. Y como propósito de año nuevo me marqué, por fin, descubrir al tal Crane.

 

Y… ¡madre mía!

 

Quiénes me siguen a través del Twitter y del Facebook están aburridos de leer, estados días, frases que definen mi Estado de este cariz: «Comiendo mientras veo a Denny Crane» o «Es tarde, tengo sueño, pero me pincho otro episodio de Boston Legal».

 

Un día, a mi mensaje de «Me llamo Jesús Lens y soy adicto a Alan Shore y Denny Crane» recibí una contestación de Peter Man: «Me llamo Pedro y llevo dieciocho horas seguidas sin ver Boston Legal».

 

Y es que resulta que, de repente, surgen por doquier fans furibundos y apasionados de esta impresionante, extraordinaria, ácida, sarcástica y desopilante serie. Como nuestro querido y últimamente comedido Foces, sin ir más lejos. No me extraña que haya cosechado tantos sufragios en la encuesta que tienen en la Margen Derecha, ahí abajo.

 

Por eso, cuando noté que mi amigo Jorge andaba un poco bajo de moral, le mandé un SMS que sólo tenía dos palabras. ¿Las adivinan?

 

Jesús Lens.

 

PD.- En próximas entregas nos dedicaremos a hablar, más y en más profundidad de la que, de momento, es mi gran serie del 2009: «Boston Legal».