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POESÍA: MIGUEL ÁNGEL VELASCO
Hoy leo una necrológica en El País. Es de Miguel Ángel Velasco. Un poeta del que, hasta este momento, no había oído hablar.
Reseña un poema titulado “La alegría”:
Diré de la alegría, aunque regresen
esas noches sin fe en las que apuramos
un vino de rencor; aquellas horas
de hosco abatimiento en que uno envidia
la vida de las bestias.
A pesar
de la anciana palabra, no hecha acaso
para decir la dicha, aunque después
la traicionemos siempre. Aunque al final
siempre haya que pagarla: no se es
feliz impunemente”.
Y como uno cree en las señales, pues ahí lo dejamos.
Porque me ha gustado mucho, porque es miércoles, porque no sé quién es Velasco, pero me han gustado sus versos.
Jesús Lens.
MIÉRCOLES POÉTICOS: ANDRÉS CAICEDO
Hace unos días, me llamó Manolo Villar. Que tenía un libro para mí. Que me iba a encantar. De Andrés Caicedo. Un escritor colombiano que se suicidó a los 25 años, cuando se quedó sin nada que decir.
Pronto volveremos a él. Ahora, dejamos un par de poemas, en los Miércoles Poéticos aplazados un día por la huelga.
Puede ser una tarde con estrellas
La tarde se parece a mí
Soy un hombre melancólico
Soy un poeta.
Cuando tenía 12 años fui a mi primera
fiesta y fue cuando me tocó bailar por
primera vez en mi vida. Me fue muy mal.
No me cogió el paso. Me dijo: no le
cojo el paso y me dejó allí. Y yo fresco.
Pero ahora pienso
que si me hubiera cogido el paso ahora yo
sería bailarín y no poeta.
Hay gente que puede ser poeta y bailarín
al mismo tiempo.
Pero yo no puedo. Yo soy un hombre melancólico.
Puede ser la luna a mis espaldas.
— — —
Creo en fantasmas, vampiros y
en empleados públicos que una
mañana salen volando de su
casa porque soy un hombre
que cayó bajo el amor.
Cuando puedo veo cine y miro
gente desde buses, merced a
un sólo sentimiento:
la nostalgia y la tristeza.
Y fíjese que
digo uno.
Tengo 19 años y escribo cuentos
fantásticos.
Y ya le dije que creía en vampiros.
II MIÉRCOLES POÉTICO: RAFAEL GUILLÉN
Celebramos la magna y titánica publicación de las obras completas de Rafael Guillén con este Poema del No.
Me decías que no. Por tu mirada
pasaban barcos lentamente. Había
gaviotas en tus ojos, en tus blandos,
oscuros ojos grandes,
donde iba cayendo la amargura
como un anochecer de altas sirenas
en los puertos del Sur.
Me decías que no serenamente.
Era un no original, que ya existía
antes que tú, que hablaba por sí mismo
mientras que tú, impotente, absorta, fijos
en mí tus ojos, lo sentías vivo,
palpabas su raíz por tus adentros.
Era un no adivinado,
mudo, pesadamente silencioso.
Tu duro cuerpo tibio
me decía que no, sin causas, iba
replegándose, como
si volviese a la infancia. Tú no eras.
Me decías que no, y en tu mirada
cabalgaba un dolor que yo diría
maternal. Un dolor implorando
comprensión. Un no de contenida
pesadumbre, pero total, abierto,
levemente asomado
a las playas del llanto.
Me decías que no lejana, sola,
terriblemente sola, maniatada,
sin un porqué donde apoyarte, pero
era no, era no, sin gritos, no…
Los puertos, las sirenas,
los barcos en la noche, todo iba
perdiéndose, alejándose.
Yo, delante de ti, triste, abatido.
I MIÉRCOLES POÉTICO
Nos invita Rigoletto, con ilusión y fuerzas, a que retomemos aquella costumbre de bloguear poesía los miércoles.
En su momento los llamamos Cuaversos, mezclando estos Cuadernos de Bitácora con los versos. Ahora, más sencillamente, los convertimos en Miércoles poéticos.
Gracias, Rigoletto, por recordarnos esta iniciativa.
Estoy leyendo sobre Matuso Bashö, al que se considera como el mayor poeta de haiku de la historia, educado como samurai y para el que, sin haber pasado hambre, frío y penalidades, no se puede escribir poesía de verdad.
Dejo estos versos, surgidos en su lecho de muerte:
Habiendo enfermado en el camino,
mis sueños
merodean por páramos yermos.
Y una pequeña historia sobre la capacidad y la fuerza creativa de la poesía, sobre sus virtudes generadoras de vida:
“Cierto día, Bashö y Kikaku iban paseando por el campo y se quedaron mirando las libélulas que revoloteaban por el aire. En ese momento, el discípulo compuso este haiku:
¡Libélulas rojas!
Quítales las alas
y serán vainas de pimienta”
El Maestro respondió: “No. De ese modo has matado a las libélulas. Di más bien:
¡Vainas de pimienta!
Añádeles alas
y serán libélulas.”
Jesús Lens.