La Costa, sin agua y con sed

Aunque algunos me miren raro, sigo siendo un firme defensor de la prensa en papel. Porque el formato importa. Y mucho. Las páginas 16 y 17 del IDEAL de ayer, sin ir más lejos, firmadas por Pilar García-Trevijano, que abrían con el siguiente e ilusionante titular: «La agroindustria despega en Motril con la instalación de empresas millonarias». (Leer AQUÍ) Nuevas industrias y marcas comerciales, crecimiento, potencial de desarrollo, expansión, puestos de trabajo  y riqueza. En la parte de abajo, otro titular interesante: «La Costa Tropical prevé producir 10.000 toneladas de mango esta campaña», con información relevante sobre los subtropicales.

 

Foto: Javier Martín

Al final de la página, sin embargo, resaltadas en negrita, dos palabras: «Sin agua». Dos palabras que saltan a la vista del lector del periódico en papel. «Sin agua». Dos palabras que se clavan en los ojos y sirven de necesario reclamo para contextualizar toda la información precedente: la Costa Tropical no aguanta más la falta de agua para regar y necesita una solución de emergencia que ya no pasa por las conducciones de Rules, esa ignominia que debería abochornar a los políticos de nuestra tierra. A todos ellos sin excepción.

«El 60% de los pozos que riegan las fincas de la vega sexitana están al borde de la sequía», denuncian los regantes y el acuífero de Río Verde necesita una inyección de urgencia. Granada es una de las provincias más empobrecidas de Europa y soporta unas intolerables tasas de desempleo. La agroindustria es una de las más pujantes y con mayores posibilidades de desarrollo. ¿Qué hay más importante en las agendas de los representantes institucionales de Granada en Andalucía y España que esta cuestión? ¿Y en los presupuestos de unas y otras administraciones? Se nos llena la boca hablando del futuro, ¿pero qué pasa con el presente? Porque el presente, ahora mismo, indica que la pujante agricultura de la Costa Tropical se queda sin agua y empieza a tener sed. Mucha sed.

Jesús Lens

Un verano sin medusas

Estos días, como si de un personaje de los ‘Rotos’ de Don Winslow me tratara, he aprovechado para quedarme junto al mar cuando la mayor de la gente ha tirado pa’rriba, de vuelta a Granada. Tras unos julio y agosto extenuantes, disfruto del septiembre más sosegado de los últimos años, dado que no vamos a celebrar la sexta edición de Granada Noir a final de mes. Pero no es de esa modalidad de cultura de la cancelación pandémica de la que quiero hablarles hoy, sino de la gran ausente de nuestras costas este verano: las medusas.

Estaba jugueteando con unas olillas de levante de lo más simpáticas cuando sentí un lambreazo en el dedo de un pie. Automáticamente pensé que me había picado una, pero luego caí en la cuenta de que este año ha habido menos medusas en la Costa Tropical que famosos de la jet set en Marbella.

Ha sido un buen verano, climatológicamente hablando, que mejor no hablar de la economía. El agua ha estado —y sigue estando—a una temperatura que habría hecho las delicias de cualquier spa, apenas ha soplado el poniente helador y, sobre todo, las temidas medusas que nos amargaron la vida en veranos anteriores no se han dejado ver este 2020, como si estuvieran asustadas por el otro bicho.

Cambio climático, salinidad del agua, sobrepesca de sus depredadores naturales, disminución del plancton del que se alimentan y abundancia de aguas residuales en las orillas que lo sustituyen como nutriente… Varias eran las causas que los científicos aducían para explicar la proliferación de medusas en nuestras costas.

¿Por qué apenas ha habido medusas este verano, al margen de que acaben de pescar una monumental en La Herradura? La tentación de vincular su desaparición con el confinamiento es fuerte: al haber dejado a los mares en paz durante dos o tres meses, se habría producido un reequilibrio de las fuerzas naturales. Esta explicación, más simplista que simple, también nos permitiría fustigarnos como especie una vez más y proclamar aquello de que nos merecemos la extinción.

No van por ahí los tiros, sin embargo. A comienzos de julio, el departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga ya anunció que “el grado de favorabilidad macroecológica para la proliferación de medusas” no era muy alto para este verano. Y la cosa no tenía que ver con la pandemia, sino con algo mucho más sencillo: los caprichos de las corrientes del mar de Alborán.

Jesús Lens

Lo que no rula

Es muy divertido reírse de la falta de gobierno e ironizar sobre lo bien que va la cosa con un gobierno en funciones que, en vez de gobernar, vegeta. Es un argumento muy de librepensador, destroyer y guay total, supuestamente molón y muy original. El único problema es que es más falso que una moneda de 5 euros.

Lo podíamos leer en el IDEAL de hace un par de días, gracias al repaso que Javier Morales hacía a cinco proyectos básicos para la socioeconomía granadina que están pendientes de ejecución y a la espera de la consignación presupuestaria que los ponga en marcha. Del acelerador de partículas a la variante de Loja, la circunvalación, los espigones de la Costa Tropical y las muy sangrantes conducciones de Rules.

Coincidió esta información con otra igualmente preocupante: tras un 2018 de récord, la producción de mango de nuestra Costa Tropical puede caer este año un 40%, en parte, por culpa de la sequía.

Sequía. Agua de riego. Canalizaciones inexistentes. La piscina más grande de Europa. Hacer surf en el pantano. Mangos. Aguacates. Costa Tropical. Riqueza. Pobreza. Desigualdad. Campos de golf. Málaga. Acuíferos. Calentamiento global. Cambio climático.

No. No me he olvidado de escribir. Es sólo que estoy seguro de que ustedes serán capaces de rellenar los huecos hasta completar un doloroso relato sobre el fracaso de nuestros representantes públicos, los de todos los partidos elegidos para defender los intereses de Granada y los granadinos en Madrid.

Así las cosas, no es de extrañar que los agricultores de la Costa Tropical hayan decidido hacer ‘vigilia’ en la presa de Rules para reclamar las imprescindibles canalizaciones que lleven el agua a sus fértiles y sedientas tierras de cultivo. Es un tema recurrente en esta columna. Granada ocupa los puestos de cola en todas las clasificaciones económicas que podamos consultar. Resulta dramático e ignominioso que, por culpa de la desidia de los sucesivos gobiernos de PP y PSOE, las canalizaciones de Rules sigan siendo una mera entelequia. Un proyecto fallido. Un sueño sin cumplir… de tintes pesadillescos, abstrusos y kafkianos.

Jesús Lens

La Costa del Sol Tropical

Leyendo la información de Mercedes Navarrete sobre el recién nacido lobby para la Costa Tropical, me acordaba de una conversación con un alto representante de los empresarios andaluces, quién decía no entender la denominación de Costa Tropical. Y ponía como ejemplo a Cádiz, que nunca tuvo empacho en tirar de una marca internacionalmente reconocida como Costa del Sol.

También me acordaba de la gente que pone el grito en el cielo cada vez que Sierra Nevada o la Alhambra se anuncian en Málaga, Córdoba o Sevilla, buscando potenciales clientes fuera de nuestras fronteras, como si el hecho de que no aparezca el nombre de Granada adosado a nuestros monumentos históricos o naturales fuera una herejía.

Lo planteaba Álvaro García, portavoz de la Asociación de campings y responsable del Don Cactus, uno de los más conocidos y activos del entorno: ¿hay que replantearse la marca Costa Tropical e integrarnos en la Costa del Sol?

Para nosotros, la Costa Tropical está claro lo que es. Sin embargo, según mostraba Álvaro en unos vídeos con encuestas a pie de calle, en Madrid, los encuestados la situaban en Costa Rica. Es como cuando éramos chaveas, salíamos de Granada, entrábamos en una cafetería y pedíamos un Pulevín de chocolate con una Maritoñi y los camareros no nos entendían… y nosotros no entendíamos que ellos no nos entendieran.

Es posible que, fuera de nuestras fronteras, sean más conocidas Salobreña y Almuñécar que la propia Costa Tropical y es un buen momento para cuestionarse ese nombre. Más que nada porque, de acuerdo con el diagnóstico realizado por el lobby costero granadino, hay que replantearse y preguntarse prácticamente todo, desde por qué no tenemos espigones y la falta de arena en nuestras playas se convierte en la serpiente de todos los pre-veranos a la complejidad de sacar adelante cualquier proyecto empresarial entre Nerja y Adra.

Convertir en noticia y viralizar la aparición de cada medusa o no tener ni un restaurante con Estrella Michelín. Poner una mejillonera frente a las playas de Almuñécar o darle largas al puerto deportivo.

Razones a favor y en contra, habrá. Pero un plan estratégico con visión de futuro, el proyecto global para la Costa granadina que reclama Ángel Gijón, presidente de la Cámara de Comercio, resulta imprescindible.

Sobre el bochorno de Rules, la piscina más grande jamás construida, insistimos otro día.

Jesús Lens

Agricultores de la Costa Tropical

La tarde de un domingo de verano es uno de los momentos más improbables del año. Un puñado de horas que flotan en el tiempo y el espacio, sin mucho sentido. Nada de lo que piensas parece importante o enjundioso. Y, quizá por eso, me siento tranquilo y sosegado. Sobre todo, después de ver a nuestros políticos conducirse tras las últimas elecciones. A este tema dedico hoy mi colunma de IDEAL.

Y se creían que no nos hablábamos...
Y se creían que no nos hablábamos…

El hecho de que Rajoy haya sido capaz de llegar a acuerdos con Ciudadanos y con nacionalistas de diverso cuño nos demuestra que, en realidad, el escenario político es puro teatro y que el dramatismo con que tanta gente se toma el «España se rompe» o el «España nos roba», tienen un punto de infantilismo naif y forofista.

La tarde de ayer domingo, sosegada y perezosa, me reconcilia hasta con la posibilidad de unas terceras elecciones y una campaña electoral en la que todos los actores deberían salir dándose besos y abrazos, dada su buena disponibilidad para entenderse, en los últimos tiempos. Y eso que, hasta hace nada, representaban el papel de irreconciliables enemigos.

A este estado de serena placidez contribuyó, también, la sensatez mostrada por el presidente de la comunidad de regantes del Guadalfeo, el pasado viernes. Durante la celebración de los Premios Costa Tropical, al recoger el suyo, comenzó su discurso con unas palabras tan sinceras como clarividentes: de todas las personas que subieron al estrado, seguramente eran las más humildes, pero también las que más puestos de trabajo generaban.

Premios Costa Tropical Regantes

Buen recordatorio a la concurrencia. Hay que volver a las raíces. Al origen. A la sencillez y al sentido común. Están muy bien las declaraciones de intenciones, las hojas de ruta y los gestos para la galería. Pero si queremos que la agricultura de la Costa Tropical siga creciendo, hace falta arreglar de una vez el despropósito de las conducciones de la Presa de Rules.

Canalizaciones Prensa Rules

Unos partidos políticos siguen con sus rebatiñas internas y, otros, lastrando la regeneración democrática. De entre los recién nacidos, unos pactan a diestra y siniestra mientras los otros tratan de encontrar una brújula que les marque el rumbo. Todos ellos ocupan horas y horas de nuestro tiempo. Y, sin embargo, son los agricultores de la Costa Tropical los que, sin aspavientos, dicen esas verdades como puños que, desde su sinceridad y sensatez, descolocan y noquean el discurso oficial.

Jesús Lens

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