CIRCUITO DE FONDO: CIUDAD DE ALHAMA

Dedicado a Javi,

¡Cuántas aventuras nos quedan por compartir!

 

Si quedamos a las 9.15 con José Antonio, Mario y Jose «Oliver», tenemos que poner el despertador a las 7.45, para remolonear, despertar, desayunar leyendo IDEAL y ser puntuales.

 

Ahora, sin parar a tomar una Verde, son las 14.30 y acabamos de entrar en casa, ateridos de frío, con los pies helados, empapados y encogidos.

 

Y todo, para correr 53 minutos. O, lo que es lo mismo, para recorrer los cerca de doce kilómetros que conforman la XX Prueba de Fondo «CIUDAD DE ALHAMA» en la Zona del Poniente Granadino.

 

Ya hacía frío al salir, en Granada. Pero es que, cuando salimos de la autovía para girar hacia la Ciudad de los Tajos, el cielo estaba negro. Y, aunque no hacía aire, empezó a llover. Y ya no paró hasta terminar la carrera. Llovió mientras calentábamos (es un decir), llovió mientras esperábamos a que se diera la salida y siguió lloviendo durante el transcurso de toda la carrera.

 

Pero es que, además, hacía un frío tremendo.

 

Me decía uno de los Jueces que, por lo alto de las lomas, el termómetro del coche señalaba una temperatura exterior de 4 grados. En Andalucía y con Mayo llamando a la puerta.

 

Así las cosas, te preguntas, una vez más: ¿Qué hago yo aquí?

 

Me podría haber quedado en casa, haberme levantado a las 10, desayunado tranquilamente leyendo la prensa. Haber blogueado y escrito un par de horas para, después, salir a hacer quince tranquilos kilómetros antes de comer.

 

Entonces ¿para qué trasponer hasta Alhama, hoy? O hasta Loja, Órgiva, Baza o Motril, localidades en que se celebran distintas pruebas del Circuito de Fondo de la Diputación granadina.

 

En primer lugar, porque la competición, engancha. Ya sabemos que no vamos a ganar nada (la mayoría, que Jose «Oliver» ya no se baja del pódium ni queriendo) pero, aún así, motiva lo de ponerte un dorsal en el pecho y un chip en la zapatilla, para enfrentarte más a ti mismo y a tu cronómetro que a los demás.

 

En segundo lugar, porque sigue siendo una sensación muy gratificante la de compartir un deporte solitario con otros centenares de locos que, los domingos, nos juntamos por esos pueblos granadinos.

 

También, por esos gritos de ánimo del público. Por ese cachete en el culo que te da un «rival» cuando te adelanta en el último kilómetro y te ve flaqueando: «Venga, que ya estamos ahí». Por esas palabras cariñosas del hombre de amarillo que dice que lee este Blog y con el que compartí foto en la Media Maratón de Granada.

 

Y, por supuesto, por ver a Ángel o a Antonio Joaquín, por saludar al encantador y genial  Roberto y a la buena gente del Club de Armilla, por darle un abrazo a Daniel, Paco el Compae y a José Manuel. Por descubrir a un Lalo más fino que nunca…

 

Por eso, sobre todo. Porque aprovechas para reencontrarte con amigos a los que hace tiempo que no ves. Con Cristian y Fernando, con quienes compartimos aquel memorable fin de semana segoviano. Con el referido Jose Oliver, con Mario y con José Antonio, ese Alter con el que hacía demasiado que no compartíamos una charla.

 

Charlar.

 

Es lo bueno de días como hoy. Que hablas de deporte, claro. De entrenamientos, proyectos y lesiones. Pero, sobre todo, hablas de Antonio Lozano y su libro sobre Sankara, de Murakami o de la entrada de Rosa Aguilar en el gobierno andaluz. Hablamos, inevitablemente, de la crisis que todo lo contamina. Y de la hostelería, de esos bares u restaurantes que no saben qué hacer para conseguir más clientela. De todo lo divino y lo humano.  

 

Y, por eso, estos doce kilómetros que recorrer en 53 minutos, pero en los que inviertes más de cinco horas, resultan tan gratificantes, como le decía a Rocío (que no sólo ha terminado una de las pruebas más duras del Circuito, sino que hasta la ha disfrutado) cuando llegábamos a casa, helados, cansados y ojerosos. Una gran mañana que, si hubiéramos pasado en la Sierra, de excursión, también habría sido reconfortante. Por la gente. Porque, al final, lo que más importa, siempre, es el factor humano.

 

Y por eso echamos de menos a Abel, Víctor, los dos Javis, Onio, Gregorio, Antonio y el resto de Las Verdes. ¡Que ya son demasiados meses sin compartir esas carreteras, esas barras, esas birras!

 

Tu amigo Carlinhos.

ATLETISMO TURÍSTICO

La columna de hoy de IDEAL… ¿se imaginan…?

 

Desde hace un par de semanas, el Acueducto de Segovia es uno de mis monumentos favoritos. Domingo. 10.25 de la mañana. Tres o cuatro grados de temperatura. Camiseta y pantalones cortos. Miles de personas esperan a que se dé la salida a la III Media Maratón de Segovia. Miro atrás y allí está, majestuoso, el Acueducto, con sus arcos perfectos y sus piedras milenarias.

 

Porque la Media Maratón de Segovia sale, pasa y termina en el lugar más emblemático de la ciudad castellana, además de recorrer buena parte de sus calles más turísticas, lo que permite a los miles de participantes en la carrera pasar junto a los monumentos más señeros de la misma, de la Plaza del Ayuntamiento al Alcázar a la Casa de los Picos.

 

Si ese cierre atlético de la ciudad provoca la animadversión de los vecinos, no se nota. Porque fueron miles de personas las que, echadas a las calles, nos jaleaban y animaban a los atletas, sin desmayo, habiendo ocasiones en que te hacían sentir una superestrella, como esos ciclistas que suben las rampas del Tour entre auténticos pasillos humanos de espectadores.

 

La Media Maratón de Segovia fue pródiga en momentos emocionantes, además del de la salida. Como pasar frente al Ayuntamiento mientras un grupo de rock tocaba a todo volumen el «Correcaminos» de Extremoduro. O la charanga que animaba la salida, haciéndonos entrar en calor, tocando clásicos populares que ponían a bailar a los atletas. Además, hoteles, bares y particulares sacaban los altavoces de sus equipos estereofónicos a la calle y pinchaban los temas de «Rocky» o de «El último mohicano», para animar a unos corredores que, aún sufriendo y boqueando, se solazaban al pensar en el tradicional menú segoviano que, por 20 euros, se iban a pegar en cualquiera de los más afamados restaurantes de la ciudad, igualmente volcados en el éxito de convocatoria atlético-turística.

 

Así, no es de extrañar que, con sólo tres ediciones, la Media Maratón de Segovia se haya convertido en una de las más populosas, valoradas y admiradas del circuito nacional. Y eso que es dura. Muy dura. Cualquiera que haya visitado la ciudad castellana habrá podido acreditar que no tiene apenas un metro de plano. En Segovia, o subes, o bajas. Sin término medio.

 

Lo que me hace recordar a Granada, allá por el mes de octubre, cuando nos citamos en el Estadio del Zaidín para cumplimentar los 21 kilómetros de una Media Maratón que pasa de puntillas por la ciudad, apenas tocando dos o tres calles del centro. ¿Se imaginan que la misma saliera de Puerta Real o Plaza Nueva y se encaramara por Gomérez, pasando por la Alhambra para bajar por la Cuesta de los Chinos y recorrer las calles centrales del Albaycín? Una locura, por supuesto. Como locura es cerrar toda Segovia, un domingo, durante tres horas. Por todo ello, el próximo año vuelvo a correr a la ciudad castellana, sí o sí, intentando tirar de todos los amigos de Las Verdes.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

MEDIA MARATÓN DE SEGOVIA. INTERCAJAS & COCHINILLO

Cuando Fernando Arco me dijo que el Intercajas de Atletismo de este año se celebraría junto  a la Media Maratón de Segovia, se me pusieron los ojos de bolilla.

 

Segovia.

 

Uno de los sitios más fascinantes en los que nunca estuve.

 

Porque había estado con el colegio de la Caja, en octavo. Pero ya no volví. Ni siquiera para disputar uno de los más afamados y reverenciados Intercajas de Baloncesto de los últimos años, a partir del cuál, palabras como cochinillo, judiones de La Granja, ponche segoviano, José María o Cándido han estado presentes, habitualmente, en las conversaciones de mis amigos.

 

Así que, este fin de semana, Rocío y yo nos fuimos a correr esa extraordinaria Media Maratón de Segovia con Fernando, Christian, Maria José y Mari Eu.

 

Y triunfamos.

 

Personalmente, hice mi mejor Media Maratón de nunca, o de siempre, con un tiempo de una hora y treinta y ocho minutos, en un terreno totalmente quebrado. Rocío Díez debutó triunfalmente en la distancia, consiguiendo culminar uno de los recorridos más duros, pero más bonitos que existen y María José Charneco se trajo la medalla de plata de la categoría femenina.

 

Como resumen, antes de un desarrollo más completo de la prueba, diremos que en Segovia, CajaGRANADA terminó séptima, por equipos, la mejor clasificación de su historia, precisamente en el recorrido más duro y exigente que imaginarse pueda, con unos Fernando Arco y Christian Castillo Bueno absolutamente imperiales, bajando ambos de la hora y media.

 

¿Y ahora?

 

Pues ahora toca recuperar este Elogio a las Agujetas, después de apenas haber dormido en una noche de carretera, autobús, lectura e insomnio.

 

Pronto más.

 

Mucho más.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.