TIEMPOS INTERESANTES

La columna de hoy viernes en IDEAL, para la reflexión.

 

Hace unos días discutía con un amigo acerca de si la célebre maldición china, «Te deseo que vivas tiempos interesantes», es efectivamente una maldición o, por contra, debería considerarse como una bendición cargada de buenos augurios.

 

Vaya por delante que mi interlocutor es periodista y que para él, lógicamente, los tiempos interesantes le dan vida a su profesión y convierten su trabajo diario en algo vivo y excitante, cargado de lógica y sentido. Pero, ¿y para el resto de ciudadanos? Fijémonos en la economía española, por ejemplo, que creció de forma sostenida y constante durante una pila de años, sin dar un ruido. Disminuía el paro, la inflación estaba controlada, las empresas conseguían crecimientos anuales de dos dígitos y no había flagrantes casos de corrupción que nos indigestasen el café mañanero. Un aburrimiento, vamos.

 

Sin embargo, todo 2008 ha sido económicamente interesantísimo y apasionante, hasta el punto de que si te despertabas una mañana y no había quebrado un gran banco era como si le faltara algo al día. Es cierto que millones de personas se han ido al paro y miles de empresas y comercios se han visto obligados a echar el cierre. Es verdad que la morosidad está disparada y que la crisis nos tiene a todos tiritando, pero ¿y lo privilegiados que estamos siendo al asistir al hundimiento y refundación del capitalismo, consista ello en lo que consista?

 

O el fútbol, por ejemplo. ¿Habrá algo más aburrido, informativamente hablando, que el Barça de Guardiola? Un equipo que se limita a jugar bien y, como consecuencia, a ganar un partido detrás de otro. Sin estridencias. Sin ruidos. Sin lesiones, siquiera. Un peñazo, vamos. Porque lo interesante es lo del Madrid, con el culebrón Ronaldo, el mercado de fichajes para reforzar todas sus líneas, un presidente en permanente entredicho, entrenadores cesados y jugadores en pie de guerra, proporcionando titulares, un día tras otro.

 

Y si hablamos sobre cuestiones domésticas y más cercanas, ¿se imaginan la sosería, de haber tenido autovía y AVE a tiempo, como van teniendo en el resto de España? ¿No es mucho más interesante y enriquecedor el debate que mantienen los políticos de una y otra orilla con respecto a quién ha sido más penosamente chapucero en la cuestión de las infraestructuras granadinas? ¿Se imaginan un solo Granada F.C. en vez de tres equipos locales, siempre a la gresca?

 

Reconozcámoslo. El año 2008 ha sido de lo más apasionante, movido y turbulento. ¡Si hasta los cimientos del sistema, tal y como lo conocemos, han estado a punto de quebrar! Así las cosas, y ante ese 2009 que ya amenaza con venírsenos encima, les planteo una duda razonable: ¿preferirían que salga un año tan inquietantemente interesante y proceloso como el 2008 o, por contra, firmarían un soso, aburrido e intrascendente puñado de meses que se sucedieran uno tras o otro, sin dejar memoria alguna en los anales de la historia?

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

QUERIDO ESTEBAN

La columna de hoy de IDEAL, sentida, cariñosa, necesaria, obligatoria. Además, no dejen de leer el artículo de mi Alter Ego, en las mismas páginas de opinión, sobre «Escribir, correr y Blogs». Dice muchas e interesantes cosas.

 

Querido Esteban, esta semana no habrás sido tú el que haya recibido esta columna por correo electrónico. Ni el que la haya repasado, maquetado y subido a la edición definitiva del periódico. Han pasado más de cinco años desde que inicié mi colaboración fija y semanal con IDEAL, gracias a una apuesta personal, tuya, por una serie de columnistas desconocidos que aportaran al periódico un punto de vista nuevo, diferente, distinto y a contracorriente. Y, ahora, me dicen, te has jubilado.

 

Querido Esteban, a mi columna le adjudicaste, posiblemente, el mejor día de la semana: el viernes. Muchos amigos dicen que nunca me quieren tanto como cuando ven asomar mi careto, al pasar la página del diario: ahí está el de la fotillo, que diría Cárdenas, recordándoles que ya llega el fin de semana. Y creo que por eso me leen con una cierta benevolencia, la verdad. Hoy es viernes. E, imagino, tú estarás leyendo esta columna como un lector más del periódico, con una cierta curiosidad: «¿qué habrán escrito hoy Josevi y Jesús?»

 

¿Sabes? Seguramente habría escrito sobre lo de Bush en Irak. Porque me ha resultado irónico e ilustrativo que un presidente que ha gobernado el mundo a patadas y que parece pensar con los pies, se despida del mundo recibiendo un zapatazo en todos los morros. ¡Justicia poética! También me hubiera gustado escribir sobre la SGAE y eso de mandar detectives camuflados a las bodas. Que digo yo que también podrían tratar de introducirlos en Guantánamo, a ver si la CIA paga el canon por el uso de la música heavy en las torturas a los presos, tan ingeniosos que son los de la Sociedad General de Autores a la hora buscar fórmulas para cobrar.

 

No sé qué te habrían parecido. Pero sé que las habrías publicado. Porque todas las cosas buenas que podría escribir sobre ti, aunque no nos hayamos visto en tantas ocasiones como me hubiera gustado, se pueden resumir en una: nunca jamás, en este tiempo, dejaste de publicarme una sola de las columnas que te mandé. Y sé, o al menos sospecho, que no estabas en absoluto de acuerdo con el contenido de algunas de ellas.

 

Y precisamente por eso, querido Esteban, valoro tanto este espacio de libertad que constituyen las cerca de quinientas palabras que yo he redactado y tú has publicado, semana tras semana, durante tantos años. Libertad de pensamiento. Libertad de expresión. Y no debe ser fácil.

 

Ahora que te tomas un merecido descanso, quiero agradecerte la oportunidad que me diste, abriéndome de par en par las puertas de IDEAL, brindándome esta tribuna desde la que hablar de lo divino y lo humano, de las cuestiones más trascendentales y, también, de las más íntimas, nimias y accesorias. Ojalá, querido Esteban, que te siga apeteciendo leer esta tu columna de ahora en adelante, como hiciste todos estos años. Un fuerte abrazo.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.