Las dos caras de enero

¿Eres una persona de principios o de finales?

No. No es una pregunta baladí. Si eres de principios, “Las dos caras de enero” te va a gustar. El planteamiento es tan atractivo como interesante. Los personajes son de los que te llevan a su terreno y haces tuyos sus vidas, obras y milagros, aunque ellos anden caminando por una Atenas achicharrada por el sol y tú estés cómodamente sentado en la platea del cine.

 Las dos caras de enero

Y precisamente por ahí comienzan las diferencias entre el guion de la película y la novela de la escritora Patricia Highsmith en que está basada: en el material literario original, los protagonistas transitan por una Atenas invernal, desapacible, vacía, lluviosa, brumosa y triste. En el filme, disfrutamos de una Atenas cálida, bulliciosa, alegre y vitalista en la que cientos de personas se arremolinan en los mercadillos, los cafés y los restaurantes de la capital helena: hay que tener en cuenta, además, que estamos a comienzos de los sesenta, mucho tiempo antes de que la crisis económica y la troika comunitaria se cebaran con Grecia y la convirtieran en un lugar caótico y depresivo.

(Sigue leyendo en la sección Lensanity de la web de Cinema 2000, una de las páginas de cine en las que colaboro)

Jesús Lens

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Cinéfilos contra la esclavitud

Hoy escribe José Enrique Cabrero, en su imprescindible columna de cine de IDEAL, sobre “El Tema”. Efectivamente, tanto Spielberg como Tarantino tienen una mirada propia, que siempre aplican a sus películas, con independencia del argumento. La del primero, es la mirada del niño. La del segunda, la mirada de la violencia. Y no dejéis de leer la estopa que Fran Ortiz, mi Frankie coautor, me mete hoy en el periódico de Villena, en su columna de cine. Estopa… con cariño.

Pero volvamos a las miradas. Dos miradas presumible y radicalmente distintas para un mismo tema: la esclavitud.

Dos películas largas, además.

Dos películas que se estrenan el mismo día.

Dos películas para las que proponemos una Visión en Conjunto, en una mista tarde. Un tour de force cinéfilo de muchos quilates.

Por eso lo haremos el sábado, que estaremos más descansados.

Lincoln

A las 17 horas, y siempre en los cines Neptuno, veremos “Lincoln”. Después nos tomaremos un café, un Red Bull, una Pepsi o cualquier tipo de reconstituyente, seguramente en el Rembrandt para, a las 20.15, afrontar “Django desencadenado”.

Eso nos permitirá, hacia las 23 horas, estar disfrutando de unas Cervezas Alhambra bien fresquitas, en “El Secreto del Buen Hacer”.

Aunque el cine se ha puesto muy caro, ver dos películas en la misma tarde, en realidad, es una importante medida de ahorro. Por un lado, a las 17 horas no se pueden comer palomitas, cortezas ni marranadas varias.

Y, al salir del cine, siempre caen unas birras…

Teniendo en cuenta que estas dos películas son de visión obligatoria en sala grande y en pantalla gigante, al concentrar su visionado en una sola tarde, lo que hacemos es diluir, rebajar y dividir entre dos los gastos inherentes al acto de ir al cine… y comentarlo después, al calor de la cerveza y la amistad.

Django desencadenado

Porque, sobre todo, de lo que se trata es de ir al cine. De disfrutar de la cultura y de hacer una buena fiesta a su alrededor, juntando a la buena gente que goza viendo, comentando y hablando de cine. Y, siempre, al amparo de nuestras Alhambras Especiales y de los croquetones de ibéricos del Secreto, que ya empiezan a hacerse famosos en la Red.

Llegar al concierto del Rembrandt, con The Replicants y su homenaje a Tina Turner, ya será empresa para los muy, muy valientes y osados.

Pero la clave, la esencia, es el cine. Siempre el cine.

Hace unos días, comentando los Globos de Oro, decíamos que la gran triunfadora había sido la CIA. Y aprovecho para agradecer a José Enrique Cabrero su referencia en su columna de IDEAL, con ese maravilloso apelativo de Cuate.

El sábado 19, es día de reivindicar la lucha contra la esclavitud.

No. No es plan para melifluos. Es un reto cinéfilo de primer orden. Pero… ¿y lo que nos gusta?

¿Te atreves? ¿Nos vemos?

Jesús Lens