Salobreña Noir

No. No ha embarrancado un petrolero en sus costas ni la polución lo cerca todo. Es algo peor. Mucho peor. Salobreña está bajo una amenaza, roja y negra, potencialmente letal, abrasadora y destructiva.

¿Qué se mueve en Salobreña?

Diseño del inigualable Colin Bertholet

Seguiremos atentos…

Jesús noir Lens

PD.- Los últimos tres tres, también blogueamos: 2008, 2009 y 2010

Veo, veo… ¿qué veo?

Quiero ir al cine. A una sala. Grande. Con sus palomitas y tal. Ya vimos y comentamos «No habrá paz para los malvados» y si tú no la has visto, el malvado eres tú. Ahora, la pregunta es, de este puñado, en cartel en Granada, ¿qué veo y en qué orden? ¿Qué no verías ni atado de pies y manos? ¿Qué has visto y recomiendas? ¿Qué has visto y no recomiendas ni de coña?

Y sí. El último día de septiembre de 2008, 2009 y 2010 también blogueamos.

No habrá paz para los malvados

No creo que te gustara cruzarte con Santos Trinidad. A mí, desde luego, no me gustaría. Para nada. Y, sin embargo, qué importante es que haya Santos Trinidad en el mundo.

¡Rock and Roll!

Santos Trinidad es nombre de pistolero. Y el aspecto que tiene en pantalla, desde el principio de la película, así lo atestigua: sus botas, su pose en la barra, su forma de fumar, de beber… y de jugar a las tragaperras, precisamente, en una máquina que emula al Far West.

Coinciden ahora mismo en la cartelera varias películas que me apetece ver. Pero la que más, por encima de Deudas, Árboles y Amos, era la nueva de Enrique Urbizu, cuyo título es tan improbable como ilustrativo: “No habrá paz para los malvados”.

¡Qué gusto, ir al cine sin haber leído una sola reseña de la película y, por supuesto, sin haber permitido que un tráiler me la destrozara, previamente! Así, no tenía ni la más remota idea del argumento de este filme negro como la pez. Sabía, solo, que el arranque era espectacular e imperdible y que Coronado estaba soberbio dando vida a un malo-bueno.

Y lo sabía porque es imposible no seguir, día a día, los magistrales consejos y pautas cinematográficas que nos dan tipos como Carlos Boyero, Fernando Marías o Fran Ortiz, de la poca gente absolutamente fiable en esto del cine. Y los tres coincidían, absolutamente: hay que verla.

Me sumergí, por tanto, en una historia turbia y violenta como pocas y disfruté, efectivamente, de un arranque brutalmente seco y animalesco, salvaje y arriesgado. Uno de esos principios que, leído por un productor timorato y al uso, le harían arrojar el guión lejos, muy lejos. Como si le escociera, abjurando de él.

Y, ni que decir tiene, Coronado está colosal, apoteósico e imperial en su papel de un Clint Eastwood urbano, tan fuera de la realidad del siglo XXI como Conan en un salón de la Viena de Sissy.

Y luego está la trama. Pero es lo de menos. Ojo, que algo vamos a escribir sobre la identidad de esos malvados de los que habla el título: los terroristas, islamistas radicales, obsesionados por devolver el mundo a los oscuros tiempos del feudalismo religioso y cainita.

¿Cómo llega Santos Trinidad a embarcarse en una investigación como esa, cuando no es más que un patético y errabundo poli, prácticamente acabado y al borde del expediente disciplinario? Tendrás que ver la película, hasta llegar a ese final; sin paz para los malvados.

Una de las grandezas de la película de Urbizu es el personaje de Santos, por supuesto, del que no sabemos nada, pero del que lo podemos imaginar todo. Como ocurría con los míticos pistoleros del Oeste: nada más verlos en pantalla, el celuloide te hacía sentir la fuerte personalidad del héroe, su más que seguro turbulento pasado y la cantidad de muertos que llevaría sobre una conciencia capitidisminuida y escondida muy dentro del hipotálamo, narcotizada por el alcohol.

Santos, uno de esos personajes que acompañará al buen cinéfilo hasta el infinito y más allá.

Solo por haber creado a Santos, Urbizu ya se merece un lugar a la derecha de John Ford. Pero antes, tiene que darnos más alegrías. Muchas más.

Y ahí es donde entras tú: ¡haz el favor de sacar un par de horas (escasas) de tu (preciado) tiempo y vete al cine a ver “No habrá paz para los malvados”! Como las especies en vías de extinción, directores como Urbizu, únicos y salvajes, necesitan de nosotros para seguir viviendo en libertad y pariendo joyas como ésta.

Vete a ver a Santos Trinidad.

¡Él habría hecho lo mismo, chaval!

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Y los últimos tres 25-S, ¿qué escribimos? 2008, 2009 y 2010.

FROZEN RIVER

El comienzo de «Frozen river» lo cuenta todo. Un niño se levanta de la cama porque ha llegado un camión que, en su remolque, transporta una gran casa prefabricada. Pero a los cinco minutos, el camión se da media vuelta y se va: la madre no tiene dinero para pagar los 4.500 dólares que completan los primero 1.500 que entregó como señal: su marido ha cogido el dinero y se ha marchado. A Atlantic City, seguramente. A jugárselos.

 

Sin grandes dramatismos ni excesos, pero con una enorme carga de emoción y profundidad, «Frozen river» cuenta una historia de mujeres pobres, pero dignas. De supervivientes natas. De una amistad que está más allá de las convenciones habituales.

 

Porque, cuando Ray, la protagonista, sale a buscar a su marido, se encuentra con Lila Littlewolf, una india mohawk. El escenario, los gélidos paisajes de la frontera entre los Estados Unidos y Canadá. Porque estamos justo en las semanas anteriores a la Navidad. Y, como en toda zona fronteriza que se precie, y más si parte de ella está ocupada por una reserva india que tiene sus propias autoridades; el contrabando prolifera. Inevitablemente, de la mano de Lila, Ray acabará participando en algunas de estas actividades delictivas.

 

A través de una narración tranquila y premiosa en la que el frío y el hielo sirven como perfecta metáfora de la vida de las protagonistas, la película discurre sin grandes aspavientos, contando de una forma muy naturalista la relación que se establece entre dos mujeres a las que la vida no ha sonreído, precisamente.

 

Mujeres que se dedican a transportar, en el maletero de su coche, a inmigrantes que pasan de Canadá a los Estados Unidos. Unas veces son chinos, otras veces son chicas provenientes de los países del Este y, también, una pareja de pakistaníes. Para evitar los controles de la policía, han de atravesar un río helado. Y cuanta menos vigilancia hay, más fina es la capa de hielo que han de cruzar y, por tanto, más arriesgado el tránsito…

 

«Frozen river» es una de esas joyitas que, sin hacer ruido y con total discreción, se cuelan en las carteleras españolas entre grandes estrenos multitudinarios, cargados de todo tipo de pirotecnia, ruido y furia mediáticos. Una película tan sencillita como emocionante, de las que te hacen sentir que, más allá de los grandes presupuestos, el marketing, los efectos especiales o la nacionalidad de una producción; lo importante es el talento, la sensibilidad y las ganas de contar una historia que llegue al público.

 

Y, en este caso, desde el principio de la película, el espectador conecta con Ray y con Lila. Y con los hijos de la primera, tan vulnerables, tan contradictorios, tan reales; simpatizando con una historia tan triste como creíble. Porque nunca sabes hacia dónde te puede conducir la vida ni lo que estarías dispuesto a hacer para darle un hogar a tus hijos.

 

Y el final, tan justo, tan apropiado, tan redondo, tan perfecto, tan emocionante…

 

«Frozen river». Una película pequeña para hablar de las cosas grandes e importantes de la vida.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

Valoración: 8

 

Lo mejor: la fortaleza de las mujeres.

 

Lo peor: que no haya más películas como ésta.