AGALLAS

No será una obra maestra, pero me lo pasé se coña marinera viendo esa «Agallas», negra como el asfalto y criminal como aquel Sito Miñanco, amo del contrabando en las Rías Gallegas.

 

Me encantó que, siendo gallega y española por los cuatro costados, «Agallas» esté repleta de guiños, homenajes, gestos, influencias, robos, butrones y hasta atracos a mano arma del mejor cine negro americano, de antaño y de ahora.

 

Sólo con detallar las películas inspiradoras de la trama o de la escenografía de «Agallas» tendríamos escrita una reseña de, lo menos, 1.000 palabras. Y lo mejor de todo es que esas influencias, lejos de constituir un indigesto pastiche que no habría por dónde coger, se integran perfectamente en la muy local, castiza y españolísima historia que cuenta la película.

 

Una película que comienza con un macarra recién salido de la cárcel, dando el palo más cutre que imaginarse pueda, a su propia tía, en una secuencia absolutamente nauseabunda que cobra su auténtica dimensión al estar protagonizada por uno de los guapos guapísimos oficiales de la televisión española, Hugo Hombre-de-Paco Silva.

 

Con sus pelacos infames y sus dientes podridos, con su humor infecto y su chulería suicida, el personaje del Sebas entronca directamente con aquellos macarras que protagonizaron clásicos de la transición, como «Perros callejeros» o «El Vaquilla», lo que viene a acreditar que la España lustrosa, moderna y reluciente del siglo XXI tampoco es tan distinta a aquella otra que creíamos superada.

 

Y luego está Regueira, que sí debería ser el paradigma del narcotraficante refinado, culto y distinguido que nos merecemos en una España con sillón en las reuniones del G20, aunque sea prestado. Pero tampoco. En pocas palabras, Regueira es a la delincuencia española lo que Tony Soprano a la norteamericana, barcos de pesca incluidos.

 

De Tony Montana a «Uno de los nuestros», el gran cine de gángsteres yanqui, adaptado a la idiosincrasia gallega, está presente en cada uno de los fotogramas de «Agallas», cambiando los espaguetis con tomate por una buena y suculenta mariscada. Así tenemos la muerte del personaje interpretado por el derrotado Celso Bugallo, tan parecida a la de Revenga en «El precio del poder». O ese remedo de Henry Hill que es Hugo Silva, cuando luce su reluciente traje nuevo.

 

Amistades con fecha de caducidad, lealtades a prueba de bomba, traiciones, engaños, mentiras y asesinatos se concitan en una película que, en sus fantásticos noventa minutos de duración, pega tantos cambios de rumbo y tiene tantos giros inesperados que su guión acabará siendo pieza de culto, por su milimétrica precisión.

 

Estamos ante una película de lo que en EE.UU. se llamaría Serie B y que, por tanto, ni ganará premios ni irá a los Oscar. No será referenciada en las tertulias radiofónicas, no animará columnas periodísticas y, si no la ves, tus temas de conversación en la vida social no se verán en absoluto afectados. Y, sin embargo, es una de las mejores películas españolas que he visto en mucho tiempo. Así que, yo que tú no me la perdería.

 

Valoración: 7

 

Lo mejor: la recreación de los personajes, las influencias bien digeridas y el último giro del guión, que tiene ecos de un famoso Western que termina entre serpientes y carcajadas.

 

Lo peor: las secuencias de acción. Será por cuestión presupuestaria, pero nadie pensará que Michael Mann está tras las cámaras de «Agallas», desde luego.  

LA PERTINAZ CRISIS DEL CINE

Hoy abre la sección Vivir de IDEAL con este reportaje: «España no va de cine», en que se hace un alarmante repaso por la menguante cifra de espectadores que van a las salas.

 

Ha querido la casualidad que el escueto análisis que dejamos a continuación, y que complementa la información sobre el descenso de espectadores, coincida con que la columna de hoy de IDEAL se titule «Granada de cine».

 

A ver si coinciden o no con estas opiniones y, sobre todo, aporten ideas y sugerencias, por favor…

 

 

Hablar de cine y añadir la muletilla «crisis» es todo uno. Más pertinaz que la pertinaz sequía, desde que tengo uso de razón cinematográfica, las salas vienen perdiendo espectadores y el cine español, en concreto, está en un peligro de extinción más amenazador que el del lince ibérico. Los videoclubes, los canales de cine de pago, las megatelevisiones panorámicas y, por fin, las descargas ilegales a través de Internet parecen haber puesto en jaque la supervivencia de las salas de cine.

 

Y, cuando hablamos del cine español, a dichas causas hay que añadirles las de la competencia desleal de las multinacionales americanas y los atávicos prejuicios de los espectadores patrios a las películas locales.

 

La pregunta sería, por tanto, ¿hay forma de parar esta sangría?

 

El futuro de las salas pasa, inevitablemente, por una revolución tecnológica que convenza a los espectadores de que la experiencia de ver una película en un cine, rodeado de gente, es mucho más grata y excitante que verla solo en casa. Así, empiezan a imponerse los grandes estrenos en formato digital y, en el futuro inmediato, el 3-D será el gran anzuelo con el que Hollywood espera seguir capturando su cuota de pescado en el proceloso océano del ocio y el entretenimiento.

 

El cine español, por su parte, si quiere sobrevivir, tendrá que optar por jugar en la Liga de Campeones, con altos presupuestos y rodajes internacionales -Álex de la Iglesia o Amenábar- u ofrecer esas pequeñas películas diferentes, que apelen a una excepcionalidad cultural que tantos defienden, pero tan pocos han sabido cómo definir… y filmar.

 

Jesús Lens.         

CELDA 211

Sí. Hay muchos estrenos por venir, los próximos meses. A buen seguro, de aquí a nada estaremos flipando con «El gran Torino» de Clint Eastwood, su megahit tras «El intercambio», con «Shutter island» de Martin Scorsese o con «Watchmen».

 

Pero hay una peli, un proyecto que terminó llegando a buen puerto, que me pone y me excita cantidad: «Celda 211». Y son muchas las razones para ello. Pero la primera y principal está pinchando en la imagen. (Con sonido, please) Las demás, se las cuento otro día, que hoy voy ajustado de tiempo. 🙁