De mojitos y cáncer de mama

Llevo dos o tres días dándole vueltas a esta columna, incapaz de dar con el tono adecuado para hablar de un tema muy jodido. Pero ya no va más, que esta tarde están en Granada Mabel Lozano y Paka Díaz para presentar su libro más reciente, ‘Te invito a un mojito’, publicado por la editorial Catedral, en Librería Picasso. La cita es a las 19 horas y allí nos tenemos que ver, sí o también. 

Las autoras han subtitulado el libro de la siguiente manera: ’Un relato humano, muy útil y con sentido del humor sobre el cáncer de mama’. ¡Cómo! ¿Humor y cáncer en la misma frase? “Vaya por delante que, por si aún no ha quedado claro, el cáncer es una puta mierda”, leemos en la página 54 de un libro tan serio como irreverente escrito por dos mujeres que han tenido cáncer de mama y nos cuentan su historia desde la detección de ese “bultito tamaño garbanzo”, de ese “guisante cabrón” del que hablan las autoras. 

Otra declaración de principios sobre lo que el lector encontrará en el libro: ‘Todo lo que necesitas saber del cáncer de mama y te da corte preguntar’. Y es mucho, ojo. Es muchísimo lo que o, bien nos da corte preguntar sobre el cáncer, o nos da agobio y angustia. Mal rollo. Y preferimos mirar para otro lado. 

“¿Qué hago yo leyendo un libro sobre el cáncer de mama?”, me preguntaba hace unos días. “Qué gran lectura”, me respondí al terminarlo, mientras bicheaba algunas de las recetas que las autoras incluyen al final. ¿Recetas? ¿De comida? Sí. Porque la nutrición y el cáncer están mucho más relacionados de lo que nos gusta pensar. Como bien recuerdan Mabel Lozano y Paka Díaz, parafraseando a Hipócrates, “que tu medicina sea tu alimento y que tu alimento sea tu medicina”. 

Paka Díaz y Mabel Lozano en la Librería Picasso

Dos claves tras la lectura de ‘Te invito a un mojito’: prevención y anticipación a partir de determinada edad. Nos aplica a todas y a todos. Empatía y apoyo a las personas con cáncer, también. Cuidado con las frases hechas y los tópicos. Con los silencios incómodos. O con hablar sobre ese familiar, sobre esa persona cercana que tuvo cáncer y murió. 

Emociona leer la narración en primer persona de cómo Mabel y Paka afrontaron el cáncer. En el caso de Mabel, además, en plena pandemia, durante lo más duro del confinamiento. Emociona, también, su encendida defensa de la sanidad pública española. Y el apoyo que, como trabajadoras autónomas, encontraron en sus jefas y jefes, metafóricamente hablando… aunque siguieran trabajando en la medida de sus posibilidades. Un tema sobre el que también invitan a reflexionar.

‘Te invito a un mojito’ es una lectura apasionante sobre un tema muy complicado que, gracias al tono impreso por Mabel y Paka, te acerca, te involucra y te hace partícipe.

Jesús Lens

VENCER AL MONSTRUO

Hoy es el Día Mundial contra el Cáncer. Una Amiga me dijo esta mañana que debería escribir sobre ello. Mi primera reacción fue en contra. Le dije que una vez ya lo hice, para IDEAL, y que no me creía en condiciones de volverlo a hacer.

 

Pero que lo pensaría.

 

Llegué a casa y, después de comer, me puse a teclear un puñado de palabras que, al terminar, mandé a mi Amiga.

 

No le gustaron. Demasiado frías.

 

Son éstas:

 

EL MONSTRUO

 

No te invade.

Lo llevas dentro.

Y te corroe.

Te devora.

Te destroza.

Te consume.

No es un virus.

Nadie te ha contagiado.

Pero lo llevas.

Te ha tocado.

No hiciste nada.

O quizá sí.

Da igual.

No es tu culpa.

 

 

Y, sin embargo,

a cada momento te preguntas

¿Por qué yo?

¿Por qué a mí?

¿Qué hice?

¿Qué no hice?

¿Qué pude hacer?

 

Ves sus sonrisas,

que ocultan lágrimas.

Escuchas sus voces,

falsamente tranquilizadoras.

Sientes sus caricias,

tensas, crispadas.

Y lo hueles.

Hueles su miedo.

Y, también, su satisfacción.

 

Porque no son ellos.

Porque a ellos no les ha tocado.

Porque eres tú.

No hay maldad.

Y lo sabes.

Pero no lo puedes evitar.

¿Por qué yo?

¿Por qué no tú?

O tú. O tú. O tú.

¿Por qué a mí?

 

Una pregunta

que ya te acompaña

por siempre jamás.

 

 

Sí. Son frías.

 

Pero no están escritas con frialdad.

 

Corrijo: ¿es posible que sean más distantes que frías?

 

El problema es la costra. El armazón del que te rodeas para evitar que el recuerdo te masacre.

 

O que te rompas por dentro, cuando te enteras de que él o ella también lo tienen.

 

El problema es la red de seguridad que tejes en torno a ti mismo y que te imposibilita telefonear al amigo que acaba de enterrar a su madre.

 

El cáncer.

 

Sí. Es una palabra maldita. Una palabra cuyo mero enunciado provoca terror, dolor, impotencia y una insondable sensación de vacío y soledad.

 

Cáncer. Posiblemente, la palabra más terrible que existe.

 

Pero se combate. Se vence. Se supera. Se sale. Se deja atrás. Muchas veces. Sí. Por fortuna, cada vez más. Puede sonar a tópico, pero cada vez hay más tratamientos, más medicinas. Cada vez se sabe más sobre él, sobre sus causas, sus orígenes… sobre la prevención, sobre la importancia de la detección temprana, etcétera.

 

Y, sin embargo, su mera pronunciación sigue provocando pánico. El horror vacui con que titulé aquella columna de IDEAL.

 

Tengo amigos que lo han pasado. Son gente felizmente alegre y consciente de la importancia que tiene la vida. Personas que conocen el valor de cada instante. Personas que valoran cada día como si fuera un regalo del cielo.

 

Personas que han sufrido y padecido. Que han ganado.

 

Pero a las que cada revisión las vuelve a hacer temblar de miedo. Personas, normales y corrientes que, sin embargo, son auténticos héroes que han librado una batalla imposible y que, venciendo a la muerte, han salido victoriosos.

 

Otros no han tenido tanta suerte.

 

Vaya por ellos, por todos, un sentido homenaje, hoy.

 

Aunque piensen que estas palabras son frías… no lo son. En absoluto. Salen del corazón. Un corazón encallecido, demasiado encallecido, en estos últimos diez años.

 

Pero es un corazón que no olvida, aunque a veces lo parezca. Aunque a veces lo intente. Aunque nunca lo consiga.

 

Jesús Lens.