Exilio cultural

No lo busquen en la anoréxica y capitidisminuida cartelera granadina: ni está y, salvo que el ejemplar cine Madrigal lo remedie, tampoco se le espera. A “Cantábrico”, me refiero, el magistral documental de Joaquín Gutiérrez Acha.

Si lo quieren ver en pantalla grande no les quedará más remedio que tirar de carretera y manta y marcharse a Málaga o Sevilla, esas ciudades supervillanas que osan toser la capitalidad cultural de Granada. ¿Serán creídas, malandrinas y caprichosas? De ello hablo hoy, en IDEAL.

 

Reconozco que yo ya me he acostumbrado y, en vez de rasgarme las vestiduras por nuestra catetería cinematográfica, una vez al mes hago una escapada al arribismo cultural malacitano o sevillano y me pego mis sobredosis de celuloide en los cines Albéniz o Nervión, además de pasarme por algunos de sus museos y centros culturales.

 

Ese exilio cultural tiene varios efectos secundarios. El más evidente e importante: la pasta. Que moverse, cuesta dinero. Y cuando uno está por ahí, tiende a ser pródigamente rumboso con la cartera y no le duelen prendas en tirar de tarjeta para regar las birras con un buen pescado fresco, unas conchas finas o, al pasar por templos literarios como “Mapas y compañía”, camino del Thyssen; tres o cuatro libros de viajes.

El problema llega cuando, el lunes, miras la cuenta. Y, presa de los remordimientos, tomas una decisión: esta semana ya no salgo. Y, el finde: nesting, la palabra de moda. Encierro, o sea. No salir del nido. No poner un pie en la calle, encastillarte en casa y disfrutar de esos tesoros cosechados en los días de exilio cultural. O, lo que es lo mismo: dos fines de semana sin gastar un chavo en tu propia tierra.

 

Sí. Entiendo que el problema es mío, por ser un adicto al cine. Pero me conozco yo a algunos melómanos que también tienen facilidad a la hora de hacer la maleta de mano para irse a disfrutar de un concierto y a enamorados del arte que, mientras volvían de ver la exposición de Ryden del CAC de Málaga, ya contaban los días que faltan para que se inaugure la muestra de Bacon, Freud y la Escuela de Londres en el Picasso, el 26 de abril.

Rayden

Menos mal que este creciente exilio cultural de tantos y tantos granadinos, de nacimiento o adopción, se compensa con la masiva llegada de cada vez más turistas.

 

Jesús Lens

Lunes de preguntas, debates y reflexión

El lunes, el día maldito de la semana por excelencia, nos suele pillar cansados, paradójicamente.

El lunes es el día oxidado de la semana en que ponerse en marcha, cuesta lo indecible.

El lunes es un día perezoso en que nos molestan las reuniones, las llamadas y los incordios.

El lunes es la resaca del fin de semana, sus agujetas, sus michelines.

Y por todo ello, hemos pensado que el lunes es un buen día para plantear preguntas que nos saquen de la modorra y la abulia, que nos animen a pensar, recordar, planificar y discurrir.

Lo de la reflexión ya puede parecer demasiado, pero también le llaman jornada de reflexión a ese sábado previo a las elecciones en que lo más que reflexionamos es lo bien que se está sin la campaña electoral. ¿O no?

Bueno, pues aquí va la primera cuestión que planteamos el primer lunes del año: ¿cuál ha sido la última exposición pictórica o la última visita a un museo que has hecho? ¿Cuál es la próxima que tienes previsto hacer?

Sí. Es verdad. Como buen granadino, tendría que hablar de la Toma. Pero mira, es que a mí la Toma, plin. Como que me importa muy poco y, además, desde que la han convertido en la primera polémilocal oficial del año, pues me importa menos aún.

Así que, pasando de la Toma, hablemos de Museos y Exposiciones. Algo que tampoco parece importar a la mayoría de ciudadanos de este país, excepción hecha de las magnas Exposiciones-acontecimiento de las que todo el mundo habla.

Por mi parte, estuve viendo “El alma deSgranada”. Y, hace unas semanas, en algunos museos de Málaga. Tengo muchas ganas de ver, en Cidi Haya, la de Cafés granadinos.

¿Y tú? Venga, anímate y anima a tus amigos (los de verdad y los del Facebook) a tus lectores, followers, seguidores, etc.

Sacudamos la modorra de los lunes y hablemos de, por ejemplo, cuadros, museos y exposiciones.

¿Te animas?

Jesús lunero Lens

PD.- A ver, los anteriores 2 de enero: 2008, 2009, 2010 y 2011.

Museos de Málaga: CAC, Picasso, Thyssen

Me gusta ir a Museos. De siempre, pero de hace un par de años hasta aquí, más. Por deformación profesional, supongo.

Hace unos meses que se inauguró el Thyssen de Málaga así que aprovechamos el pasado fin de semana para dar un salto a la capital de la Costa del Sol y cambiar de aires.

Lo primero que destaca del Thyssen es su inmejorable ubicación, en pleno centro, a dos minutos a pie de la famosa calle Larios. Un edificio extraordinario, bien rehabilitado y acondicionado. Horarios tan amplios como imaginarse pueda… todo para que el visitante disfrute de la visita.

Nada más entrar, un primer panel “advierte” que el siglo XIX, en el arte, contribuyó a crear la imagen de la España romántica, en la que la ¿idealización? de una Andalucía juerguista y misteriosa, repleta de bailes en las ferias, vinos en las ventas, bandoleros en los caminos y gitanas en las calles de las pueblos y ciudades.

Los cuadros de la planta baja eran justo eso. Pero es que los de la planta 1, también. Y los de la 2, que incluían bucólicos paisajes de ríos y bosques, barquitos en el mar, pueblitos costeros, montañas preciosas, aguas mansas y encrespadas.

Y se acabó.

Ea.

Hasta ahí llega la colección permanente de un museo Thyssen. Vamos que si un extranjero visita en Málaga solo el Thyssen, volvería a su país confirmando que todos los tópicos sobre la Andalucía eterna son ciertos.

Conste que no entro a valorar la calidad de las pinturas expuestas, individualmente consideradas. Hay obras de Romero de Torres, Gutiérrez Solana y algunos otros que son muy buenas. El problema no es la calidad pictórica, sino la imagen que se proyecta: una Andalucía de mantilla, toros, procesiones, charangas y panderetas.

Quizá por eso disfruté tanto del Centro de Arte Contemporáneo, por más que algunas de las obras expuestas me resultaran extrañas, incomprensibles, rarunas e incluso absurdas. Me gusta el arte provocador que, más allá del significado, transmite sensaciones e impresiones. Prefiero lo abstruso al tópico. Lo incomprensible a la banalización. Lo absurdo a lo aburrido.

La diferencia es que, pasando por el Thyssen, bostezas. Por el CAC, puedes dialogar, discutir, reír o llorar. Pero su obra permanente no te deja indiferente.

Y está el Picasso. El Museo Picasso es justo lo que se espera de un museo dedicado a una personalidad tan brutalmente fuerte como la del pintor malagueño. A sabiendas de que lo mejor de su obra está repartido por las mejores pinacotecas del mundo, el Picasso hace una inmejorable labor didáctica y pedagógica sobre uno de los grandes genios de la historia universal del arte.

Unas ciento cincuenta obras del artista, entre pinturas, cuadernos, bocetos, cerámicas, bien contextualizadas, permiten hacer una visita de lo más interesante e ilustrativo.

Mención aparte merecen las tiendas de los Museos. La del Thyssen, de paso obligatorio, fantástica. Con lo que me gustan las librerías… me dejé una pasta. Las otras dos, inéditas. Pero como nos quedamos con las ganas de ver la exposición de Giacometti, que se inauguraba hoy lunes, habrá ocasión de volver y contar.

¿Por qué me gustará tanto Giacometti?

Como habría que contar sobre la apetitosa oferta de esos gastrobares, cada día más interesantes, que en Granada no abundan.

Pero, como diría Moustache, esa es otra historia…

Jesús museístico Lens

¿Y en 2008, 2009 y 2010 publicamos algo el 17 de octubre? ¡Pues claro!