José María, el Jesse James de las sierras andaluzas

Es una de las figuras míticas de la Andalucía del siglo XIX. El bandolero romántico que, obligado por las circunstancias a echarse a la sierra, robaba a los ricos para socorrer a los pobres. Seguimos la huella de José María, ‘El Tempranillo’, desde Jauja hasta Ronda  

Romances, coplillas y cantares de ciego glosaron la vida, obra, aventuras y milagros de aquellos bandoleros que cruzaban las campiñas y serranías de Andalucía en busca de la buena fortuna o huyendo de una justicia que ellos interpretaban como ciertamente injusta.

“Por la Sierra Morena va una partía; ar capitán le yaman Jose María. Sus compañeros Frasquito er de la Torre; Juan Cabayero. José María se llama el rey de los bandoleros; por el camino de Ronda, sus pasos vienen siguiendo. Camino de Ronda le vienen a ver las primeras luces del amanecer”. 

Sirva esta Cante de serranas para introducir al protagonista de una ruta cultural diferente y original que conducirá al viajero por algunos de los escenarios de la vida de ese José María, conocido como ‘El Tempranillo’. Y es que, de entre los muchos bandoleros que han pasado a la historia, de los Siete Niños de Écija —que ni eran siete ni eran de Écija— a Pasos Largos, el Vivillo o el Pernales; ninguno como José María para encarnar el ideal del bandido romántico y generoso que, al estilo de Robin Hood, robaba a los ricos para entregar dinero a los pobres.

“Ladrón José María, hijo de padres labriegos, que honradamente vivían. Apenas fue mozo el niño ya el mozo se distinguía, más por el que él valiera, por el valor que tenía. Taciturno, melancólico de pura raza morisca, era José enamorado, generoso… y sin codicia”. 

Son las coplillas de José de Olona, publicadas en 1861, que el viajero encontrará reproducidas sobra las paredes del Centro Temático del Bandolerismo Romántico de Jauja, uno de los enclaves esenciales de la bautizada como Ruta del Tempranillo, las tierras que dieron cobijo al célebre bandolero.

El Centro se encuentra en la localidad cordobesa de Jauja donde nació José María Expósito, a escasos metros de la iglesia donde fue bautizado. Que el viajero no espere encontrar piezas significativas en un espacio entregado a la contextualización del fenómeno del bandolerismo. A sus causas, efectos y consecuencias. A la desigualdad rampante en el campo andaluz de la época, a la sumisión, la pobreza y la violencia. Y a la resistencia contra las tropas napoléonicas, que contribuyó a acrecentar el mito romántico y racial del bandolero. Hay mucha información en forma de panel, además de grandes ilustraciones en plexiglás y reproducciones de grabados y litografías. Una producción audiovisual sin mayores pretensiones y, como pieza más destacada, un trabuco bastante majo.

La siguiente parada en la llevará al viajero hasta Alameda, ya en la provincia de Málaga. En una de las rotondas del pueblo hay una espectacular escultura de ‘El Tempranillo’ realizada por escultor linarense José Javier Ángeles, mostrándole altivo, con pañuelo en la cabeza y trabuco al hombro. Se trata es una llamativa pieza en bronce de 2,5 metros de altura. Y en la Iglesia de la Inmaculada Concepción se encuentran depositados sus restos. Recordemos que, como en el caso de Jesse James, el bandolero murió un año después de ser indultado, a manos de un antiguo compañero de correrías.

A la salida de Alameda se encuentra la Posada José María ‘El Tempranillo’, con su cerámica alusiva en la puerta. “Un viaje en el tiempo hasta la época de los bandoleros”, reza la publicidad. Antiguo cortijo del siglo XVIII, debidamente rehabilitado, este verano solo abre los fines de semana.

La siguiente parada en esta Ruta de El Tempranillo llevará al viajero a las afueras de Corcoya, en la provincia de Sevilla. Y es que en esta parte de Andalucía confluyen las tierras de Córdoba, Málaga y Sevilla, dándose la mano en un radio de muy pocos kilómetros.

Aquí se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta, a la que el bandolero le tenía mucha devoción. Y las cuevas en las que El Tempranillo y su partida se escondían cuando visitaban la Ermita bajo los auspicios del santero encargado de cuidarla, que era uno de los confidentes del bandido.

Aquí fue donde José María Expósito exigió recibir el indulto del rey Fernando VII que, cansado de no atraparle, prefirió indultarle y así evitarse la vergüenza del repetido fracaso de las fuerzas del orden encargadas de prenderle. El viajero se encontrará la ermita cerrada y en restauración. Si tiene suerte, uno de los voluntarios que allí trabajan no solo le mostrará las cuevas, sino que le permitirá acceder al camarín de la virgen y solazarse con una delicada decoración que tiene siglos de antigüedad.

La última parada de esta ruta llevará al viajero al casco histórico de Ronda y su museo dedicado al bandolerismo. Tiene más de 1.300 piezas, libros y objetos y está dividido en salas dedicadas a ‘Viajeros románticos y documentación’, ‘Vivir el bandolerismo’, ‘Bandoleros famosos’, ‘Los que siguieron el rastro -Guardia Civil’ y ‘Armas y testimonios escritos’.

Jesús Lens