Real Madrid campeón: el triunfo de la casa

– He tenido algunas opciones de tirar y por suerte algunas han entrado.

No. No es falsa humildad lo que destila Carroll, con esas palabras, después de ganar la Copa del Rey de baloncesto con Real Madrid y tras haber masacrado de forma inclemente al Barcelona, el eterno enemigo, con sus lanzamientos.

La final que hoy ha ganado el Real Madrid tiene muchos puntos que conviene resaltar y que nos sirven para lanzar el Debate de los Lunes.

Porque cuando se anunció el fichaje de Pablo Laso como entrenador, alguien de “perfil bajo”, de la casa, antiguo jugador merengue; muchos nos temimos que, con esa decisión, Florentino iniciaba el desgüace del equipo de baloncesto.

¿Por qué nos empeñamos tantas veces en buscar fuera y lejos, sin mirar lo que tenemos en casa, muy cerquita?

El gran fichaje del año ha sido, precisamente, el de un Carroll que llevaba tiempo jugando en España, en un equipo pequeño como el Gran Canaria. Nada de grandes estrellas de la NBA o de equipos potentes de la Euroliga. ¡Otro tipo de la “casa”!

Un equipo, además, insultantemente joven.

– ¡Y tierno! – decíamos algunos. Falta experiencia.

¡Toma ya, la falta de experiencia!

Y, para colmo, un equipo que juega a tumba abierta, arrolladoramente al ataque, sin titubeos o contemplaciones; dejándose la piel en cada partido. Un equipo valiente y osado, que se deja de miserables conservadurismos.

Mientras otros juegan a no perder, este Real Madrid, el Real Madrid de Laso, juega a ganar. Y punto.

Y da espectáculo. ¡Vaya si da espectáculo! Nos hace vibrar, saltar y gritar.

¿Estáis de acuerdo con aquella máxima de Valdano de que la disquisición entre jugar bien o ganar es falsa de partida, ya que lo natural el ganar cuando se juega bien?

Y todo ello, en apenas un puñado de meses.

Meses en los que perdió a Rudy e Ibaka, que se volvieron a la NBA.

Y, para colmo, el Real Madrid venía tocado, después de perder algunos partidos importantes, destrozado por el Bilbao en la Euroliga. ¡Quién lo diría, viendo ese huracán de juego que ha sido hoy!

No sé si vale todo esto como motivo de debate.

Pero a mí, desde luego, me sirve para volver a entonar ese “CAMPEONES, CAMPEONES” que es propio del equipo de mis amores, que tanto nos maltrata últimamente.

Un equipo, en el mejor sentido de la expresión. Sin superestrellas. Todos comprometidos. Con una dirección clara y decidida.

Gracias, Herreros y Laso. Gracias por haberlo cambiado todo para que todo vuelva a ser igual:

¡Real Madrid, campeón!

23 copas nos contemplan. La última, 19 años después. ¡Qué bien sabe!

Jesús merengue Lens.

PD.- No creo que en 2008, 2009, 2010 o 2011 estuviéramos tan eufóricos, pero bueno. Ahí quedan. 😉

Cultura del esfuerzo

Me gusta más el concepto, la idea y la intención que la definición final, que hoy todo es cultura de algo: la cultura del ahorro, la cultura del pelotazo… el aburrimiento de la cultura.

Pero es de destacar el mensaje y la intención: Esfuerzo.

El caso es que este año, el Valencia Basket no recibía ofertas significativas para que ninguna marca comercial patrocinara al equipo y, antes de malbaratar la marca, el prestigio y el nombre de la entidad, han decidido salir al parqué solo con el mensaje reseñado:

“Cultura del esfuerzo”.

Cierto que la familia Roig está detrás del accionariado del equipo y que su fortuna permite cuadrar un presupuesto que, en la mayoría de los equipos, resulta inasumible.

Pero, aún así, hay que destacar su intención de mandar un mensaje constructivo, positivo y alentador.

Es hora de reivindicar el Esfuerzo como santo y seña de unos tiempos turbulentos, duros y difíciles.

Así que, como buen madridista, seguiré apoyando a la escuadra merengue desde las tripas y el corazón (hablando de baloncesto, que en fútbol no puedo con Mourinho y su ranciedad), pero mi segundo equipo ACB, este año, es el equipo toronja.

¡Esfuerzo, sacrificio, sudor, ánimo, espíritu, arrojo y valentía!

Estamos con vosotros.

Jesús esforzado Lens

En 2008, 2009 y 2010, también nos esforzamos en publicar, un 23 de septiembre.

FILM IN GRANADA

Hoy hacemos una mezcla explosiva en la columna de IDEAL, en defensa de nuestra tesis de que la cultura y el arte también son cuestión de pasta…

A los lectores más talluditos, el apellido Noah nos recuerda a un antiguo tenista francés que, con sus rastas a cuestas, consiguió ganar un Roland Garros antes de dedicarse profesionalmente a la música. A los más jóvenes, sin embargo, les sonará Joakim Noah, hijo del anterior.

El caso es que en 1997, cuando Joakim tenía doce añitos, los famosos Bulls de Chicago con Michael Jordan a la cabeza, disputaron un torneo de exhibición en París Bercy. Y fue viendo en directo las acrobacias de Sir Michael, el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, cuando Joakim supo que ése era su deporte, que ahí estaba su futuro.

Hace unos meses, durante la presentación de su película “El discípulo”, el director Emilio Ruiz Barrachina no sólo agradeció a los vecinos de los pueblos de la Zona Norte de Granada el apoyo que prestaron a la filmación sino que dijo estar convencido de haber sembrado el virus del cine entre muchos de ellos, que vivieron en primera persona el rodaje, animándoles a perseverar en una formación cinematográfica que les podría convertir en técnicos y profesionales del sector audiovisual.

Todos tenemos amigos y conocidos que han decidido su carrera y su futuro gracias a la influencia y el ejemplo de personas de su entorno a las que admiran y respetan, humana y profesionalmente. Y por eso tenemos que saludar con efusividad y celebrar con alegría la llegada de “Film in Granada”, una agencia dependiente de la Diputación que, bajo la dirección de la inquieta y voluntariosa Clarissa Couassi, promete meter de lleno a nuestra provincia en el circuito cinematográfico nacional e internacional.

Y, en este caso, no nos referimos a un circuito de festivales, exhibición y demás, sino a la producción pura y dura de películas. Porque hacer películas es muy caro. ¿Se han quedado, por curiosidad, hasta el final del último título de crédito de una película cualquiera, aunque fuera por escuchar la música? En ese caso habrán visto los cientos de personas implicadas en cualquier rodaje. Personas que requieren de formación especializada, pero que después son muy valorados en su trabajo. Porque no abundan.

El cine, además de arte, cultura y entretenimiento, es dinero. Convertir a Granada en tierra de cine no es sólo exportar su imagen y vender su diversidad paisajística y atractivos turísticos por los cinco continentes, sino también contribuir a la construcción de una industria del cine que genere empleo especializado y reporte beneficios directos a los granadinos. Film in Granada es un proyecto ambicioso y de largo recorrido. Ojalá encuentre los consensos políticos y administrativos necesarios y los apoyos sociales, económicos y empresariales suficientes para salir adelante y contribuir a que Granada sea, un poquito más, una ciudad creativa.

Por cierto, actualmente Joakim Noah es profesional del baloncesto, juega en la NBA y luce el número 13… de los Bulls de Chicago.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

TIEMPO MUERTO. PARTE I

“Una historia de Myron Bolitar”. Así se subtitula uno de los libros de Harlan Coben que la Serie Negra de RBA pone felizmente a nuestro alcance. Y, en la portada, la canasta de baloncesto de un típico playground yanqui, con los rascacielos de una gran ciudad al fondo.

Así las cosas, ¿quién es Myron Bolitar y por qué pide tiempo muerto?

El bueno de Myron es un agente deportivo que, mientras se hace con una buena cartera de clientes, colabora con una agencia de seguridad haciendo trabajos de investigación privada. Por eso no es de sorprender que el magnate de una de las grandes franquicias de la NBA, la liga profesional americana de baloncesto, le pida ayuda para encontrar a uno de sus jugadores estrella, que ha desaparecido misteriosamente.

Sin embargo, la cosa empieza a ponerse realmente interesante cuando el referido magnate le pide a Myron que, para integrarse en el vestuario, para tener acceso a todos los jugadores y a sus intimidades, pase a formar parte de su plantilla.

Y es que Bolitar fue una de las grandes estrellas universitarias del baloncesto, al que una lesión de rodilla apartó de la gloria que la NBA le tenía preparada. Diez años después, operado y rehabilitado, Myron es capaz de echarse unas pachangas con los colegas los fines de semana. Ahora bien, de ahí a jugar en la NBA, aunque sean los minutos de la basura de unos cuantos partidos previos a los Play Off, media un abismo. Aunque, también es verdad, aquella muñeca suya, de terciopelo, sigue bien engrasada…

Una vez explicado todo lo anterior, ¿qué queréis que os diga sobre una novela que aúna dos de mis grandes pasiones, el género negro y el baloncesto?

¿Tengo que insistir en lo buena y brutalmente excitante que me ha parecido? ¿Os tengo que contar cómo me ha gustado el paseo que Coben nos da por las interioridades del mundo de baloncesto profesional americano, por la psique de sus grandes estrellas, por los arrabales de la fama?

Como sé que no, voy a poner el acento en un detalle sólo aparentemente anecdótico de “Tiempo muerto”: cuando, después de tantos años sin jugar, Bolitar se sienta en el banquillo y, al final del partido, con el marcador ya decidido, el público pide a voces que ingrese en la cancha, sentí una enorme y profunda indignación. Mayormente porque el ¿respetable? le solicitaba más por reírse que por verle realmente jugar.

RBA nos trae todo Harlan Coben

Y sentí indignación porque, a veces, yo mismo me he reído desde mi asiento en el Pabellón de los Deportes de Granada, ante algún lance del juego. Reconozco que no va comigo lo de insultar (gravemente) a los jugadores y, desde luego, no creo que me hayan oído nunca llamarles “viejos”, “cojos”, “tullidos” y otras lindezas por el estilo. Pero, por si acaso, vayan desde aquí mis más sinceras disculpas si alguna vez se me ha escapado alguna barrabasada para con algún profesional de nuestra ACB. Leyendo cómo Bolitar intentaba abstraerse de la crueldad de los aficionados, entendí qué fácil y qué injusto es comportarse como un mamarracho, como un cretino, por el precio de una entrada.

Disculpen, Mis Estimados, esta digresión. Seguramente a ustedes les hubiera gustado que les contara más sobre los secundarios de la función, que los hay. Muchos y muy buenos. Como el letal socio de Bolitar o su deslenguada secretaria. Pero como Myron ha protagonizado algunas otras novelas de Harlan Coben y este “Tiempo muerto” me ha encantado, si les parece, dejamos estas presentaciones para dentro de poco, muy poco tiempo.

¡Salud y que viva el básket! Y la novela negra, claro.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.