De visita a las Grandes Damas

Era otra deuda pendiente. Creo que se lo he contado alguna otra vez. ¿Se pueden creer que no conocía, en persona, a la Dama de Baza? Era algo intolerable y el pasado domingo, por fin, fui a cumplimentarla. A ella y también a su prima, la Dama de Elche, ya que estábamos. Y de paso, a esa auténtica hermosura que es la Dama de Galera. 

El domingo por la mañana fuimos al MAN, el Museo Arqueológico Nacional. Me hace gracia el acrónimo, por cierto, tan de vaquero del Far West. Es directo y contundente. Y fácil de recordar. El caso es que entramos como elefante en cacharrería. 

—¿Los íberos? ¿Dónde están los íberos? ¿Por dónde quedan?

Éramos granaínos en una misión que, cinco minutos después, ya andábamos por la protohistoria. Pasé olímpicamente de las demás figuras, por mucho que unos grandes verracos parecieran guiñarme el ojo, y me fui directamente donde la señora bastetana. 

La encontré mayor. Ajada. Delicada. Casi en telerengue. 

No me extraña que los profesionales del ramo se nieguen a moverla de sitio. Su comadre, la de Elche, presenta mucho mejor aspecto, más lozana y juvenil. Aun así, cuando escuché a una visitante decir que la del palmeral era más guapa, me dolió. ¡Oiga usted! ¡Cómo se atreve! 

¡Qué dignidad, oigan! Qué porte. Qué hermosura y qué saber estar la de nuestra Dama de Baza, sentada en su trono alado con esos pendientes cúbicos, su mantón y su collar. Y los restos de policromía, viendo pasar el tiempo. 

Pasé rato junto a ella. A la gente le gustaba. No se detenía demasiado en la información sobre su descubrimiento, su simbología y el ajuar funerario situado a sus pies. Le echaban un vistazo, una foto y, en algunos casos, se hacían un selfi. Pero se ha ganado el afecto de la peña. 

La Dama de Galera, sin embargo, pasa más inadvertida en la gran sala del MAN dedicada a los íberos. Está en un lugar menos visible y como es más chiquitica, menos vistosa, no acumula tantos fans. Es posible que Astarté sea menos instagrameable. En una competición, conseguiría menos likes que las Grandes Damas. ¡Pero qué bonita es, demonios! La amo. La amo desde que conocí a su clon en la propia Galera. 

Se trata de una diosa entronizada oferente de origen sirio-fenicio, está flanqueada por sendas criaturas aladas y es una cucada. Igualmente atractivas son las urnas funerarias de la necrópolis de  Tútugi que se encuentran en las vitrinas del MAN. 

¡Qué gran paseo por el norte de la provincia de Granada nos hemos dado en Madrid! Y por la campiña jiennense, que hay piezas íberas muy interesantes de diferentes yacimientos, como la cámara de Toya. 

Como les decía, me dio mucha alegría contemplar la serena majestuosidad de la Dama de Baza. Si hace mucho que no le presentan sus respetos, recuerden lo de Mahoma y la montaña cuando estén por la capital y déjense caer por el MAN. La vieja señora lo agradecerá. 

Jesús Lens