La venganza de las cajas

¡Teníamos pendiente ultimar la información de los Premios Literarios Jaén! Tras la arrebatadora poesía de Ángel Petisme, vamos con la narrativa juvenil.

Hay novelas que son de actualidad y novelas que son actuales. Las primeras, aún siendo interesantes, oportunas y, en ocasiones, necesarias; corren el riesgo de quedar desfasadas u obsoletas con el paso del tiempo.

Con las novelas actuales no se corre ese riesgo. Aún apegadas a la actualidad más rabiosa, nunca pasan de moda ya que son narraciones que, partiendo de una situación concreta en un momento determinado, los trascienden y su lectura siempre resulta interesante y esclarecedora.

Y eso es justo lo que pasa con “La venganza de las cajas”, de Víctor Almazán, recientemente galardonada con el Premio Jaén de Narrativa Juvenil 2011 convocado por Obra Social CajaGRANADA.

Aunque pudiera parecer que el título juega con dobles sentidos, las cajas a las que se refiere Almazán son las televisiones, esos electrodomésticos imprescindibles que todos tenemos en el salón de casa, como tótem referencial en torno al que organizamos no ya la decoración y el mobiliario hogareños, sino nuestras propias vidas.

Hablar mal de la televisión es un tópico. Excepto si hablamos de series, claro. Que las series están viviendo una nueva edad de oro y están revolucionando no ya el medio televisivo sino la mismísima forma de contar historias en imágenes.

Pero, más allá de las series, hablar de televisión y adjuntar el sustantivo adjetivado “basura” se convierte en algo casi inevitable, hasta el punto de que parecen un binomio indisoluble, un matrimonio de (in)conveniencia.

Y de ello, buena parte de la responsabilidad la tienen las audiencias. Las audiencias convertidas en jueces inapelables de la vida y la muerte de los programas, de sus renovaciones y cancelaciones. ¿Y cómo se calculan las audiencias? Pues de acuerdo con los audímetros que un grupo escogido de personas tienen conectado a sus televisores.

¿Se imaginan que una cadena concreta pudiera controlar esos audímetros? La teoría del millón de moscas que no pueden estar equivocadas, en ese supuesto, habría que ponerla en cuarentena.

Y de ese presupuesto parte Víctor Almazán en una novela protagonizada por una joven gallega que llega a Madrid, a estudiar Comunicación, y se instala en la vivienda vallecana de Porto, un viejo ingrato y cascarrabias con ínfulas conspiranoícas.

El tratamiento que hace el autor de los personajes, excepcionalmente trazados, de sus complejas relaciones intergeneracionales así como de la vida contemporánea en una gran urbe como el Madrid del siglo XXI y, sobre todo, la disección que realiza del medio televisivo; hacen de “La venganza de las cajas” una novela adictiva, cuya acción se desarrolla a una altísima velocidad y que deja un regusto de lo más agradable una vez finalizada la lectura.

Y no es casual ni gratuito que Víctor Almazán hable sobre la televisión ya que su trayectoria profesional como escritor de series (El inquilino, El club de Flo, Sé lo que hicisteis la última semana, El rey de la comedia o Al ataque) le acreditan como un excepcional conocedor de las entrañas de un medio tan vilipendiado como fascinante.

“La venganza de las cajas” resulta una lectura apasionante y abre una dimensión desconocida y diferente en el cada vez más variado, feraz y versátil universo de la literatura juvenil. Desde luego, con novelas como ésta, será fácil que los chavales se enganchen a la lectura.

¡Anímense! ¡Anímenlos!

Jesús Lens

La noche 351

Este fin de semana lo dedicamos a los Premios Literarios Jaén de CajaGRANADA (Enlazamos la noticia de IDEAL Jaén sobre la entrega, ayer, de los premios y la Galería de Fotos de Francis J. Cano).


Comenzamos por la reseña del Premio de Poesía. Mañana reseñamos el Premio de Narrativa Juvenil. Y si, entretanto, escribimos algo… ¡pues también lo blogueamos, claro que sí!

Hay una secuencia entre lo poético, lo pesadillesco, lo onírico, lo evocador y lo terrible en la magistral película “Underground”, de Emir Kusturica: caen las bombas sobre la ciudad de Belgrado y quedan abiertas las jaulas de un zoológico. Un tigre escapa y vaga por las calles, vacías, humeantes, llenas de escombros.

La primera lectura, quizá demasiado rápida -pero imposible hacerlo de otra manera dado su brutal poder hipnótico- del poemario “La noche 351”, de Ángel Petisme, galardonado con el Premio Jaén de Poesía de CajaGRANADA, me hizo evocar secuencias como la descrita.

Y me trajo recuerdos de otras películas como “En territorio hostil” o “En el Valle de Elah”, por ejemplo.

¿Se puede hacer poesía con un AK47? ¿Se puede hacer poesía con balas, cascos, rapiña y destrucción?

Decir que “La noche 351” es un poemario que gustará a quiénes no estamos “acostumbrados” a leer poesía es injusto para los poetas y los amantes de la literatura en verso.

Pero puede ser una gran verdad.

Porque “La noche 351” contiene poemas, por supuesto, pero también citas y aforismos, pensamientos, narraciones y un íntimo diario de viajes escrito en prosa poética. Todo ello hace de “La noche 351” un libro total, que trasciende géneros y cuya única etiqueta es la de la calidad.

Un libro emocionante, de los que llegan al lector desde la primera cita, intensa, preclara, iluminadora, del rumano Mircea Eliade. Y que marca el camino a seguir con la segunda, de Mahmud Darwish: “La poesía nace en Iraq; sé iraquí, amigo, si quieres ser poeta”.

Es cierto. Pero no solo la poesía nació en Iraq. En las tierras de Mesopotamia, entre el Tigris y el Eúfrates, están los orígenes de la civilización, como hemos aprendido en los libros de historia. Y, desde hace años y años, esas tierras han sido sistemáticamente machacadas por guerras, conflictos y padecimientos sin fin, cuya culminación fue la invasión de las tropas norteamericanas para derrocar a Sadam Hussein.

¿Se puede hacer poesía con todo ello?

Sí. Ángel Petisme así lo demuestra. Se puede hacer poesía con los puestos de libros de la calle Mutanabbi, en uno de los más preciosos poemas del libro. Poesía puede ser el expolio del Museo Nacional, las lágrimas de una niña o la rabia de una madre. Y los sueños de libertad. Los anhelos de paz. La contradicción de la vuelta a casa. El tesoro que te espera. El descubrimiento del viaje.

Poesía es ir a recitar poemas a Bagdad en mitad de la guerra. Como hizo el autor de “La noche 351”, junto a otro grupo de felices insensatos que desafiaron la lógica y se plantaron en Iraq, armados únicamente con sus libros y sus palabras; sus sueños y sus sentimientos; sus metáforas y su capacidad de resistencia frente a la barbarie.

Quizá porque la poesía no sea lógica ni razonable y sí loca y desmesurada, como los buenos poetas.

Lean, lean “La noche 351”. Dos cosas puedo garantizar: que no te aburrirás y que no te dejará indiferente.

Eso sí: si te provoca insomnio, no me eches a mí la culpa.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Los pasados 3 de diciembre, de los últimos 3 años, decíamos esto: 2008, 2009 y 2010.