PASAR

Paso. De verdad. Prefiero pasar.

 

Porque, cuando das un buen pase, no sólo eres feliz tú sino que haces feliz a otra persona. En este caso, el que mete la canasta o, jugando al fútbol, el que marca el gol.

 

De ahí que me guste pasar.

 

Pasar.

 

Una palabra con mala prensa. Quizá sea porque tiene hasta 64 acepciones distintas, según la RAE. Distintas, pero complementarias.

 

Pasar.

 

De «tener lo necesario para vivir» a «conceder graciosamente algo», pasando (sic) por «ocupar bien o mal el tiempo», «cesar», «ser tenido en concepto u opinión de» e, incluso, «proyectar una película cinematográfica»

 

(http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=pasar )

 

Por todo ello, comprenderéis que, en general, tienda a pasar.

 

Siempre y cuando, por supuesto, no se interprete como abulia, falta de compromiso o dejadez. Paso de ese concepto de pasar.

 

Y me cuesta aceptar la máxima machadiana de que «todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos sobre la mar». Que me recuerda a la canción de Manu Chao, cuando dice eso de «soy una raya en el mar».

 

Me gusta pasar porque me gusta jugar en equipo, compartir, dar y disfrutar haciendo regalos. Por eso, cuando veo fútbol, más que con un gol, disfruto con un buen pase. Como los de ese genio que es Kaka, el mejor pasador del fútbol mundial. Y por eso no me extrañó, viendo la surrealista película «Buscando a Eric» que su protagonista, Cantona, recordase como su mejor jugada, precisamente, un pase que un compañero convirtió en gol. Porque, como decía el genio francés, siempre, siempre hay que confiar en tus compañeros.

 

Y en tus amigos.

 

Como se preguntaba George Eliot, seudónimo de la novelista británica Mary Anne Evans, «¿qué soledad es más solitaria que la desconfianza»?

 

¡Confía! Los manazas también existen
¡Confía! Los manazas también existen

Pasar. Compartir. Regalar. Trabajo en equipo. Porque «lo que no beneficia al enjambre, tampoco beneficia a la abeja», según decía Marco Aurelio en una de sus célebres Meditaciones.

 

Pasar.

 

¿Cómo, con quién y por qué queréis pasar vuestro tiempo?

 

Buenas noches / Buenos días.

 

Jesús Lens, pasando, que nunca pasota.  

HABLANDO EN NEGRA Y CRIMINAL

Para la presentación de «Hasta donde el cine nos lleve» en la librería Negra y Criminal había preparado una introducción que más o menos debería haber comenzado así:

 

«Cuando me han preguntado que por qué me decidí a escribir este libro, he dado respuestas varias y diversas, desde la pasión que Fran y yo tenemos por el cine a lo mucho que nos gustan varias de las películas que hay en el libro. También, porque pensamos que podíamos aportar un punto de vista distinto a los libros de viajes al uso o, más sencillamente, por completar esa terna que, en teoría, nos hace hombres: escribir un libro, plantar un árbol un árbol y tener un hijo.

 

Pero, a lo largo de estos meses me he dado cuenta de que, en realidad, lo he escrito con un sólo y principal propósito y objetivo: tener la ocasión de viajar para presentar un libro de habla de cine, y siempre rodeado de buenos amigos. Los mejores.»

 

Efectivamente. Tras presentarlo en el Festival Tres Continentes de Agüimes y, de seguido, en Semana Negra; nos marchamos con Fran a Villena y, después, estuvimos en nuestro Centro Cultural de CajaGRANADA.

 

Pero nos quedaba un lugar imprescindible y necesario: la librería Negra y Criminal de la Barceloneta, con nuestros queridos Paco y Montse como anfitriones. Y, como este año teníamos que ir a Cornellá a pasar una semanita jugando al baloncesto, aprovechamos la ocasión para cumplir uno de esos sueños que, por fin se hacen realidad: ponernos la camiseta de Negra y Criminal y posar, como autor, en la puerta de la mítica librería. Un subidón que, quienes me conocen, saben lo fuerte que fue para mí.

 

Y, repito, en la mejor de las compañías. Con Montse y Paco como anfitriones. Que no veáis las cariñosas y desmedidas palabras que Paquito Camarasa dedicó a un servidor, que le escuchaba embelesado, suspirando por conocer a ese sujeto tan, tan interesante del que hablaba. (AQUÍ, nota en el Blog de la librería del evento, feliz y alegre.)

 

Además, y como fiel Guardia de Corps, nuestro equipo de baloncesto en pleno que, mientras avanzaba por las calles de la Barceloneta, semejaba el reparto de una película de Tarantino. Curro, Miranda, Burgos, los dos Álvaros, mi hermano Jose y Pedro al comando nos unimos a Moreno, que ya estaba en la librería. Mención aparte para Fali y Paqui, que estuvieron metiendo tensión en las horas previas al encuentro, con sus bromas y su buen humor, haciendo que ésta haya sido una de las presentaciones más singulares que hemos protagonizado.

 

Y, por supuesto, mi Cuate Pepe, que no podía faltar al evento y allí estaba, el primero, siempre presente.

 

Además, nuevas y felices amistades. Esas amistades que empiezan por ser cibernéticas y terminan siendo corpóreas, como la de esa Kaperusita, con la que tan bien lo hemos pasado y quién nos hizo sentir como en casa en su Cornellá.

 

O reencuentros felices, como el de Julia, a quién hacía muchos meses que no veía y cuya aparición por el Palau del Mar fue un alegrón. Y Lillian, que tenía que estar en una ocasión tan especial. Que los viajes hicieron que nos conociéramos y siguen posibilitando que no encontremos cada poco tiempo, sea en Granada, sea en Barcelona. Allí estaba también Irene, que NOVELPOL también existe, aunque se fuera muy pronto.   

 

¡Y Marta, por fin! Después de tres años sin coincidir, Marta estaba allí. Y anda que no lo celebramos. Todos.

 

O la feliz sorpresa de abrazar, de forma festiva y no tan profesional como otras veces, a Francesc y Gema, que tuvieron un detallazo bajando hasta la Baceloneta, y que ASÍ lo han contado.

 

Había más amigos de la librería, a los que tuve ocasión de conocer y saludar con cariño, claro. Sin embargo, no pudieron llegar ni Talía ni Patricia, pero sé que les habría encantado estar allí. Y Fran, claro, que tenemos los calendarios cambiados.  

 

Firmar... en Negra y Criminal. Sin palabras.
Firmar... en Negra y Criminal. Sin palabras.

Tras las palabras (espero que no me extendiera en demasía) y ese rito tan especial que es el de la firma y dedicatoria de los libros a los amigos, nos fuimos a tomar vermús, birras, tintos y tapas variadas en un singular y sabroso bar de la Barceloneta, El Eléctrico, absolutamente chispeante. Bebimos, brindamos y un trompetista búlgaro nos amenizó la velada con sus tonadas.

El dueño del bar nos lo hizo pasar en grande y entre risas, charlas, recuerdos, planes, sueños y alocadas ideas de futuro, un puñado de veinte amigos rematamos la faena en el Gimlet, con unos mojitos, alabando el Best Of de una noche muy, muy especial, que ya está en el recuerdo de los grandes momentos de este año 2009… que aún tiene muchas alegrías que depararnos.

 

Gracias a todos, amigos. Sois vosotros los que lo hacéis posible. Y por eso, a toda la peñita catalana, con la que tan a gusto hemos estado, y especialmente dedicado a los compis de Caixa Penedés, que no sólo han ganado el Intercajas de baloncesto, sino que lo han organizado maravillosamente, esta maravillosa canción de Mano Negra, Rambla paquí, Rambla pallá… la Rumba de Barcelona.

 

 

Jesús Lens, con ánimos renovados.

 

PD.- Y, por cierto, vayan apuntando en sus agendas el 15 de enero de 2010. El que avisa…         

AMIGOS-CÍBER

Varias entradas hemos dedicado ya a los amigos. Pero hay una modalidad muy reciente de la que no hemos dicho nada y que, sin embargo, cada vez consume más tiempo y recursos: los amigos virtuales.

 

Estos ciberamigos tienen ventajas e inconvenientes.

 

Entre las ventajas: con ellos expones sólo lo quieres y sólo estás cuando quieres estar. La pantalla es un filtro de lo más eficaz. Además, siempre muestras tu mejor cara. No estás nunca despeinado, legañoso o mal afeitado. Piensas lo que vas a decir y siempre eliges las mejores palabras.

 

Con los amigos internautas nunca estás cansado, no les pegas broncas ni tienes posibilidad de pagar con ellos tus frustraciones. Sencillamente, no te las aguantarían. En el universo cibernético, las opciones de «eliminar», «borrar» o «ignorar» son muy sencillas de usar y ese purgatorio virtual que es la Papelera de Reciclaje funciona a las mil maravillas.

 

No sé yo...
No sé yo...

Tengo un montón de magníficos amigos virtuales con los que he llevado adelante proyectos literarios y profesionales que han terminado saliendo a las mil maravillas. Además, de las amistades virtuales he terminado sacando un enorme caudal de amigos reales, ciertos y palpables, como tanto la peña de Las Verdes y la de los Blogueros granadinos pueden atestiguar.

 

Pero, item más, hay muchas personas a las que conocía en persona nada más que muy livianamente y a las que, a través del universo virtual, he descubierto en profundidad. Después, los encuentros y las charlas en vivo y en directo han sido mucho más productivos y cordiales. 

 

Por no hablar de la cantidad de ciberamigos que andan perdidos por ciudades lejanas, españolas, europeas, africanas o latinoamericanas.

 

O sea que me molan los Ciberamigos.

 

Pero eso no priva de que tomarse una birra mirando a los ojos a un amigo de carne y hueso, escuchando su risa y viendo su expresión real, más allá de su avatar virtual, no tenga precio.

 

En esta vida acelerada que llevamos, cuesta trabajo encontrar tiempo para ver a los amigos tanto como nos gustaría. A fin de cuentas, no podemos estar todo el día de cañas, cafés o comidas. De ello hablábamos hace unas semanas en IDEAL, en este artículo, en que defendíamos la bondad del encuentro con los colegas aprovechando actividades gozosas, como ir a un concierto, salir a correr o ver una peli.

 

Porque, nos guste más o nos guste menos, la vida social es más llevadera a través de Internet que en la dura realidad exterior de todos los días. Esta tarde, sin embargo, muchos cíberamigos nos daremos cita física y real en la librería Negra y Criminal. ¡Todos estáis invitados!       

 

CONTINUARÁ

 

Y nos queda esa otra cuestión, eterna, en la cosa de los amigos: las amistadas de género.

 

Jesús Lens, en plan amistoso-inquisitivo.

MÁS DE AMIGOS

Vuelta al tema de los amigos, que tocamos hace poco en ESTE enlace, pero cambiando de tercio.

 

Hace unas semanas, un lunes por la tarde-noche, cuando la recoleta y clausurada vida del postrer verano me estaba agobiando un pelín por demás, tras todo un fin de semana encerrado en casa, escribiendo, le puse un SMS a mi Cuate Pepe diciéndole que me apetecía tomarme una birra en un bar.

 

Su respuesta, aún la tengo grabada, a sangre y fuego:

 

  • ¿Cuándo y dónde?

 

Serían eso de las nueve de la noche. Le contesté que si le iba bien a las nueve y media en el Puerto Madero del Zaidín. Y una nueva respuesta, corta y expeditiva, se me quedó igualmente marcada:

 

  • Yo puedo estar allí a las nueve y cuarto, ¿y tú?

  

Apagué el ordenata y salí zumbando, a ponerle la cabeza como una olla de grillos al Cuate, que sabía que necesitaba desahogarme. Y entonces recordé esa otra frase anónima, que Quevedo hizo suya: «los amigos son como la sangre, cuando se está herido acuden sin que se los llame». Y no. El SMS no es un sustituto aplicable a la frase.

 

Pero no todo es fácil ni bonito en torno a la amistad. Por ejemplo, ¿qué ocurre con las asimetrías? Como dice A. de la Tour, «dos amigos no se quieren de la misma manera: hay un que besa, y otro no hace más que tender la mejilla». ¿Qué pasa con la reciprocidad? ¿Y con la intensidad? ¿Y con oportunidad? ¿Y con el momento? ¿Y con la distinta forma de entenderla, a la Amistad?

 

Vamos terminando. Con otra pregunta. Un amigo, ¿debe ser un alma gemela? Para Aristóteles, «El amigo es otro yo. Sin amistad el hombre no puede ser feliz». Tengo amigos con los que la identidad de pensamiento y actuación es casi total, compartiendo casi al 100% una particular forma de ver, entender y conducirnos por la vida.

 

Pero también tengo amigos radicalmente opuestos en muchas facetas y aspectos esenciales de la existencia. Con los primeros, todo es más fácil. Sin duda. Pero con los segundos, cada conversación y cada rato compartido, cada e mail y cada discusión resultan más enriquecedores, al aportar puntos de vista nuevos y distintos, sobre distintas cuestiones.

 

¿Amigos? ¿Seguro?
¿Amigos? ¿Seguro?

No es necesario, en este caso, que hagamos pregunta alguna, ¿verdad?

 

Y nos quedarían muchos más temas por tocar. Como el de las amistades virtuales y el de las amistades de género. Pero, mejor lo dejamos aquí, prometiendo volver al tema más pronto que tarde.   

  

Eso sí, nunca olvidemos a Fénelon, quién defendía que «si queréis formar juicio acerca de un hombre, observad quienes son sus amigos».

 

Advertidos estamos.

 

CONTINÚA

CON ALMA

Lo que tiene alma se distingue de lo que no la tiene

por el hecho de vivir.

 

Aristóteles.

 

No es fácil la propuesta de María. Que hablemos del alma.

 

Uno de sus chavales, viendo un capítulo de Los Simpson, se quedó intrigado por algo que dijeron en la serie de Matt Groening. Y le preguntó a su madre, angelito:

 

– ¿Qué es el alma? Y, lo que es más importante, ¿se puede comprar?

 

Y María… pues eso. Que nos dice que si le echamos una mano para explicarle a su hijo de qué va eso del alma.

 

Reconozco que he estado varios días dándole vueltas al tema, que no soy especialmente espiritual y no es algo que me hubiera planteado, la verdad. Para mí, el alma es pasión, amor, fuerza y energía. Siempre digo que un sitio, un lugar, un bar o una película tienen alma cuando transmiten sensaciones. Buenas sensaciones. Feelings. Buenas vibraciones. Como esta imagen de Nefertiti, por ejemplo. Por eso me identifico tanto con la cita de Aristóteles con que empiezo este artículo.

 

De hecho, hasta que hemos comenzado esta serie de reflexiones on line (a través de ESTE enlace podéis acceder a todas ellas), no me había dado yo cuenta de lo muy aristotélico que me estoy volviendo. «El alma es aquello por lo que vivimos, sentimos y pensamos». ¿No es un prodigio de definición, esta otra del sabio griego?

 

Yo había pensado definir el alma como ese algo interior e inmaterial que nos hace ser como somos. Pero, a la vista de la definición aristotélica, mejor me callo. Y doy la palabra a Antonio Machado, que escribió esta estupenda poesía:

 

«Moneda que está en la mano,

tal vez se deba guardar.

La monedita del alma

se pierde si no se da.»

 

Efectivamente. Eso que tenemos dentro y que nos conforma como las personas, como los individuos únicos y singulares que somos, ¿de qué sirve si no se comparte? Por eso hay que ser generosos, por encima de todo. Aquello que se disfruta en compañía es mucho más agradable que lo que se disfruta en soledad.

 

Y me acuerdo del gran clásico de Extremoduro, «Jesucristo García»:

 

«Y perdí

la cuenta de las veces que te amé.

Desquicié

tu vida por ponerla junto a mí.

Vomité

mi alma en cada verso que te di.

Olvidé

me quedan tantas cosas que decir.»

 

Por eso me gustan estas entradas blogueras tan especiales. Porque ponemos el alma en cada una de ellas. Palabrita de Niño Jesús.     

 

A todo esto, como no las tenía todas conmigo, pregunté a través del Twitter, por el asunto del alma. Y recibí una buena respuesta, aunque un poco triste, de una de las personas que se han hecho imprescindibles en este espacio virtual, Kaperusita: «Lo que queda cuando todo lo demás pierde sentido». ¿Qué os parece?

 

Yo no sé si todo esto le servirá a María para explicarle a su pequeñuelo que no es lo mismo malfreír un par de huevos que ponerle el alma a la elaboración de una buena cena. Que no es lo mismo ir a trabajar que ponerle cariño a tu trabajo. Que no es lo mismo salir del paso que apasionarse a cada paso.

 

Que el alma es lo que nos hace crecer, evolucionar. Lo que nos convierte en mejores personas. Porque, como dijo Pitágoras, «en tres partes se divide el alma humana: en mente, en sabiduría y en ira». La ira. Algo de lo que habría que hablar más despacio.

 

Por tanto, y vamos con la segunda cuestión, ¿se puede comprar alma?

 

Creo que no. Pero sí se puede vender. El alma se puede cultivar y engrandecer. Se puede descuidar, echar a perder y dejarla pudrir. Se puede malbaratar y vender. Pero no comprar. Porque el alma es algo demasiado precioso, demasiado delicado, demasiado personal como para podérsela trasplantar a un semejante. No. El que pretenda vivir del alma de los demás no es más que un vampiro, un zombie, un muerto viviente.  

 

Amiga María, no sé si todo esto te habrá servido de algo. Aprovecho para pedir a los amigos que estáis ahí para que aportéis un poco de lucidez a esta cuestión. ¿Qué os parece? ¿Cómo lo veis? ¡Animaos!

 

Jesús Lens, que detesta a los desalmados.