La Alhambra con guía

Aunque las cuatro disfrutaron en el Generalife, tan objetivamente bonito, es sintomático que Julia y Carmela se enamoraran de los mocárabes y la cúpula de los siete cielos del Salón de Embajadores o que Ainoa y otra Julia se decantaran por la Alcazaba.

Es lo bueno de visitar la Alhambra con una guía tan extraordinaria como Blanca Espigares, con cuya agencia, Masquetours, siempre contamos para Gravite y Granada Noir, organizando recorridos culturales originales, únicos, imaginativos y diferentes a cualquier otro.

La Alcazaba, por ejemplo, tan austera y despojada, se ve de otra manera cuando te la explica Blanca. Consigue que los cuartos de los soldados y las casas de los oficiales se visualicen con la misma nitidez que si un equipo de cine los hubiera reconstruido para una superproducción de gran presupuesto. En los palacios te imaginas las alfombras, el mobiliario modular, los cortinajes, los braseros que calentaban las estancias, los juegos de luces y sombras, los reflejos…

Washington Irving escucha embelesado las explicaciones de Blanca Espigares Rooney

Es la magia de los buenos guías: van más allá del frío dato y de la información histórica o artística que se puede consultar en internet o en cualquier libro decente. Les insuflan vida a los monumentos a través de sus explicaciones. Nunca he olvidado, por ejemplo, la emoción que provoca Antonio Bonilla, otro crack, recitando poemas clásicos durante los paseos por la Alhambra.

A lo largo de sus visitas, Blanca consigue que mires con otros ojos. Que te imagines todo lo que el monumento te sugiere. Que tengas alerta todos los sentidos. De ahí que las niñas fliparan, por ejemplo, con las pinturas de la Sala de los Reyes, convertidas en trepidante cómic de aventuras narrado casi en forma de radio-teatro.

Durante los próximos meses, con independencia de la mayor o menor apertura de los cierres perimetrales, apenas va a haber turismo. Los monumentos van a seguir recibiendo una cantidad ínfima de visitantes en comparación con cualquier otro tiempo, pasado o por venir. Aprovechemos para disfrutar del rico patrimonio histórico—artístico de nuestra tierra. Y hagámoslo de la mano de buenos guías para sacarle todo el jugo a las visitas.

La de guía turístico es otra de las profesiones que con más dureza está sufriendo los embates de la crisis, por razones obvias. Visitar la Alhambra en grupos máximos de diez personas, acompañados por un guía profesional, es uno de los lujos más asequibles que tenemos a nuestro alcance. No desperdicien la oportunidad.

Jesús Lens

De mírame y no me toques

Qué espectáculo era Granada ayer. Aunque amaneció algo nublado, no tardó en despejar, quedándose un día de lujo. Como les anticipaba AQUÍ, salí a pasear, igual que hicieron miles de granadinos a todo lo ancho y lo largo de la provincia, según podíamos ver en las redes sociales.

Caminábamos disfrutando de los mil y un colores del otoño, ahora que no se puede subir al robledal del Guarnón o visitar la dehesa del Camarate. No poder salir fuera a sumergirnos en el corazón la naturaleza hace que seamos más conscientes de la naturaleza urbana que nos rodea, que es mucha, generosa y feraz.

Nuestro objetivo era asomarnos a diferentes miradores de la ciudad, para verla desde lejos, que ya saben ustedes que Granada está de mírame y no me toques. De hecho, culebreando por los bosques de la Alhambra no dejaba de acordarme de Radio Futura y su «no tocarte y pasar todo el día junto a ti. No tocarte. Es lo que se espera de ti. No tocarte… ¡podría devorarte!»

Primera parada, en la Churra, para disfrutar de las mil y una capas del Albayzín, visto de frente y (casi) desde abajo. Más arriba, desde la terraza del Manuel de Falla, nos deleitábamos con la Granada urbana de fondo, la contemporánea del PTS y la eclesiástica de la Catedral, los monasterios y nuestro añorado hotel Alhambra Palace.

Seguimos subiendo hasta un espacio tan singular como nuestro cementerio de San José, desde donde nos asomamos al cauce del Genil y a las altas cumbres de Sierra Nevada, todavía tan poco blancas. Y, de seguido, la Silla del Moro y su espectacular panorámica de todo el recinto de la Alhambra visto desde atrás, de las huertas de Generalife a la iglesia de Santa María. 16 kilómetros de caminata desde el Zaidín, dejándonos para otro día San Miguel Alto, San Nicolás, San Cristóbal, los Carvajales y el callejeo por el Albayzín.

El cuerpo nos iba pidiendo una cerveza en La Mimbre, un cóctel en María de la O al bajar del Realejo o, antes de llegar a casa, unas cañas con unas tapas en el Ríos. Pero no toca y no puede ser. Estos días, paciencia y pasos largos.

Jesús Lens

Todo es imposible en Granada

El runrún habría empezado a correr como la pólvora por las calles… si no fuera porque nos encontramos en pleno siglo XI, en la época de los ziríes.

-¿Qué van a hacer… quééééééé?

 

-En serio. Te lo juro. Que van a abrir una nueva puerta en la muralla.

 

-¿Otra puerta? ¿Pero qué necesidad hay? ¿Es que no tenemos bastante con la Puerta Monaita y con el Arco de las Tinajillas?

 

-Eso es lo que dice la gente. Que no se entiende un dispendio de semejante calibre. Sobre todo, porque va a romper la maravillosa simetría de la muralla. ¡Más vigilancia para evitar pintadas es lo que se necesita, y no otra puertecita de las narices!

 OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Aunque peor fue la que se montó años después, cuando Yusuf I decidió ampliar la Puerta de Elvira y convertirla en fortaleza autónoma, con sus cuatro torres, sus tres barbacanas y sus dos puertas, además de la exterior.

-¡Qué derroche! ¡Qué ostentación! -se escuchaba en los mentideros de la ciudad.

Y eso no fue nada en comparación a lo que tuvo que soportar, allá por el año mil doscientos y pico, el sultán Al-Ahmar, cuando empezó a rumorearse que tenía intención de erigir una fortaleza en lo alto del monte situado frente a la ciudad, al otro lado del río. Ni siquiera la promesa de, a la vez, construir una acequia que canalizara las aguas del Darro y permitiera a los agricultores regar los huertos con mayor facilidad, consiguió templar los ánimos.

 Granada es imposible Al Ahmar

-¡Qué barbaridad! Con lo bonita que es la vista del bosque, en las faldas de la gran montaña, sobre todo en invierno, cuando se encuentra repleta de nieve… y ahora aparece el listo éste, un recién llegado de sus aventuritas y sus conquistas, un advenedizo cualquiera; y decide que hay que construir una fortaleza.

Todo esto, por supuesto, se decía en voz baja y solo en los círculos más íntimos. Que Al-Ahmar no estaba para bromas en aquellos tiempos revueltos, posteriores a descomposición del imperio almohade. Cuenta la leyenda que incluso hubo unos activistas que, tratando de defender el bosque, se ataron a  los árboles, entonando la consigna: “No nos moverán, no los talarán”. Pero las fuentes consultadas para la redacción de este artículo no lo recogen en sus anales.

 Granada es imposible Albaicín

-Y, encima, ¡rojas! ¡Ahí!. ¡Con dos cojones! Las murallas, rojas. Para que no pasen inadvertidas. Es que se necesita tener mal gusto. ¿No podía el sultancito ser más discreto e intentar que su fortaleza quede integrada en el paisaje?

Pero lo peor de todo llegó cuando, a mitad del siglo XIV, Mohamed V se empeñó en gastarse una pasta en varios caprichos: el Palacio de Comares, con su patio de los Arrayanes, el Patio de los Leones, con la dichosa fuentecita -¿desde cuándo es el león un animal relacionado con esta tierra? -criticaban los expertos?; la Sala de las Dos Hermanas, el Mirador de Lindaraja, la sala de los Abencerrajes y las dos reformas de la Puerta del Vino.

 Granada es imposible Patio Leones

¿Una pasta hemos dicho? ¡Un pastón! Una auténtica insensatez. Una locura. Es que ni en la época del Califato de Córdoba, oiga. ¡Dónde va a parar! Y es que el tal Mohamed debía estar bastante endiosado, la verdad. Porque vaya palacio que se construyó, el tío, todo lleno de folletaícas.

-Y, encima, sin conexión con la ciudad. ¿Quién se habrá creído que es?

-Dicen que sí está conectada la Alhambra con la ciudad, a través de unos túneles…

-A mí, la verdad, me trae sin cuidado. Lo único que digo es que, con lo que se han gastado en esos Palacios, hubiera yo organizado unos cursos de formación en todo el Al-Andalus, que ríete tú de los listos esos del norte, lindando con los Pirineos…

Jesús Lens

Firma Twitter