LAS MUJERES MÁS BELLAS DEL MUNDO

Dejo este estupendo artículo de Manuel Villar Raso, publicado el sábado en la sección de Opinión de IDEAL, que complementa a la perfección mi columna del pasado viernes «La mirada de África».        

 

A las mujeres más bellas del mundo las he visto en Dákar y a las orillas del río Níger, en Ségou, una de las ciudades más míseras del planeta, pero también en la exposición que hay montada en la sala de CajaGRANADA en Puerta Real, donde todavía tienen unos días para verla.

En ella, Alicia Núñez ha realizado la mejor exposición que se haya hecho tal vez  en Granada sobre África, o que yo al menos haya visto, a pesar de participar en numerosos viajes por ese continente y colaborar en el montaje de varias exposiciones con nuestra Universidad. Son una cincuentena larga de fotos (casi siempre mujeres), con la piel al desnudo y sin vestidos ni pantalones ni chaquetas, porque si  llevan alguna ropa encima parece rota a jirones. Tampoco llevan zapatos, creo, pero lo que deslumbra al espectador es la luz de sus ojos, a los que uno no se les puede enfrentar sin responder y sin quedar deslumbrado. Hay en ellas grandeza y mucha miseria. Es cierto que la miseria  ya está instalada en nuestras ciudades y en nuestras calles; pero, a diferencia de los ojos de nuestros pobres, la luz que emanan los rostros de Alicia seduce, encogen el ánimo y hacen sangrar. Son rostros que no ven, como animales sin ojos, pero que trenzan historias, convertidas en enfermedades, ya que África, como el barrio Mumbai de la película, Slumdog Millionaire, es la cuneta de la miseria.

En cierta ocasión, intenté escribir una novela sobre las mujeres que había visto en mis correrías africanas y la dejé a medio acabar; en parte porque  me daba la impresión de que sus vidas me parecían tan inverosímiles que no podría describirlas tal como eran y, en parte, porque yo no era como ellas y no podría hacerlo. Los músculos de los dedos se me agarrotaban. Quería presentarlas como lo ha hecho Alicia, sin especular, sin opinar, sin filosofar sobre sus vidas y de una manera pulcra y sencilla, como hacen siempre los grandes escritores, Hemingway o mi admirado Kapucinski y, al no poder hacerlo, la dejé. Alicia en cambio, sin recurrir a rellenos de paisajes ni a escenarios grandilocuentes y, centrándose tan sólo en sus ojos, hace todo esto de una manera precisa y con tal naturalidad que me fui de la exposición con la cabeza gacha y no sé todavía cómo me atrevo a escribir sobre ella.

El África de Alicia es tan fantástica que, creo, debería trabajar para las mejores revistas de fotografía de París o Nueva York y, de ahí, que les anime a  que no se la pierdan si quieren saber lo que es una fotógrafa de verdad y lo que es África, un continente grandioso, un océano inmenso, un planeta aparte, con la mayor explosión de belleza y luz, que ella saca de una sencilla cámara, con la que se adentra en el fondo perturbador de unos ojos africanos, en sus rostros y rasgos físicos, como si no formaran parte de un mundo que es el nuestro; pero que es real. Nunca me ha entusiasmado la fotografía, pero creo que el arte es contar cómo te sientes y así es cómo ha trabajado Alicia en África, dejándonos  a solas y en silencio con sus personajes, en una dimensión que no es la nuestra y entusiasma; porque se trata de una artista maravillosa, de una depredadora visceral que, con tan sólo la herramienta de su cámara, nos habla de calamidades naturales, de gentes que no tienen hospitales, ni nada que ver con nosotros, con el mundo en general, como si su vida no tuviera sentido o no hubiera vida para ellos. Por unas cosas  o por otras, Alicia Núñez crea unos personajes, que no pertenecen al mundo en el que nos hallamos, bien porque  su existencia sea fantasmal o porque en él no haya vida para ellos y sí para nosotros.

Nos miran de frente, buscan nuestros ojos y nos obligan a mirarlos,  pidiendo que les demos paso como diciéndonos que están vivos y son  reales, como pidiéndonos que los redimamos del hambre, de la sed, del sarampión, de los piojos, de la sífilis, de la poliomielitis, y les ayudemos a escapar de la condición infernal en la que viven, pero sin echarles en cara el estar vivos y en nuestro mundo. Y todo ello contado con sencillez, de forma  precisa y de una manera sencilla e, irónicamente, sin ambiciones formales, pero invitándonos a participar en verdades complejas, que dicen mucho sobre nosotros mismos y sobre el mérito de una autora tan sensible a la condición humana. Vean la exposición y luego compren su pulcro catálogo y completarán un recuerdo imborrable.

LA MIRADA DE ÁFRICA

La columna de hoy viernes de IDEAL, dedicada a mis compañeros de viaje, los que ya hemos hecho y los muchos que están por hacer. Va por ustedes, lobos y aldeanos, los veteranos y los nuevos.

 

Ha querido la casualidad que estos días coincidan, abiertas al público, dos exposiciones fotográficas de temática parecida: una mirada hacia y desde África. Y en ambas he tenido participación, de forma más o menos directa, al haber estado en varios de los viajes en que se hicieron las fotografías.

 

Una es la de Alicia Núñez, que está siendo todo un éxito y que se puede visitar en el Centro Cultural Puerta Real de CajaGRANADA. De ella, aunque haya otras fotos más espectaculares, me quedo con las realizadas en Etiopía y Tanzania. Sobre todo, con la de Toro y otras dos niñas Hammer que, para mí, representan el futuro de África, la ilusión y la esperanza, pero también el miedo y la incertidumbre.

 

La exposición de Alicia, que ya ha sido visitada por miles de personas, es de una calidad técnica impecable y muestra una mirada limpia hacia los rostros de los habitantes del continente más pobre de la tierra.

 

La otra exposición, «De Dakar a Saint Louis», colectiva, está conformada por las imágenes que un grupo de viajeros tomamos a lo largo de nuestro periplo por Senegal. Fotografías de unos aficionados que, sin más pretensión que la de mostrar lo que íbamos viendo en nuestro viaje, se pueden visitar en la acogedora calidez de La Tertulia, ese impagable e imprescindible garito de la calle López Mezquita tan cargado de historia y simbología, auténtico dinamizador cultural de nuestra ciudad.

 

Cuando buscaba un título para esta columna, una palabra era obligatoria: mirada. Porque el común denominador de estas dos exposiciones es precisamente ése, el de la mirada. Una mirada en dos sentidos y dos direcciones. La primera, por supuesto, es la mirada del fotógrafo hacia África, sus paisajes, sus curiosidades, su especial idiosincrasia, su colorido. Es una mirada descubridora y sorpresiva de una realidad que, estando ahí al lado, nos resulta abismalmente ajena.

 

Pero hay otra mirada, más profunda e intensa: la que las personas retratadas devuelven al espectador. Son miradas que hablan, que cuentan cosas. Son miradas que, si bien te cautivan, también provocan que te hagas preguntas y te cuestiones algunas teóricas certezas.

 

Y ahí es donde radica el auténtico interés de una exposición como ésta: en el cariño con que los viajeros intentamos captar las vidas cotidianas de algunas de las personas con las que nos cruzamos en esos caminos perdidos de África que glosara Javier Reverte. Voluntariosos y aficionados intentos de mostrar estampas que nos hablan de un África dura, pero también alegre y esperanzadora, luminosa, optimista.

 

Si tienen un rato, déjense caer por La Tertulia y, tomando un café, una cerveza o una infusión, sumérjanse tranquilamente en la voluntariosa ruta que, uniendo Dakar y Saint Louis, pretende acercarnos a un país tan hermoso como Senegal, a sus paisajes, a sus mercados y, sobre todo, a sus gentes.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.       

AVISOS ENTRE LO IMPORTANTE Y LO INTERESANTE

El primero: aplazamos el Encuentro Africano en la Tertulia al sábado 28-F ya que dos de los viajeros no se incorporan a Granada hasta ese día.

 

El momento: las 19.30 horas.

 

El lugar: La Tertulia. C/Pintor López Mezquita de Granada.

 

Sentimos este cambio. Por favor, cambien las agendas.

 

Confirmamos que, además de las fotos, tendremos el privilegio de ver tres cortometrajes de Said Messari, con África y la inmigración como protagonistas.

 

 

Segundo aviso: El 23-F está siendo retransmitido, en tiempo real, a través de Twitter (http://twitter.com/23f)

 

¿Cómo se habría contado a través de esa herramienta? Un experimento de lo más curioso. Síganlo.

 

Lo más reciente: «20:15 También son sacados del salón de sesiones Alfonso Guerra, Santiago Carrillo, y luego el ministro de Defensa, Agustín Rodríguez Sahagún«

 

 

Tercer Aviso: Saben que este Blog forma parte de una comunidad: Granadablogs (http://www.granadablogs.com/) Echen un vistazo a la nómina de Bitácoras que la integran; deportivas, culturales, políticas… un lujo que IDEAL pone a disposición del ciberespacio, además, desde su web principal (http://www.ideal.es/granada/)  

 

La de Granadablogs es una página dinámica, en que las Bitácoras recién actualizadas se van poniendo en cabeza, para que los usuarios sepamos qué es lo más nuevo.

 

No dejen de seguirlas. Un lujo.

 

 

Cuarto (y último) aviso: Háganse Fans de la página de IDEAL en Facebook (http://www.facebook.com/home.php#/pages/Ideales/64258697112?ref=share) Información fresca y actualizada a golpe de click.

 

Jesús Lens, avisón.

DE DAKAR A SAINT LOUIS

Pero con parada en Granada.

 

Aviso para navegantes.

 

El próximo viernes tienen todos ustedes una cita con un trocito de África. En La Tertulia, C/ Pintor López Mezquita. Granada.

 

El viernes 27 de febrero a las 21 horas.

 

¿La conocen?

 

Allí nos veremos para inaugurar en Granada la exposición colectiva de fotografía que, sobre nuestro viaje a Senegal, ya presentamos en el Festival de Teatro Tres Continentes de Agüimes.

 

Además, nuestro querido y reverenciado amigo Antonio Lozano, gran escritor y mejor persona, nos pondrá al día de cómo van las cosas en el Caso Sankara y nos hablará de sus dos últimas novelas, una protagonizada por un iraquí y otras… bueno, él lo contará.

 

Pero, además, el artista Said Messari presentará dos de sus cortometrajes.

 

Pronto contaremos más cosas de esta cita.

 

Pero lo importante es que reserven en su agenda, libre y subrayada el rojo, la noche del viernes 27 de Febrero.

 

Nos vemos.

 

Jesús Lens… que pasará lista 😉

 

El Jueves 26, a las 20 horas, en el Salón de Grados de la Facultad de Traducción e Interpretación (C/ Buensuceso, 11 de Granada) tendremos también una buena ocasión de hablar de libros. En este caso, la presentación del libro «Viaje a la transparencia. Obra poética completa» del Nobel de Literatura Nelly Sachs, a través de los traductores e intelectuales José Luis Reina Palazón, Antonio Sánchez Trigueros y Wenceslao Carlos Lozano.  

RAMATA

Las primeras ciento cuatro páginas de la novela «Ramata», del escritor senegalés Abasse Ndione son, posiblemente, de lo mejor que he leído, en género negro y criminal, en mucho tiempo.

 

Toda la esencia del género está condensada en ese exquisito puñado de páginas que, aconteciendo en un país africano como es Senegal, lo mismo podrían haberse desarrollado en Los Ángeles, en Madrid o en Tokio. Porque la corrupción y las miserias humanas que cuentan, la cruda violencia, la traición, el engaño… son males y lacras universales que conocen no fronteras.

 

Lo que pasa es que «Ramata» tiene 346 páginas. Y, ojo, no quiero decir que las doscientas y pico restantes sean malas. Ni mucho menos. Pero no están a la altura de las primeras cien. Y, al final, eso acaba pesando en una novela que, por lo demás, es sensacional, con personajes desaforados, más grandes que la vida, encabezados por esa Ramata que da nombre a la novela.

 

¿Quién es Ramata? De ahí parte la trama de la novela. Una conversación en un bar. Charla de borrachos. ¿Seguro? Quizá. A fin de cuentas, ya sabemos que sólo los borrachos y los niños dicen las verdades del barquero. Esas verdades difíciles de admitir, duras e hirientes.

 

«Ramata» cuenta la historia de un país, Senegal, fracturado, que se desangra por culpa de unas desigualdades sociales abismales en que unos pocos, muy pocos, son apestosamente ricos mientras que una inmensa mayoría es escandalosamente pobre. Y el autor no evita criticar todos los estratos de una sociedad corrupta que permite que ello ocurra así, desde el papel de unas élites cuya responsabilidad y dejadez es manifiesta en el mantenimiento del statu quo, a los funcionarios corruptos, militares brutotes, periodistas timoratos y a una ciudadanía dejada y abandonada a la molicie, el sexo fácil y el alcoholismo.

 

Vamos que Ndione no deja títere con cabeza en una novela que sirve para conocer los entresijos del Senegal mejor y con mayor profundidad que si lees cualquier tratado de historia o texto sociológico al uso. Y ello utilizando las herramientas propias del género más negro y criminal, por supuesto.

 

Enhorabuena a Ndione por su valentía al escribir este texto incendiario y a Roca Editorial por ponerlo al alcance de los lectores en español.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.