¿Por qué ahora?

Mientras que la celebración del 1 de mayo apenas convocó a un millar de fieles, las calles de Granada fueron tomadas, ayer, por más de 5.000 manifestantes que, organizados a través de las Redes Sociales, exigen cambios. Una noticia que ha pillado por sorpresa a los de siempre. Y que nos llena de orgullo. Quizá empiece a ser la respuesta a la última pregunta que planteamos, hoy, en este artículo que publicamos en IDEAL, con el que no sé si estaréis muy de acuerdo…

La lista de los libros más vendidos de no ficción está copada por los panfletos que, en su versión original francesa y en su adaptación a la realidad española, instan a los jóvenes a reaccionar, indignarse y decir “hasta aquí hemos llegado”.

Lo primero que llama la atención es que dichos llamamientos a la acción vengan de parte de venerables ancianos, octogenarios, como Stephan Hessel o José Luis Sampedro. Pero ¿qué esperábamos? ¿Qué fueran los Ni-Ni (esos jóvenes que no tienen ni estudios ni trabajo) quiénes llamaran a la rebelión?

Y ahí radica el quid de la cuestión. Estando de acuerdo con el análisis de los dos autores y con el diagnóstico tan grave y pesimista que hacen de la actual coyuntura europea, me pregunto: ¿por qué ahora? Es decir, ahora es buen momento, claro. Millones de parados, falta de expectativas, empobrecimiento generalizado… de acuerdo. Ante una situación como ésta, un mensaje altisonante e incendiario es fácil que llegue a la gente. Pero, ¿por qué no se instó a la rebelión y a la toma de conciencia hace años, en la época de las falsas vacas gordas o edad de la gamba de plata a punto de pudrirse y echarse a perder?

¿Por qué no se indignó nadie cuando toda una generación de alumnos dejó las aulas, en muchos casos sin haber obtenido el graduado escolar, para subirse al andamio y ganar un pastizal que, a la vuelta del tiempo, se ha convertido en una losa insalvable? ¿Por qué nadie publicaba manifiestos cuando quiénes queríamos comprar una vivienda, para vivir, teníamos que pagar un sobrecoste brutal para satisfacer a tanto especulador que ahora va llorando por las esquinas?

¿Dónde estaban los panfletos criticando un modelo productivo basado, exclusivamente, en el cemento, el urbanismo desbocado, la construcción y las obras públicas faraónicas y descomunales? Y en el turismo. ¡Menos mal! ¿Dónde estaban los panfletos animando a los jóvenes a formarse y a protagonizar ese cambio de modelo productivo que nadie sabe en qué consiste?

Es fácil, cuando todo está peor que mal, clamar, gritar y patalear. Y llamar a la acción, claro. Lo difícil es que una sociedad narcotizada, una sociedad basada en el pelotazo y el enriquecimiento con pies de barro, una sociedad acostumbrada a cabalgar a lomos de la ley del mínimo esfuerzo, ahora, vaya a reaccionar.

En realidad, ¿quiénes estamos leyendo las obras de Hessel y Sampedro, en España? Y esa lectura, ¿qué efectos tiene? Porque aquí, el puto amo de la indignación es Mourinho y a buena parte de la generación Ni-Ni, lo que en realidad le interesa es el trato de favor de los árbitros al Barcelona. Como a buena parte de la sociedad con estudios y con trabajo, por otra parte.

Sí. Indignarse está bien. Muy bien. Pero la pregunta sigue siendo: ¿Y ahora, qué?

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

PD.- ¡Qué me gustaría que, a la vista de esta portada de IDEAL, este artículo ya estuviera desfasado…!