Salvarnos en la Navidad

Ayer, ordenando papeles, me encontré un IDEAL cuyo gran titular ocupaba toda la portada: “Récord de positivos en Granada y el peor dato de fallecidos desde el 7 de mayo”. ¿Saben de cuándo era? Del sábado 26 de septiembre.

Conviene recordar estas cosas ahora que nos intentan vender la moto de que en Granada todo iba bien —ya saben: Granada es un destino seguro— hasta el puente del Pilar, que fue cuando todo se torció. Es importante tener esos datos en cuenta, también, de cara a contextualizar esa campaña que se ha dado en llamar Salvar la Navidad, cálida y dickensiana denominación infinitamente más enternecedora que el frío y capitalista Salvar la Economía.

En necesario que los comités de sabios, las comisiones de expertos y las autoridades competentes al mando de las operaciones pandémicas —de haberlas— analicen bien el caso de Granada y su nefasta operación Salvar el Puente. La manida frase ‘como si no hubiera un mañana’ nunca tuvo tanto predicamento: hacer caja durante cuatro días locos para, semanas después, tenerlo que cerrar todo a cal y canto. ¡Qué gran negocio!

No existe la disyuntiva entre salud o economía. Granada es la prueba de que, en cuento nos olvidamos mínimamente de la salud en unas circunstancias tan complicadas como las que estamos viviendo, miles de personas infectadas y decenas de muertos conllevan el colapso de la economía. Otra vez.

Son muchas las cosas que se pudieron, que se debieron haber hecho antes. Llegados a este punto y encarando el final de noviembre, ya no aplican. De cara al puente de la Inmaculada Constitución y la Navidad, la única campaña posible es la de salvarnos a nosotros mismos para salvar a los demás. Y, de paso, a la famosa economía. Sin embargo, por lo que le oímos ayer domingo al presidente de la Junta de Andalucía, perdónenme que me tema lo peor y que, si se abre diciembre a la movilidad sin control, nos enfrentemos en enero a una tercera ola.

Olvidemos los desplazamientos, las fiestas presenciales, las comidas/cenas de empresa y las reuniones familiares. Pero no nos resignemos. Varias tiendas y restaurantes granadinos están preparando ricas cestas y sabrosas opciones gastronómicas para mantenernos unidos a través de la comida y la bebida. Cada uno en su casa y Zoom en la de todos. Seamos imaginativos y cambiemos el paso. Nada de melancolías y depresiones.

¿Y la economía? Reforcémosla comprando en las tiendas de nuestro barrio, nuestro pueblo y nuestra ciudad. Buscando productos de cercanía, made in Granada y Andalucía. Adquiriendo ropa, zapatos y zapatillas hechos en España. Regalando libros, tebeos, discos y películas de gente de aquí. El apoyo mutuo de los socialistas utópicos de antaño, pero en versión Capitalismo 20.20.

Jesús Lens