Incomunicado

Cuando por razones de trabajo, estilo de vida, gustos y aficiones tienes que pasar casi las 24 del día on line, hablando, leyendo, escuchando, escribiendo, comentando, convenciendo, disuadiendo, discutiendo, tratando, consiguiendo, presentando y otros varios –andos y –endos que dejo a tu fértil imaginación; llega un momento en que tienes que parar.

Es así de sencillo.

Pero necesario.

Por eso, para este micropuente no concerté ninguna actividad, cita o encuentro. No compré entrada para ningún espectáculo (y eso que ha venido El Brujo con su “Odisea”) ni quedé con nadie para hacer cualquier cosa.

 Incomunicado el Brujo

El jueves por la tarde estaba tan, tan, tan hecho cisco y con tanto sueño acumulado que me metí en la cama a leer a las 4 de la tarde y solo salí, tras haber descabezado un par de sueños, para cenar y ver una película. Tumbado en el sofá. Antes de volver a la cama.

Y el resto del fin de semana, más o menos igual. Solo que saliendo a correr. Meta para noviembre: correr 250 kilómetros. Que no sé si es mucho, es poco o es regular. Pero que salen a unos 60 kilómetros semanales.

Me levanto, veo a mi quiosquero, Paquito, y me tomo los dos cafés con mi tostada en el Madero. Me despido, compro el pan y… ¡hasta mañana!

Que sí. Que están el Facebook, el Twitter, el Güasap; pero que no es lo mismo.

Veo un partidillo de la NBA, grabado, de la madrugada anterior, saltando los tiempos muertos y tal y miro cómo va mi equipo de la Fantasy. Por cierto, ¿tienes equipo? Que hemos hecho una Liga Privada, en la plataforma de NBA Plus. “Collejas”, se llama. Si quieres unirte, pídeme la clave. Pero te advierto que el nivel es… bueno. Como nuestro nivel jugando al baloncesto: cachondo. Muy cachondo. Con decir que uno de mis bases se llama Fournier y uno de mis pívots titulares lleva -3 puntos de valoración…

 Incomunicado Fantasy

En enlace, por si te gusta esa Gamificación del NBA, aquí.

Leo la prensa, claro. Por trabajo, por gusto, por obligación, por afición. Aprovecho para estudiar con detenimiento esos reportajes largos para los que nunca hay tiempo; las revistas, los Especiales y, sobre todo, los recortes que he ido haciendo estas semanas, que ya se acumulan, por falta de tiempo. Y aprovecho para tomar notas con ideas y bosquejos para futuros artículos, columnas o proyectos.

Veo una película. O dos. O tres. O alguna serie. Y leo. Y escribo. Y escucho música. Me pongo al día con reseñas de libros pendientes, algunos leídos en verano. Y avanzo con un par de proyectos que tengo entre manos. Repaso los suplementos culturales de estas semanas y trato de ordenar libros.

Me digo: “Esta tarde voy al cine”. Pero luego no me apetece salir. La vuelta del verano ha sido movida y me espera un noviembre brutal. Así que, como los osos; hiberno.

Y sigo leyendo. Y escuchando jazz. Y viendo otra película. Y escribiendo algún artículo. Y mirando las estadísticas de determinados jugadores de la NBA. Y organizado ideas, mails y archivos para uno de los proyectos. Y empezando a escribir para el otro. Y repasando las webs de referencia.

 Incomunicado Round

O sea: lo de siempre. Pero a mi aire. Yo me marco los ritmos y los horarios. Yo soy yo y mi pereza. De hecho, es mi espalda la que, cansada, me pide salir a correr o cambiar el sofá por el sillón del despacho. Y colocar y ordenar los libros que voy leyendo y reseñando. Y buscar los que voy a necesitar en los próximos meses.

Y así van pasando las horas. Las mañanas, las tardes y las noches. Además, aprovecho para comer poco. Y beber mucho. Mucha. Agua. A litros. ¡Adelgazo y todo!

En fin.

Que estamos en noviembre. Que llevo recorridos los primeros 26 kilómetros de los 250 propuestos. Que este es el mes del jazz. Que el lunes me arrepentiré de no haber visto a El Brujo y que la próxima Alhambra Especial que me tome me sabrá a gloria.

 Incomunicado corre

Que es sábado. Noche. Y que aquí, sin parar y haciendo todas esas cosas que tanto me gustan y para las que, a veces, es imposible sacar un minuto a la semana… ¡seguimos!

Jesús Lens, (In)comunicado

En Twitter: @Jesus_Lens

Esprintando a meta

Tras hablar de Filípides (aquí) y de Garra de Jaguar, del último mohicano y del extraño, aquí

Es obligatorio hablar, por supuesto, de “La soledad del corredor de fondo”, dirigida por Tony Richardon, basada en la novela de Allan Sillitoe, quien también escribió el guion de una de las películas fundacionales del Free Cinema, equivalente inglés a la Nouvelle Vague, protagonizado por jóvenes airados y contestatarios que despreciaban a la sociedad de su tiempo. Una sociedad que los marginaba y les daba de lado. Que los ninguneaba, al no ofrecerles oportunidad alguna.

 Gente que corre soledad

Colin Smith es uno de esos jóvenes proletarios a los que un robo en una panadería conduce a un reformatorio. Allí será donde empiece a correr, como fórmula para huir de la realidad que le rodea. Y, sin embargo, precisamente por sus extraordinarias cualidades atléticas, irá consiguiendo beneficios y privilegios dentro del esquema de una institución represiva que refleja la estructura de la sociedad a la que odia y a la que se quiere enfrentar.

Así, a lo largo de sus largas carreras, Colin cobrará conciencia de que, lo que al principio era un acto de rebeldía y le permitía escapar de todo lo que no le gustaba del mundo en que vivía; se había convertido en justo lo contrario. De ahí que se vea obligado a tomar una decisión: seguir corriendo… o parar.

 Gente que corre soledad corredor

Una decisión que el protagonista de “La presa desnuda”, sin embargo, no podría siquiera considerar. Porque, si deja de correr, está muerto. Tan crudo como eso. Tan sencillo, a la vez. Correr para, literalmente, salvar la vida. Y es que estamos ante una de las películas más sorprendentes, desconocidas y excitantes de la historia del cine filmado en África.

Dirigida e interpretada por Cornell Wilde, “La presa desnuda” cuenta cómo el guía blanco de un safari en África es sometido por una belicosa tribu a la llamada “Prueba del León”: completamente desnudo y desarmado, el hombre es conducido a campo abierto por un grupo de nativos. Uno de ellos coge su arco y lanza una flecha, obligando al hombre a correr, descalzo, en la misma dirección. Los nativos lo ven marchar. Y esperan. Están nerviosos y excitados. El hombre trota despacio… hasta llegar al lugar en que la flecha se clavó en la tierra. En ese momento, uno de los nativos echa a correr en su persecución, desaforadamente. Y, tras un lapso de tiempo relativamente corto, sale el segundo de los guerreros. Un poco después, parte el tercero. La cacería del hombre ha comenzado.

 Gente que corre presa desnuda

Lo más curioso de esta historia es que está radicalmente basada en hechos reales, solo que los protagonistas fueron otros muy distintos: John Colter era un trampero norteamericano que, a principios del siglo XIX, fue capturado y hecho prisionero por una tribu de indios, los Pies Negros. Tras desnudarlo, dejaron a Colter que corriera aproximadamente cien metros antes de que los guerreros de la tribu empezaran a perseguirle.

El trampero avanzaba desaforadamente cuando advirtió que uno de los indios corría más rápido que el resto y, habiéndose adelantado, lo perseguía en solitario. Colter lo esperó y se enfrentó a él, consiguiendo matarle y arrebatarle su lanza, con la que pudo enfrentar no solo al resto de perseguidores, sino a las fieras y animales que se encontró en su camino, arreglándoselas para cazar y pescar… y sobrevivir. Fueron once días de huida y persecución, de supervivencia en la naturaleza, hasta que el fugitivo consiguió llegar al fuerte Jefferson, pasando su épica escapada a formar parte de la historia. Y de la leyenda.

Y así lo cuenta Wilde, aunque en África. Una persecución sin cuartel. La lucha por la vida y la supervivencia en la que, además de enfrentarse a sus perseguidores, el hombre que escapa habrá de burlar a las fieras de la sabana africana, a los terribles insectos y a las serpientes que lo acosan cuando trata de dormir por las noches. Hacer frente al hambre y a la sed. Soportar el extremo agotamiento.

 Gente que corre wilde

La película, en la que apenas hay diálogo, basa su banda sonora en los sonidos de la selva y en el ritmo de las percusiones, que se adaptan a la cadencia con la que se mueven los personajes. Cuando el fugitivo avanza lentamente, el ritmo de la música es suave y pausado. Cuando vemos a sus perseguidores corriendo a toda velocidad, la música de los tambores es más potente y enérgica.

Una película extraña, rodada íntegramente en exteriores, sin apenas diálogo, de una exigencia física sin parangón, sin extras, sin efectos digitales, sin retoques… Un filme duro, violento y cruel; como tantas veces es la vida. “La presa desnuda” es una rara avis cinematográfica a partir de la que se rodaron otras cintas como “El malvado Zaroff” o “Blanco humano”, con la caza del hombre como tema principal.

 La presa desnuda

Pero, como si estuviéramos haciendo un recorrido circular, vamos a volver al principio. A la guerra. Y lo hacemos a través de “Gallipoli”, la película australiana de 1981 que, dirigida por Peter Weir, nos muestra a un jovencísimo Mel Gibson, al que recuperamos en sus veleidades atléticas y corredoras.

Porque en la película interpreta a Frank, un corredor de piernas ágiles que traba amistad con Archie, un joven atleta loco por alistarse en el ejército que luchaba en la I Guerra Mundial y que, a pesar de no tener la edad reglamentaria, se enfrenta a su tío Wallace, su entrenador, cuya obsesión era convertirlo en atleta profesional.

 Gente que corre australia

Tras varias aventuras y desventuras en las que están a punto de morir, los dos amigos se encuentran en la península que da título a la película, prestos a participar en una batalla contra los turcos que, en realidad tenía todas las trazas de ir a ser una carnicería: los británicos reciben la orden de avanzar con la bayoneta calada, pero sin disparar. Los turcos, capitaneados por el mismísimo Ataturk, empiezan a hacer uso de sus ametralladoras, masacrando a las primeras avanzadillas australianas.

En ese punto, sus superiores envían a Frank para pedir nuevas instrucciones, dado el giro de los acontecimientos. Efectivamente, el coronel decide cambiarlas. Frank corre, de vuelta, para transmitirlas. Entonces, la pantalla nos muestra a su amigo, a Archie, presto a abandonar las trincheras y avanzar, mientras repite las palabras que su tío Jack siempre le espetaba cuando iba a salir a correr : “¿Qué son tus piernas? Muelles de acero. ¿Y qué van a hacer? Llevarme a toda velocidad. ¿A qué velocidad puedes correr? A la de un leopardo. ¿Y a qué velocidad vas a correr? A la de un leopardo”. Entonces, llega el momento decisivo. El momento de salir. Porque no es lo mismo echar que salir a correr.

 Gente que corre gallipoli

Llegados a este punto, ¿cómo no recordar a Filípides, camino de Atenas, cuando vemos a Mel Gibson desviviéndose por llegar a tiempo de salvar la vida de cientos, de miles de británicos? Cuenta la leyenda que, el guerrero griego, cuando llegó a la metrópoli, solo pudo pronunciar la siguiente palabra, antes de expirar: Nenikékamen. Hemos vencido. Una palabra, una carrera; que evitaron la masacre de miles de atenienses inocentes.

 Gente que corre Maraton

Y justamente así es como se siente, vivo y vencedor; todo el que se calza unas zapatillas, se ajusta los cordones y sale a correr. ¡Nenikékamen!

Jesús Lens

Twitter: @Jesus_Lens

Sigue corriendo

Así terminábamos la entrada de ayer, sobre películas en las que la gente corre, cuya primera parte puedes leer AQUÍ:

¿Se imagina el lector que Garra de Jaguar le hubiera hecho caso a algún vecino o conocido maya que le dijera algo por el estilo mientras corría bajo la cálida lluvia tropical, tras haber salvado milagrosamente el pellejo, de vuelta a su hogar?

¿Seguimos?

 Gente que corre mayas

Y es que en la América prehispánica se corría mucho, como nos muestra la adrenalínica “Apocalypto”, de Mel Gibson. Se corría por la jungla, para cazar un gran marrano que llevarse a la lumbre y con el que alimentar a toda la comunidad. Pero, sobre todo, el protagonista corría para llegar a tiempo de salvar la vida de su mujer, embarazadísima, a la que había escondido en un pozo para huir de la terrible razzia llevada a cabo por una tribu rival, amante de los sacrificios de sangre. Un pozo que, con las lluvias, siempre se inundaba. Y allí iba el protagonista, dejándose los hígados, en una carrera contra el tiempo. El tiempo que se le acababa a su familia. Una hermosa metáfora del tiempo que se escapaba a todos los mayas (y a los incas, los aztecas, los patagones, etcétera), no en vano, los españoles estaban a punto de “descubrir” América… Pero esa es otra historia.

Señala Gibson: “Quería hacer una película de acción y aventuras vertiginosa, con una persecución de por medio, cuya historia nunca dejara de sorprender… Desde el primer minuto, casi todo lo que ves en pantalla está en movimiento. En cada encuadre, la cámara no deja de moverse y siempre hay alguien en movimiento dentro de esa toma”.

 Apocalypto 2007 Real : Mel Gibson Rudy Youngblood COLLECTION CHRISTOPHEL

Y es que, como señala la directora de casting: “Los actores tenían que estar en óptimas condiciones físicas, con cuerpos de atleta o de bailarín, además de contar con mucho dinamismo… De hecho, parte de nuestro proceso de casting fue ver cómo los actores podían moverse y correr”. No es de extrañar, pues, que Rudy Youngblood, el actor que dio vida a Garra de Jaguar, sostenga que “el desgaste físico de esta película fue extenuante y algunas de las escenas, como la del salto de la cascada o en la que era perseguido por el jaguar, fueron literalmente cardiacas. Había una adrenalina constante, acción persistente y mucho dolor y miedo, pero Garra de Jaguar es capaz de trascender todo eso. Es parte de quien es”.

 Gente que corre apocalypto

Así se explica la extrema y, a veces, asfixiante sensación de fisicidad que transmite una película que emparenta a Garra de Jaguar con otro nativo americano que no dejaba de correr, esta vez por los frondosos bosques del Norte de América: Nathaniel, interpretado por Daniel Day Lewis en la atractiva y muy bien tratada por el tiempo “El último mohicano”.

Dirigida por Michael Mann, la adaptación cinematográfica de la famosa novela de James Fenimore Cooper nos muestra a un pueblo que hacía del correr su medio de transporte habitual… por tierra. Que el manejo de las canoas también era importante. Sin embargo, para buena parte de los espectadores que hayan visto en pantalla grande “El último mohicano”, la imagen de Day Lewis corriendo y disparando su rifle en carrera, es de las que no se olvidan. Lo que no es de extrañar, teniendo en cuenta que, para preparar su personaje, el meticuloso actor no solo ganó diez kilos de músculo y aprendió el arte de la pesca, la mejor técnica para despellejar animales o a construir canoas; sino que, durante el rodaje, siempre se hacía acompañar por ese rifle que aprendió a cargar y disparar mientras no dejaba de correr.

 Gente que corre day lewis

Correr, correr, correr sin parar. Una acción aparentemente sencilla a la que el virtuosismo de Mann saca todo el partido posible, dando una maravillosa plasticidad a las imágenes. Además, a la belleza de la fotografía hay que sumar el uso de una banda sonora prodigiosa, de Trevor Jones, que forma parte de las mejores selecciones de música para el cine que se puedan escuchar.

 Gente que corre mohicano

En el cine, como en la literatura y, claro, en la vida; correr también es una metáfora. Por ejemplo, Orson Welles utiliza las persecuciones atléticas entre escolares para anticipar otra persecución: la de los nazis que escaparon de la Alemania hitleriana y se camuflaron en apacibles escuelas de Nueva Inglaterra. Una de sus películas menos conocidas, “El extraño”, muestra a unos alumnos que corren libremente por los bosques que circundan la escuela, mientras van dejando tiras de papel tras de sí. El resto de compañeros han de perseguirlos hasta darles caza. El juego se llama el Zorro y los estudiantes disfrutan practicándolo, para regocijo del director de la escuela, interpretado por el propio Welles, que no tardará en verse convertido, él mismo, en el zorro perseguido por un investigador meticuloso e incansable, al que dio vida Edward G. Robinson

 Gente que corre el extraño

Continuará. Y lo hace. Justo AQUÍ

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

Gran Premio de Fondo de Diputación Armilla 2013

Cambio de recorrido. Solo una vuelta, que fueron unos 9 kilómetros. ¿Mejor que el anterior? AQUÍ, la reseña del año pasado y un buen debate que organizamos

Para mí, sí. No me gusta eso de tener que dar dos vueltas al mismo circuito, aunque haya sido necesario meternos en un polígono industrial un tanto siniestro, en domingo. ¿Será por eso que a tantos corredores nos ha dado amago de flato al pasar por allí? Pero bien por la gente de Diputación, que no deja de trabajar por mejorar las cosas y hacer cada carrera mejor que la anterior.

Hoy hacía frío. Y viento. Pero éramos unos mil quinientos chiflados en la línea de salida. Ese récord de participación supone que el arranque de la carrera tenga que ser necesariamente atropellado y complicado. Sobre todo, si mi hermano y yo nos situamos casi al final del pelotón.

Y si, encima, me encierro a mí mismo en el carril bici, más blindado que Fort Knox… En fin. Daba igual. Tampoco quería forzar la costilla. Aunque luego…

¡Luego me salieron varios kilómetros en el entorno de los 4,30-4,40 minutos, lo que está muy bien, para lo chungamente que he estado entrenando estos días!

100 metros más y no llego, me dice Augusto, autor de la foto
100 metros más y no llego, me dice Augusto, autor de la foto

Al terminar, saludo a algunos amigos y salimos a escape. Y es que, tras el suculento y exquisito, privilegiado y lujoso menú nocturno desgustado el sábado en Chez Hoces (dos tipos de tortilla de patatas, jamón, ensaladilla de pimientos, dos tipos de pastela moruna y taco de atún con mermelada de tomate caramelizado y sésamo; pespunteado con un tiramisú y mojitos varios) no tenía ganas ni de tomar una cerveza.

Sí me quedé desconcertado con la Bolsa del Corredor, que no depende de Diputación, ya que la camiseta de talla única, la M, para un mostrenco como yo, es una ridiculez. Y me estaba quedando helado.

Así que, tiramos millas para recoger a Mamen y las niñas y disfrutar del resto del domingo, cogiendo aceitunas. Me gusta eso de convertir el fruto que está en el árbol en aceite que nos llevamos, por la tarde, de la almazara. Toda una lección para Julia y Carmela… ¡y para nosotros los mayores, qué demonios!

No suelo quedarme a las entregas de trofeos. Ni siquiera la posibilidad de llevarme un jamón en un sorteo hace soportable aguantar una hora a pie firme, entre pitos y flautas. Prefiero irme a un bar y pedir una buena Alhambra Especial, helada, con su tapa.

Me dicen que la cantidad de cerveza gratis, en meta, cada vez es más exigua. Lo ignoro. Es posible. Yo reconozco que prefiero una buena organización, generosa hidratación durante recorrido, buena señalización y atención médica que todo lo referente a la Post-Carrera. Máxime cuando se ve a gente que no ha corrido bebiendo cerveza por el morro o, en algunos lugares, ocupando los pocos bancos o asientos en que los atletas pueden descansar al llegar, en algunos casos, deshidratados, doloridos y muy perjudicados.

A medida que esto de correr se va popularizando y somos más la gente que participamos en el Circuito de Fondo de Diputación, más generosos y comprensivos tenemos que ser, unos y otros. Señores que no corren: ¡no consuman la bebida de quiénes nos dejamos la piel en el asfalto! Un poquito de decoro, por favor.

Señores que vamos a rodar medio lentos: ¡pongámonos a mitad de pelotón y no demos codazos por situarnos al principio, para terminar rebasados por cientos de corredores, a los que estorbamos y molestamos! Y quiénes piensen ir muy lentos, pues sitúense al final de la partida. Que no pasa nada.

Una llegada aglomerada
Una llegada aglomerada

Y señores de los ayuntamientos: gracias por su contribución y apoyo al Circuito. Pero échele un poquillo de cariño a las Bolsas del Corredor. A fin de cuentas, ahí va la imagen de su localidad. Ya que hacen el esfuerzo de cortar las calles, de poner la policía local a disposición de la organización, de buscar voluntarios… no escatimen con una camiseta que, después, podremos lucir con orgullo por esos caminos, en nuestros entrenamientos. Además de evitar que nos quedemos pajaritos en la meta.

Es cierto que estamos en tiempos de estrechez. Pero los corredores también contribuimos, estos domingos, a darle vidilla a los bares, cafeterías y hoteles de sus localidades. Y tanto mejor hablaremos de las mismas cuanto mejor nos traten a través de algo tan simbólico como una buena o mala camiseta.

Quid pro quo!

Gracias a todos, comprueba tu clasificación, mira tu entrada en meta a través de IDEAL y haz una portada con tu imagen y… ¡nos vemos en Albolote!

Jesús Lens

A ver los 3 de febrero de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012.

Debate de los lunes: ¡A correr!

Aunque hay malas lenguas por ahí, que dicen perrerías, la verdad es que seguimos vivitos y coleando, después de haber debutado en la edición 2012, la número 25, del Gran Premio de Fondo de la Diputación de Granada, en la carrera que todos los años inaugura la temporada atlética: los diez kilómetros de La Industrial de Armilla. (AQUÍ, fotos de la carrera, dorsales, clasificaciones…)

Me salió una buena carrera. Según el registro oficial, a una media de 4,30 minutos el kilómetro, aunque hay que poner ese dato en cuarentena ya que las mediciones no son muy exactas.

El dato importante, y con eso quiero abrir el Debate de los Lunes, es que después de haber hecho una carrera bastante potable, he entrado el número 520, y de mi categoría, el 93.

¡Y eso que hacía un frío siberiano!

Mañana veremos las clasificaciones, pero eso quiere decir que ha corrido mucha gente. ¡Muchísima! Lo que viene a acreditar lo que ya se pudo percibir en la Media Maratón de Granada, en la que me quedé sin plaza varios días antes de celebrarse: que cada vez corre más gente.

La pregunta es: ¿corre cada vez más gente porque es un deporte sano y por qué la gente se preocupa cada vez más de su salud o, más bien por que es el deporte más barato que hay y, con la crisis, la gente empieza a pasar de gimnasios, pádel y otros deportes que requieren mayores inversiones monetarias?

Unas zapatillas, una camiseta… y kilómetros por delante.

Y punto.

Además, en días como hoy, un deporte eminentemente solitario se convierte en una fiesta y una celebración colectiva. Estuve con mi hermano y con Edu, el Lumbi, una máquina, ese junco, corriendo. Y vimos a tanta y tanta gente que ya tenemos ganas de que llegue la cita de Albolote, en un par de semanas o tres.

Un privilegio, por 30 euros, poder hacer el Circuito de Fondo de Diputación. Para empezar, hoy, además de toda la gente de la organización, volcada, nos hemos llevado dos camisetas técnicas. ¡Y por fin hay XXL que me quedan hasta grandes!

Para empezar.

Pero lo importante del Circuito es el Factor Humano, como en toda actividad que se precie. ¿Cuántos cientos de personas se movilizan, a lo largo del año, para que podamos disfrutar del correr, a lo largo de la decena y media de pruebas de las que consta el Circuito?

Voluntarios, trabajadores de la Diputación, funcionarios… y la buena voluntad de la mayor parte de la gente de los pueblos por los que corremos, que aplaude y, cuando le toca esperar a salir con el coche, mayoritariamente se resigna pacientemente. Siempre hay algún cafre que pita y grita, pero dos problemas tiene: cabrearse… y descabrearse.

Alguna vez he leído a columnistas de referencia, sobre todo madrileños, criticar que las ciudades se vean asaltadas por miríadas de deportistas, los deportistas por las mañanas. Son los menos. Aunque, por desgracia, menos son los que, fuera de las páginas de deportes, hablan sobre el deporte, más allá del fútbol, Mourinho y los árbitros.

Y, sin embargo, esta mañana, Armilla estaba tomada por un ejército multicolor de corredores que han regado con su sudor un recorrido de cinco kilómetros de calles y carreteras del pueblo granadino.

Después fuimos a ver al CeBé Granada, que ha vuelto a dar una lección de pundonor, orgullo, casta, profesionalidad, arrojo y compromiso. Pero esa es otra historia.

Ahora toca hablar de correr.

¿Corres? ¿Se te ha ocurrido correr alguna vez? ¿Piensas que la gente pueda dejar el gimnasio o se cambie de deporte por cuestiones económicas? ¿Qué piensas de que las pruebas de atletismo ocupen pueblos y ciudades, algún domingo por la mañana, de vez en cuando?

Y, si te lo estás pensando: hazlo. ¡Apúntate al Circuito de Fondo de Diputación! Es una experiencia fantástica. Sobre todo, las birras de una vez terminada la carrera. Pero esa, también, es otra historia…

Jesús corredor del Mediterráneo Lens

¿En qué estábamos, tal día como hoy, en 2008, 2009, 2010 y 2011?