DE MARCAS

La columna de hoy viernes de IDEAL viene marcada…

Ha querido la casualidad que, en la misma semana, se hayan hecho públicas dos marcas que tienen a Granada como protagonista. Una, la que se supone va a ser emblema de la ciudad a la hora de venderla y popularizarla por esos mundos. La otra, la de los aceites comercializados bajo la etiqueta “Montes de Granada”. Dos marcas, dos imágenes muy diferentes entre sí.

El GRAciasdeNADA, ya lo saben ustedes, ha levantado una enorme polvareda. Dejando aparte la cuestión del graffiti, no me incomoda esa marca de fábrica, aunque, la verdad, tampoco me apasiona. Más bien parece una solución de compromiso que se ha elegido para no irritar ni molestar a nadie. De hecho, habría sido apasionante asistir al desecho de proyectos, en base al disgusto de unos y de otros.

¿Piensan ustedes que esta marca/lema tiene el empaque suficiente como para convertirse en icono internacional, al estilo del I love NY de la manzana? Sinceramente, y aunque soy persona de letras, mucho me temo que no, que esas dos palabras con una grafía tan rectilínea, clásica y formal no tienen el impacto visual que sería necesario para quedar fijadas en la retina del espectador y, mucho menos, para hacerse deseables en forma de pin, llavero, colgante, imán de frigorífico o pegatina para los cuadernos.


Precisamente, en la presentación de la marca única “Montes de Granada”, elegida para potenciar la comercialización de los aceites de oliva de nuestra provincia, el representante de la agencia de publicidad que ha diseñado el logo señalaba que quisieron huir de cualquier imagen tópica referida a nuestra tierra, del estilo de la Alhambra o Sierra Nevada, que tan apropiadas podrían haber sido para “vender” la imagen de la ciudad.


Y así nace la elegante y estilizada imagen con que los aceites granadinos van a buscar su lugar en el mercado de los productos de alta calidad. El aceite, auténtico oro líquido desde los tiempos de los romanos, parecía ser cosa de italianos y, más cerca, de las provincias del interior andaluz. Por fin, Granada parece haber asumido los retos de la globalización, disponiéndose a comercializar su aceite a través de una denominación común, con el fin de posicionarse a la cabeza de un sector tan rentable como competitivo y complejo.

Para ello, nada mejor que un diseño de botellas y un etiquetado tan luminoso como atractivo, revalorizando una incipiente marca que, a buen seguro, muy pronto veremos en los puntos de distribución de delicatessen más importantes del país. Los aceites granadinos han hecho, pues, una decidida apuesta por la calidad y por un crecimiento basado en la comercialización conjunta de un producto al que, hasta ahora, no se le estaba confiriendo el valor que realmente tiene. Hay que dar la enhorabuena a esta modalidad de cooperativismo que, trascendiendo el localismo más acomodaticio, se lanza a competir en los mercados más reputados y exigentes de España.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

CLÁSICOS NOVELA NEGRA RBA DE RIGUROSO ESTRENO

Vamos a culminar este bloque de entradas dedicadas al género negro y criminal (Semana Negra y Balacera) –cuando llega mayo, la pasión por lo noir se dispara –celebrando la aparición en el mercado editorial español de una maravillosa colección llamada a hacer reales nuestros mejores sueños como lectores.

La editorial RBA acaba de publicar cinco títulos capitales de cinco autores esenciales del universo negro.

En edición de bolsillo, pero con letra legible y al increíble precio de 6,50 euros (bastante menos de mil pelas de las de entonces, descontando la inflación) “Clásicos Novela Negra” irrumpe en el mercado con “Un ciego con una pistola”, de Chester Himes. “El asesino dentro de mí,” de Jim Thompson. “Ocho millones de maneras de morir”, de Lawrence Block. “Un extraño en mi tumba”, de Margaret Millar y “La mirada del observador”, de Marc Behm.

¡Cuántas veces, algunos amigos me han preguntado por dónde empezar con el género negro, con qué títulos engancharse a este fascinante mundo negro y criminal! Ahora, por fin, la respuesta ha dejado de estar en el viento. La respuesta, tinta en papel y negro sobre blanco, se ha hecho felizmente corpórea.

Siempre era posible conseguir los clásicos de Raymond Chandler y Dashiell Hammett, autores que figuran en las enciclopedias, en los tratados de literatura y en las antologías de lecturas imprescindibles. Sin embargo y por desgracia, las mejores novelas de otros clásicos no eran tan sencillas de encontrar. Y los cinco autores reseñados son auténticos clásicos, maestros del género negro y policial más serio y comprometido.

Hermosamente editados, estos Clásicos Novela Negra de RBA vienen prologados por escritores de prestigio como Andreu Martín, Lorenzo Silva o Raúl Argemí; por un escritor-editor como Juan Sasturain, o por un librero como Paco Camarasa.

Un tesoro, una joya y un placer que nadie debe perderse.

Y, si no me creen, lean lo que dice en esta estupenda entrevista Paco Camarasa, el librero negro y criminal por excelencia…

Consejo de amigo: no dejen pasar ni uno. ¡Ni uno!

Ya hablamos.

Un abrazo de un feliz Lensctor, contento, alborozado y dichoso.

¡QUIÉN PUDIERA ESTAR EN BARCELONA!

No sé si se acuerdan de esta reseña. Seguro que sí. «Camino de ida», de Carlos Salem, que nos pareció realmente espectacular.

Ahora llega la segunda novela del autor, recién salida de la imprenta. «Matar y guardar la ropa», que, sólo por el título, ya promete ser estupenda.

Mañana se presenta en la ciudad condal. ¡Qué envidia!

Si pueden, vayan. Fijo que lo pasasn en grande.

Lens el envidioso distante.

CINCO AÑOS DE LA BALACERA

Nuestro amigo Ricardo Bosque, además de ser un extraordinario escritor, es uno de los pioneros en esto de la blogosfera, por lo no es de extrañar que su Balacera haya cumplido su quinto aniversario.

Ricardo nos agasaja con un regalo excepcional: la posibilidad de descargarse en PDF un documento con un resumen de lo mejor de La Balacera de estos cinco años o, lo que es lo mismo, con un compendio de lo más notorio que ha ocurrido en el universo negro-criminal español en este tiempo. ¡Pasen y sírvanse!

Gracias, Ricardo, y larga vida a La Balacera.