Buenas, soy Emilio Calatayud. Me saludan unos niños de Graná que pastorea, en el sentido cristiano de la expresión, el padre Juan Carlos Carrión, un santo vivo al que la da vergüenza que se lo diga. Hago una petición a los chavales: «sed buenos» y se ríen; «me he ‘quedao’ con vuestros caras», contrataco; ya no se ríen, pero yo sí, ja, ja, ja.








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