Buenas, soy Emilio Calatayud. Siempre digo que la vocación es para los frailes. Hay personas que se asombran cuando les digo que yo nunca quise ser juez. Fue un cúmulo de casualidades, pero yo no sabía qué quería ser. La vocación de juez me llegó con la práctica y, sobre todo, cuando empecé en la jurisdicción de menores. Fueron ellos los que me ganaron para la causa. Estrené la toga sin tener vocación y la he colgado con toda la vocación del mundo. He sido muy afortunado.








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