Acabo de pasar un par de días con una familia amiga a la que hacía tiempo que no veía. Viven muy lejos de Granada y es complicado quedar. Este año hemos podido concertar nuestras agendas, que diría un cursi, y hemos estado juntos. Seguramente ‘ha ayudado’, lo digo con ironía, el hecho de que la madre de esta familia se haya quedado en paro tras trabajar 21 años para la misma empresa. Llegó la crisis -que ni ella, ni vosotros, ni yo creamos- y se quedó en la calle. Así es la vida. Eso ocurrió en enero. Lejos de hundirse, mi amiga hizo algo que deseaba hacer desde hace tiempo, pero su dedicación a la empresa -que le han pagado con un despido fulminante, porque ya no era necesaria- se lo ha había impedido: ha acogido a una niña de Chernóbil durante varios meses. Y mi amiga y sus dos hijos han sido felices mientras convivían con la chiquilla. Yo creo que la empresa se equivocó al despedir a mi amiga. Siempre hace falta gente como ella, ¿verdad?.







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