No sé si existe o no el Día Internacional sin Internet. Si es que no, habría que inventarlo ya mismo. Viene esto a cuento de lo siguiente: estaba yo el otro día ensimismado en algo que ofrecía la pantalla del ordenador y mi mujer, que es muy sensata, me dijo: «¿Has pensado en las cosas que te pierdes cuando estás pendiente de Internet? ¿Por qué no le lees un cuento a tu hija, por ejemplo?». Llevaba razón mi mujer. Me voy a poner cursi: si nos pasamos con la dosis de Internet (trabajo al margen) lo más probable es que no veamos crecer a nuestros hijos o que llegue la primavera y no nos enteremos. Nos quejamos de que los niños están todo el santo día pendientes de la ‘Nintendodese’ y luego nosotros hacemos lo mismo. No hay que esperar a que lo decrete la ONU: nosotros podemos celebrar en nuestras casas el Día Internacional sin Internet cuando nos apetezca. Y creo que sería sano hacerlo. Como decían nuestras abuelas, si estás a dos cosas a la vez, es seguro que no harás ninguna bien. Pues eso.
Ah, y también es muy saludable comer y cenar en familia y sin encender la tele, aunque tengamos ‘mono’.







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