
Emilio Calatayud
Blog del Juez de Menores de Granada jubilado y del periodista Carlos Morán
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por
¿Estamos preparados para encontrar el equilibrio entre autoritarismo y maltrato por parte de la figura tradicionalmente autoritaria, el padre, y menores maltratadores por falta de «autoridad familiar»?
¿De que herramientas disponen los padres para ejercer la autoridad?
¿Acudir al Juez cuando los hijos no atienden a razonamientos?
No sé si el mejor sitio para este comentario es aquí pero… van a permitirme, con la venia, los lectores de este blog que les haga partícipes de una reflexión personal que me asalta, me violenta y me araña las tripas con, por desgracia, cierta frecuencia: la falta de empatía de algunos, espero que no muchos, ciudadanos. Y lo comento ahora porque ha vuelto a saltar a la palestra el asunto con motivo del juicio contra las menores implicadas en la muerte de la niña de Seseña (que por otra parte, no está mal recordar que ésta no había ido precisamente a conversar amigablemente con la asesina, ya confesa). Los padres piden \"cadena perpetua y que la tengan a pan y agua hasta que se muera\". No puedo ponerme en su lugar porque la muerte de un hijo presupongo que debe ser de las experiencias más duras que se puedan vivir pero puedo entender su dolor; puedo entender también que la ignorancia, la rabia y la pérdida de un ser querido haga decir barbaridades. Pero ¿y los que no son los padres ni familiares? ¿Acaso piensan la monstruosidad que apoyan, a veces incluso con manifestaciones públicas? Es cierto que el delito cometido es muy grave y merece un severo castigo. Pero una pregunta ¿hablamos de justicia… o de venganza? Porque yo no lo tengo claro.
Volvemos a lo de siempre: un menor es un menor y punto pelota. Y no puede ser que lo sea para llegar a casa de madrugada pero mayor para recibir el castigo ante una falta o delito. Y claro que tienen que pagar por lo que hagan. ¡Faltaría más! Pero con un extra añadido, un objetivo claro: el proceso de reinsertarse, o \"insertarse\", en esta sociedad, por otra parte tan \"patas arriba\" que tenemos. No hay que olvidar que hablamos de menores; y por tanto, de personas muy jóvenes carentes de la madurez que se le presupondría a un adulto. ¡Qué fácil es decir que si fue mayor para matar, lo sea también para pagar por ello! También podría haber sido \"el asesino\" un niño de 9 años y no por ello se convertiría en adulto. Sé que es triste y terrorífico afirmarlo pero… todos somos asesinos, homicidas en potencia. Sólo es necesario un buen motivo, una determinada circunstancia, una penosa causa que lleve a una fatal consecuencia y una ventajosa situación. Pero ¡eso sí! todos nos llevamos las manos a la cabeza cuando lo hace otro y para que contar si encima es un menor. Pretendemos arrojar la primera piedra para proceder a su lapidación, si es pública mejor.
Y yo me pregunto ¿cuántas personas se han puesto en el lugar de los paadres, de la familia de la agresora, de la encubridora? Porque ellos también son víctimas; también pagarán por el delito ajeno… de su propia sangre; también se culparan por aquello que hicieron mal o que sencillamente… no hicieron: educar, fomentar y fortalecer unos valores de convivencia, de relaciones personales, de tolerancia a la frustración… ¡Qué fácil decirlo, escribirlo, escupirlo incluso pero… qué complicado llevarlo a cabo con los menores riesgos posibles! Siempre he pensado cuando sucede algún hecho similar (de menores que violan, agreden, matan a otros menores) que hay más de una víctima, más de un padre y una madre que sufren. En la gran mayoría de los casos, hay una marejada de fondo en cada familia que sale a la luz cuando, por desgracia, ya es demasiado tarde. Y si ver morir a un hijo no es fácil no debe serlo saberlo encerrado en un centro de menores por una falta tan grave.
En fin… Sólo espero que ante acontecimientos tan graves y dolorosos seamos capaces de tener la sabiduría, el temple y la empatía suficientes para observar la realidad desde todos los ángulos; porque aún siendo la misma… hay muchas perspectivas que se nos olvidan. No seamos más papistas que el Papa… y quien se piense ajeno, ahora o en el futuro, de una situación similar que tire la primera piedra.
Un abrazo inmenso para todos… y al Sr. Calatayud, mucho ánimo.
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